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Historia de México 1 – Tercer Semestre

HISTORIA DE MÉXICO 1

Introducción.

El mundo occidental está condicionado por dos fuerzas distintas, la democracia (política) y el industrialismo (económica), que han creado un determinado modo de pensar la Historia, en torno a la idea de estados nacionales. Sin embargo, los estados nacionales no son entes inteligibles y autosuficientes de estudio, por lo que debe ampliarse el marco de observación hasta la civilización. La civilización occidental como campo de estudio puede remontarse en un espacio determinado. También en un tiempo determinado, hasta el origen de la Edad Media, en donde es posible reconocer su encuentro con otra civilización distinta, a la que denomina Helénica, y que cobra forma en el Imperio Romano. Siguiendo operaciones similares, llega a determinar la existencia de 21 civilizaciones, más un grupo de otras que han sido abortadas o detenidas.

Génesis de las civilizaciones.

Cabe preguntarse si las civilizaciones nacen automáticamente o no. La respuesta es negativa, debido a la existencia de pueblos sin historia, que han permanecido sin cambios desde el Paleolítico hasta la actualidad. Por tanto, las civilizaciones deben nacer por una razón determinada. Descartado el criterio racial (las civilizaciones son productos de razas superiores) y el ambiental (son producto de su medio ambiente), surge el proceso de incitación y respuesta, según el cual una comunidad es estimulada o presionada por un problema, frente al cual ofrece una respuesta creativa, que en el caso de un pueblo sin historia será el surgimiento de una nueva civilización. Sin embargo, esta fuerza no opera hasta el infinito, ya que si la presión es demasiado fuerte, quebrará a la civilización y la abortará antes de nacer, lo que hace surgir el fenómeno de las civilizaciones abortadas.

Crecimiento de las civilizaciones.

El crecimiento de las civilizaciones no es automático. La prueba de ello está en las civilizaciones detenidas, que han conseguido nacer, pero que se han estancado en una fase primaria de su evolución. Tampoco el crecimiento es producto de la expansión geográfica o del desarrollo tecnológico, ya que ambos coinciden no tanto con fases de crecimiento, sino de decadencia de las civilizaciones. El crecimiento exige sucesivas respuestas creativas por parte de personas o comunidades que ofrezcan soluciones a los problemas que surgen, y que ex hypothesi no pueden ser los creadores que han surgido con anterioridad, ya que ellos han creado el estado de cosas que ocasiona el nuevo problema. El grupo o persona que encuentre la solución es una minoría creadora, que emprende un movimiento de retiro y regreso, apartándose del curso normal de la civilización y reencontrándose con la misma, ofreciéndole una respuesta. El resultado constante y repetido de este proceso hace crecer a las civilizaciones cada vez más.

 

Existe una dirección del crecimiento, que es marca y señal distintiva de éste. El crecimiento implica traspasar elementos de un plano material a un plano espiritual, más etereo (eterealización). De este modo, cuanto más crece una civilización, más elementos espirituales surgen de ella. El resultado de este proceso creador no es reductible a leyes fijas y predeterminadas, porque por hipótesis, la creación implica inventar nuevas soluciones originales a viejos problemas, que producirán dos resultados en la sociedad: ésta se hará más compleja (con más elementos), y también más diversa (con elementos que la distinguen claramente de otras sociedades).

Desintegración de las civilizaciones.

Una civilización colapsada entra inevitablemente en desintegración. Este proceso puede describirse de manera más o menos acabada, porque los pasos que llevan desde el colapso al final son rutinarios y predecibles. La dirección del crecimiento es hacia la eterealización, y la dirección de la desintegración es hacia la automatización. Si el resultado final del crecimiento es una sociedad más compleja y diversa a las demás, el resultado final de la desintegración es una sociedad más simple (en última instancia la disolución de la misma) y uniforme (sin tener elementos distintivos respecto de otras sociedades).

 

El colapso produce un cisma en el cuerpo social, y también un cisma en el alma. El cisma en el cuerpo social se manifiesta en el fraccionamiento de la civilización en tres: una minoría dominante, un proletariado interno y un proletariado externo. Las minorías dominantes son aquellas que, perdida su creatividad, controlan la sociedad no por la fascinación del poder creador sino por medios estrictamente militares y policiales; sus productos típicos son los estados universales y las filosofías. El proletariado interno es la masa de esclavos y desarraigados que no pueden sacudirse la minoría dominante de encima; en el camino inventan las religiones superiores. El proletariado externo es el conjunto de hordas bárbaras que se apiñan alrededor de la civilización, para rematarlas; este proceso las lleva a crear las edades heroicas y la épica.

 

Este cisma en el cuerpo social es reflejo de un cisma en el alma. Este cisma puede ser asumido de maneras pasivas, dejándose llevar por la corriente, o activas, luchando con fanatismo hasta la destrucción final. De esta manera surgen actitudes contrapuestas como el abandono (pasivo) contra el martirio (activo), o la promiscuidad artística y religiosa (pasivo) contra el descubrimiento de un sentido de unidad (activo). Este cisma se lleva al campo político en cuatro actitudes: el arcaísmo, el futurismo, el desasimiento y la transfiguración. Y cristaliza en cuatro tipos de salvadores de la sociedad, el salvador por la espada, el salvador por la máquina del tiempo, el filósofo detrás del rey y el dios encarnado. Sin embargo, todos estos salvadores están condenados al fracaso en su misión de salvar a la civilización, si bien el dios encarnado puede crear un nuevo tipo superior y trascendente de sociedad, más allá de la civilización, cual es la religión universal, que a veces cristaliza en una iglesia universal.

 

El proceso de desintegración de las civilizaciones se lleva a cabo en tres tiempos y medio, movimientos que son de caída y recuperación. El primero de ellos es el tiempo de angustias, en donde un grupo de estados parroquiales contienden entre sí en guerras fraticidas, el segundo es el estado universal que uno de los contendientes o un conquistador extranjero impone a la civilización como cura de reposo, y el tercero es el interregno, en donde el estado universal se desintegra y cede paso a reinos bárbaros que terminan de consumir la civilización por completo.

 

Durante la génesis, crecimiento y colapso de las civilizaciones, éstas son unidades de estudio cerradas y más o menos autosuficientes. Durante la desintegración en cambio, al perderse la unidad de la civilización por los cismas de la sociedad y del alma, ésta se permea a influencias extranjeras (otras civilizaciones) o bárbaras. El estado universal puede agrupar no sólo a toda la civilización, sino también a otras civilizaciones extrañas en su seno. La minoría dominante, al perder su espíritu, cae en la vulgarización y en la barbarización. Las religiones universales presentan frecuentes inspiraciones extranjeras. Los bárbaros, por su parte, suelen asumir variantes heréticas de la religión propia de la minoría dominante, como una manera de demostrar su oposición a la misma en el campo espiritual. Por ello los subproductos más característicos de la desintegración (estados universales, iglesias universales y edades heroicas) merecen ser analizados por separado.

La Revolución Industrial

Es definida como un conjunto de transformaciones económicas y sociales, características del desarrollo de Inglaterra en el período comprendido entre 1750 y 1820 y su correspondiente influencia en todo el continente europeo y si se quiere con sus repercusiones mundiales; es considerada como el mayor cambio socioeconómico y cultural de la historia, ocurrido entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, que comenzó en el Reino Unido. En aquel tiempo la economía basada en el trabajo manual fue remplazada por otra dominada por la industria y manufactura de maquinaria. La revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnólogicas más importantes fueron la máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó también su producción.

Causas

Las causas de la revolución industrial son diversas, de las cuales destacan las causas demográficas, agrícolas y la mejora de nuevas vías de comunicación y tecnologías. Algunos historiadores la contemplan como el momento en el que se dejaron atrás los cambios sociales e institucionales surgidos con el fin de la etapa feudal británica después de la Guerra Civil Inglesa en el siglo XVII.

En el campo de la agricultura la existencia de controles fronterizos más intensos evitaron la propagación de enfermedades y disminuyó la propagación de epidemias como las ocurridas en tiempos anteriores. La revolución agrícola británica hizo además más eficiente la producción de alimentos con una menor aportación del factor trabajo, alentando a la población que no podía encontrar trabajos agrícolas a buscar empleos relacionados con la industria y, por ende, originando un movimiento migratorio desde el campo a las ciudades así como un nuevo desarrollo en las fábricas. La expansión colonial del siglo XVII acompañada del desarrollo del comercio internacional, la creación de mercados financieros y la acumulación de capital son considerados factores influyentes, como también lo fue la revolución científica del siglo XVII. Se puede decir que se produjo en Inglaterra por su desarrollo económico, político y tecnológico.

La presencia de un mayor mercado doméstico debería también ser considerada como un catalizador de la revolución industrial, explicando particularmente por qué ocurrió en el Reino Unido.

La invención de la máquina de vapor fue una de las más importantes innovaciones de la revolución industrial. Hizo posible mejoramientos en el trabajo del metal basado en el uso de coque en vez de carbón vegetal. En el siglo XVIII la industria textil aprovechó el poder del agua para el funcionamiento de algunas máquinas. Estas industrias se convirtieron en el modelo de organización del trabajo humano en las fábricas.

Además de la innovación de la maquinaria, la cadena de montaje contribuyó mucho en la eficiencia de las fábricas.

Revolución agrícola: aumento progresivo de la producción gracias a la inversión de los propietarios en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además de la mejora del uso de fertilizantes.

El desarrollo del capital comercial: Las máquinas se aplicaron a los transportes y a la comunicación iniciando una enorme transformación. Ahora las relaciones entre patronos y trabajadores es únicamente laboral y con el fin de obtener beneficios.

Cambios demográfico-sociales: la modernización de la agricultura permitió un crecimiento demográfico debido a la mejora de la alimentación. También hubo adelantos en la medicina y en la higiene, de ahí que creciera la población. También hubo una emigración del campo a la ciudad porque la ocupación en labores agrícolas disminuyó mientras crecía la demanda de trabajo en las ciudades.

Esta primera revolución se caracterizó por un cambio en los instrumentos de trabajo de tipo artesanal por la máquina de vapor, movida por la energía del carbón. La máquina exige individuos más calificados, produce una reducción en el número de personas empleadas, arrojando de manera incesante masas de obreros de un ramo de la producción a otra, especialmente del campo a la ciudad.

La revolución industrial generó también un ensanchamiento de los mercados extranjeros y una nueva división internacional del trabajo’ (DIT). Los nuevos mercados se conquistaron mediante el abaratamiento de los productos hechos con la máquina, por los nuevos sistemas de transporte y la apertura de vías de comunicación, así como también, mediante una política expansionista. El Reino Unido fue el primero que llevó a cabo toda una serie de transformaciones que la colocaron a la cabeza de todos los países del mundo. Los cambios en la agricultura, en la población, en los transportes, en la tecnología y en las industrias, favorecieron un desarrollo industrial. La industria textil algodonera fue el sector líder de la industrialización y la base de la acumulación de capital que abrirá paso, en una segunda fase, a la siderurgia y al ferrocarril.

A mediados del siglo XIX, la industria británica tenía sólidas bases y con una doble expansión: las industrias de bienes de producción y de bienes de consumo. Incluso se estimuló el crecimiento de la minería del carbón y de la siderurgia con la construcción del ferrocarril. Así, en Gran Bretaña se desarrolló de pleno el capitalismo industrial, lo que explica su supremacía industrial hasta 1870 aproximadamente, como también financiera y comercial desde mediados de siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial (1914). En el resto de Europa y en otras regiones como América del Norte o Japón, la industrialización fue muy posterior y siguió pautas diferentes a la británica.

Unos países tuvieron la industrialización entre 1850 y 1914: Francia, Alemania y Bélgica. En 1850 apenas existe la fábrica moderna en Europa continental, sólo en Bélgica hay un proceso de revolución seguido al del Reino Unido. En la segunda mitad del siglo XIX se fortalece en Turingia y Sajonia la industrialización de Alemania.

Otros países siguieron un modelo de industrialización diferente y muy tardía: Italia, Imperio Austrohúngaro, España o Rusia. La industrialización de éstos se inició tímidamente en las últimas décadas del siglo XIX, para terminar mucho después de 1914.

Etapas de la Revolución Industrial

La Revolución Industrial estuvo dividida en dos etapas: La primera del año 1750 hasta 1840, y la segunda de 1880 hasta 1915 nuestros tiempos. Todos estos cambios trajeron consigo consecuencias tales como:

 

Demográficas. – Traspaso de la población del campo a la ciudad (éxodo rural) – Migraciones Internacionales – Crecimiento sostenido de la población – Grandes diferencias entre los pueblos – Independencia económica

Económicas. – Producción en serie – Desarrollo del capitalismo – Aparición de las grandes empresas – Intercambios desiguales

Sociales. – Nace el proletariado – Nace la Cuestión Social

Ambientales.- Deterioro del ambiente y degradación del paisaje – Explotación irracional de la tierra

A mediados del siglo XIX, en Inglaterra se realizaron una serie de transformaciones que hoy conocemos como Revolución Industrial; dentro de las cuales las más relevantes fueron:

 

  1. a) La aplicación de la ciencia y tecnología permitió el invento de máquinas que mejoraban los procesos productivos.
  2. b) La despersonalización de las relaciones de trabajo: se pasa desde el taller familiar a la fábrica.
  3. c) El uso de nuevas fuentes energéticas, como el carbón y el vapor.
  4. d) La revolución en el transporte: ferrocarriles y barco de vapor.
  5. e) El surgimiento del proletariado urbano.

El porqué Inglaterra estaba en condiciones de iniciar este proceso se debe a que hubo una serie de factores que lo favorecían; por ejemplo, contaban con abundante mano de obra, con yacimientos de carbón, tenía colonias en ultramar que le proveían de materia primas y contaba con una gran red de vías fluviales que facilitaban el transporte de mercaderías por el interior de su territorio. A ese conjunto de factores se suman dos fenómenos paralelos: una revolución agrícola y otra demográfica. La primera consistió en la aplicación de nuevas tecnologías y formas de explotación de la tierra; desaparecieron los pequeños propietarios y las tierras de uso común, a favor de grandes latifundistas; se incrementó ostensiblemente la producción de alimentos y también crecieron las rentas de los grandes propietarios que invirtieron en el proceso de industrialización. La revolución demográfica significó un aumento notorio y explosivo de la población, fenómeno que nos sólo se desarrolló en Inglaterra. Las causas de este incremento se relacionan con el aumento de la producción de alimentos, el mejoramiento de las condiciones higiénicas de la población y también se agregarán, más tarde, los avances en el campo de la medicina, lo que permitió rebajar las tasas de mortalidad.

Impacto Social

La industrialización que se originó en Inglaterra y luego se extendió por toda Europa no sólo tuvo un gran impacto económico, sino que además generó hondas transformaciones sociales.

Proletariado urbano. Como consecuencia de la revolución agrícola y demográfica, se produjo un éxodo masivo de campesinos hacia las ciudades; el antiguo agricultor se convirtió en obrero industrial. La ciudad industrial aumentó su población como consecuencia del crecimiento natural de sus habitantes y por el arribo de este nuevo contingente humano. La carencia de habitaciones fue el primer problema que sufrió esta población marginada socialmente; debía vivir en espacios reducidos sin las mínimas condiciones, comodidades y condiciones de higiene. A ello se sumaban largas horas de trabajo, en las que participaban hombres, mujeres y niños que carecían de toda protección legal frente a los dueños de las fábricas o centros de producción. Este conjunto de males que afectaba al proletariado urbano se llamó la Cuestión Social, haciendo alusión a las insuficiencias materiales y espirituales que les afectaban.

Burguesía Industrial. Como contraste al proletariado industrial, se fortaleció el poder económico y social de los grandes empresarios, afianzando de este modo el sistema económico capitalista, caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción y la regularización de los precios por el mercado, de acuerdo por la oferta y la demanda. En este escenario, la burguesía desplaza definitivamente a la aristocracia terrateniente y su situación de privilegio social se basó fundamentalmente en la fortuna y no en el origen o la sangre. Avalados por una doctrina que defendía la libertada económica (liberalismo económico), los empresarios obtenían grandes riquezas, no sólo vendiendo y compitiendo, sino que además pagando bajos precios por la fuerza de trabajo aportada por los obreros.

 

Las propuestas para solucionar el problema social. Frente a la situación de pobreza y precariedad de los obreros, surgieron críticas y fórmulas para tratar de darles solución; por ejemplo, los socialismo utópico, que aspiraban a crear una sociedad ideal, justa y libre de todo tipo de problemas sociales. Otra propuesta fue el socialismo científico de Carlos Marx, que proponía la revolución y la abolición de la propiedad privada (marxismo); también la Iglesia católica, a través del Papa León XIII, dio a conocer la Encíclica Rerum Novarum (1.891), la que condenaba los abusos y le exigía a los estados la obligación de proteger a lo más débiles. A continuación un fragmento de esta encíclica: “(…) Si el obrero presta a otros sus fuerzas a su industria, las presta con el fin de alcanzar lo necesario para vivir y sustentarse y por todo esto con el trabajo que de su parte pone, adquiere el derecho verdadero y perfecto, no solo para exigir un salario, sino para hacer de este el uso que quisiere (…)”. Estos elementos fueron decisivos para el surgimiento de los movimientos reivindicativos de los derechos de los trabajadores.

La revolución industrial generó cambios fundamentales en la sociedad británica del siglo XVIII, y posteriormente se extendió a los otros países europeos.

En Gran Bretaña, la población creció ampliamente. Pasó de 9 millones en 1780 a 21 millones en 1850. Mientras que la población europea pasó de 188 millones a 266 millones en 1850.

Principios fundamentales de la industria

Uno de los principios fundamentales de la industria moderna es que nunca considera a los procesos de producción como definitivos o acabados. Su base técnico-científica es revolucionaria, generando así, el problema de la obsolescencia tecnológica en períodos cada vez más breves. Desde esta perspectiva puede afirmarse que todas las formas de producción anteriores a la industria moderna (artesanía y manufactura) fueron esencialmente conservadoras. Sin embargo, esta característica de obsolescencia e innovación no se circunscribe a la ciencia y la tecnología, sino debe ampliarse a toda la estructura económica de las sociedades modernas. En este contexto la innovación es, por definición, negación, destrucción, cambio, la transformación es la esencia permanente de la modernidad.

El desarrollo de nuevas tecnologías, como ciencias aplicadas, en un receptivo clima social, es el momento y el sitio para una revolución industrial de innovaciones en cadena, como un proceso acumulativo de tecnología, que crea bienes y servicios, mejorando el nivel y la calidad de vida. Son básicos un capitalismo incipiente, un sistema educativo y espíritu emprendedor. La no adecuación o correspondencia entre unos y otros crea desequilibrios o injusticias. Parece ser que este desequilibrio en los procesos de industrialización, siempre socialmente muy inestables, es en la práctica inevitable, pero mensurable para poder construir modelos mejorados.

 

Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica

Estados Unidos de América (United States of America) es un país de América del Norte conformado por 50 estados y un distrito federal. También tiene varios territorios dependientes ubicados en las Antillas y en Oceanía. Su forma de gobierno es la de una república presidencialista y federal.

 

Cuarenta y ocho de los estados están en la región entre Canadá y México. A estos estados se les llama, más o menos formalmente, los Estados Unidos continentales o contiguos y, en ocasiones, los 48 inferiores. Alaska está en la zona noroeste de América del Norte, separada de los otros estados por el territorio canadiense de Columbia Británica. El archipiélago de Hawai, el estado número 50, se ubica en el Océano Pacífico. La capital federal, Washington, se sitúa en el Distrito de Columbia, entre los estados de Maryland al norte y Virginia al sur.

Nombre

El nombre Estados Unidos de América fue propuesto por Thomas Paine y fue usado oficialmente por primera vez en la Declaración de Independencia, adoptada el 4 de julio de 1776. Se suele decir de forma abreviada Estados Unidos. En español, es Es aceptable el empleo de Norteamérica como forma abreviada del nombre de este país, aunque no se aconseja debido a que hay otras naciones que comparten el subcontinente norteamericano. De modo análogo, tampoco es aconsejable emplear América para referirse en exclusiva a los Estados Unidos, aun cuando sea costumbre extendida muy entre los anglófonos emplear el nombre del continente como forma abreviada del nombre de la nación. Al escribir, se suele utilizar la abreviatura EE. UU. (obligatoriamente con espacio intermedio y puntos por ser una abreviatura y no una sigla) y, en menor medida, la sigla EUA. En español es incorrecto, aunque frecuente, el uso de la sigla inglesa USA.[1]

Fundación

La fecha oficial de la fundación de los Estados Unidos es el 4 de julio de 1776, cuando el Segundo Congreso Continental, representando a las 13 colonias británicas secesionistas, firmó la Declaración de Independencia. Sin embargo, la estructura del gobierno tuvo un gran cambio en 1788 cuando los Artículos de la Confederación fueron sustituidos por la Constitución de los Estados Unidos. La fecha en la que cada estado adoptó la Constitución se tiende a tomar como la fecha en que el estado se hizo parte de la Unión.

La Guerra Civil (1861-1865)

Estados Unidos en 1861.

Estados de la Unión que permitían la Esclavitud.

Estados que cedieron a la política esclavista antes del 15 de Abril de 1861.

Estados que cedieron a la política esclavista después del 15 de Abril de 1861.

Estados de la Unión que castigaban la Esclavitud.

 

 

   Territorios.

Conforme la nación ganaba nuevos territorios, esta se dividía sobre el asunto de esclavitud. Los estados del norte del país se oponían a la esclavitud de los afroamericanos y en muchos de ellos ya había sido abolida. Los estados del sur del país decían necesitar esclavos. La economía del norte creció industrialmente, mientras la del sur crecía sobre una base agrícola. A raíz de esta división de economía y políticas los estados del sur decidieron crear una nueva e independiente nación, propiciando el inicio de la guerra por parte de los estados del norte quienes no reconocieron el derecho de secesión. Después de la Guerra Civil entre los Estados Confederados (sur) y la Unión (norte), la esclavitud fue abolida en todo el territorio estadounidense.

 

Siglo XX

Después de 1898, tras la Guerra Hispano-Estadounidense Estados Unidos fue adquiriendo paulatinamente una cada vez mayor influencia en el mundo. Tras la Primera Guerra Mundial, y luego la segunda, la influencia estadounidense en aspectos tales como la economía, la ciencia, tecnología, y la cultura creció a nuevos niveles. A causa de la guerra fría y el enfrentamiento político, ideológico y social que produjo, el papel de los asuntos militares e internacionales creció en la política de esa época. También en esa época tuvieron lugar eventos importantes, como el Movimiento por Derechos Civiles en los años 1950 y 60, y el aterrizaje de Apollo 11 en la Luna en 1969.

 

Siglo XXI

Con el desplome de la Unión Soviética en 1991, los Estados Unidos se encontraron en la única superpotencia del mundo. Los Atentados del 11 de septiembre de 2001 quebraron todas esperanzas por un nuevo milenio apacible, y fueron la justificación por la invasión de Afganistán de 2001 y la Guerra contra el terrorismo. La amenaza del terrorismo ha llegado a ser una gran fuerza en la política del país, y en 2003, formó en gran parte la justificación por la Invasión de Iraq. El asunto dominante de la política actual sigue siendo la lucha entre las necesidades por la seguridad nacional y el mantenimiento del espionaje interno en la población a través de la controvertida ley “Patriot Act”.

 

Gobierno y política

Estados Unidos es una república constitucional, presidencial y federal. Su gobierno tiene unos poderes limitados enumerados en la Constitución de los Estados Unidos. Su forma de gobierno es conocida como democracia presidencialista porque hay un presidente. La elección del presidente es indirecta a través de compromisarios o grandes electores.

 

Los poderes del presidente alcanzan no sólo la jefatura del Estado, sino también el poder ejecutivo y la capacidad de veto de algunas decisiones del poder legislativo. Hay tres niveles del gobierno: el nivel federal, el nivel estatal, y el nivel local. Los líderes de estas administraciones territoriales son elegidos por votantes por sufragio universal o designados por otros oficiales elegidos. Casi todos los oficios se deciden por una pluralidad de votos para un candidato. Los candidatos ganan las elecciones, no los partidos políticos, cuya influencia y organización es menor que en otros sistemas democráticos como los de Europa. Todos los estadounidenses tienen derecho al voto a partir de los 18 años, sin consideración de raza, sexo o condición económica. Existen límites en el derecho de voto para quienes están en prisión por cometer crímenes que lleven aparejada como pena accesoria la restricción del voto; en algunos estados la legislación penal y penitenciaria restringe el derecho de voto aún a pesar de haber cumplido la condena y los residentes de las dependencias y del distrito federal están representados sólo con un delegado al Congreso que no vota. Para ejercer el derecho a voto hay que inscribirse en un registro de votantes.

 

El país está integrado por 50 estados autónomos en su régimen interno. Los principales partidos políticos son el Partido Republicano y el Partido Demócrata, que dominan la escena política por lo que algunos consideran el sistema de este país como una democracia bipartidista. Otros partidos de menor importancia son el Partido de la Reforma y el Partido Verde. Sin embargo prácticamente no tienen representatividad en virtud de que el partido Demócrata y el Republicano tienen más del 95% de la representación territorial.

Economía

La economía de los Estados Unidos es la más poderosa del mundo. Se organiza de forma principalmente capitalista, con muy poco control gubernamental en las industrias. También hay programas de asistencia social desde el siglo XVIII, aunque muy poco presentes en relación con otros países.

Estados Unidos tiene ricos recursos minerales con extensos yacimientos de oro, petróleo, carbón, y uranio. Las industrias agrícolas son los principales productores del país de maíz, trigo, azúcar, y tabaco, entre otros productores. El sector manufacturero produce, entre otras cosas, automóviles, aviones, armamento y electrónicos. La industria más grande es ahora el sector servicios en cual trabajan unos tres cuartos de los residentes. La actividad económica varía bastante en las diferentes regiones del país.

Varios países han enlazado su moneda con el dólar estadounidense (como la República Popular China), y otros lo han adoptado como su propia moneda, como Panamá, Ecuador y El Salvador, por ejemplo, lo cual ha fortalecido a una economía que actualmente es cada vez más vulnerable.

El socio principal de comercio de los Estados Unidos es Canadá (20%), seguido por México (12%), China (continental 10%, Hong Kong 1%), y Japón (8%). Más del cincuenta por ciento de todo el comercio estadounidense es con estos cinco países. En 2003, los Estados Unidos figuraron como el tercero de los destinos turísticos más visitados; sus 40,4 millones de visitantes son menos que los 75 millones de Francia y los 52,5 millones de España.

Independencia de México

El proceso de la independencia de México fue uno de los más largos de América Latina. La Nueva España permaneció bajo el control de la Corona por unos tres siglos. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, ciertos cambios en la estructura social, económica y política de la colonia llevaron a una élite ilustrada de novohispanos a reflexionar acerca de su relación con España. Sin subestimar la influencia de la Ilustración, la Revolución Francesa ni la independencia de Estados Unidos, el hecho que llevó a la élite criolla a comenzar el movimiento emancipador fue la ocupación francesa de España, en 1808. Hay que recordar que en ese año, Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de José Bonaparte, de modo que España quedó como una especie de protectorado francés.

En las colonias españolas en América, se formaron varias juntas que tenían como propósito conservar la soberanía hasta que regresara el rey Fernando VII al trono. Nueva España no fue la excepción (encabezados por Francisco Primo de Verdad y Ramos), la diferencia es que el primer intento de este tipo concluyó con la destitución del virrey y la sujeción del Ayuntamiento de México a la autoridad directa de la nueva cabeza de la colonia (que a diferencia de Iturrigaray, no simpatizaba con la Junta). Tal situación llevó a los criollos a radicalizar su posición. Finalmente, el núcleo donde hubo de comenzar la guerra por la independencia fue Dolores, Guanajuato, luego que la conspiración de Querétaro fue descubierta. Aunque aquél 16 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo y Costilla se lanzó a la guerra apoyado por una tropa de indígenas y campesinos, bajo el grito de “Viva la Virgen de Guadalupe, muerte al mal gobierno abajo los gachupines”, finalmente la revolución le llevó por otro camino y se convirtió en lo que fue: una guerra independentista.

El conflicto duró once años y distaba mucho de ser un movimiento homogéneo. Como se ha dicho, al principio reivindicaba la soberanía de Fernando VII sobre España y sus colonias, pero con el paso del tiempo adquirió matices republicanos. En 1813, el Congreso de Chilpancingo (protegido por el generalísimo José María Morelos y Pavón) declaró constitucionalmente la independencia de la América Mexicana. La derrota de Morelos en 1815 redujo el movimiento a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz. Por esas fechas, Agustín de Iturbide pactó alianzas con casi todas las facciones (incluyendo al gobierno virreinal) y de esta suerte se consumó la independencia el 27 de septiembre de 1821. España no la reconoció formalmente hasta diciembre de 1836 y de hecho intentó reconquistar México, sin éxito.

La ex colonia española pasó a ser una efímera monarquía constitucional católica llamada Imperio Mexicano. Finalmente fue disuelto en 1823, cuando luego de varios enfrentamientos internos y la separación de Centroamérica, se convirtió en una república federal.

Situación económica y social del virreinato de Nueva España [editar]

Una representación de mestizos en una “Pintura de Castas” de la era colonial. “De español e india produce mestizo”. Los mestizos eran un grupo marginado pero amplio en la vida colonial.El pilar de cuando se empezó la economía colonial de Nueva España era la explotación de esclavos. Durante la segunda mitad del siglo XVIII la producción minera vivió una de sus mejores épocas. La producción de oro y plata (los dos metales más importantes para la minería novohispana) se triplicó en el período de 1740-1803 (Villoro, 1989: 594). Asociados a esta importante actividad, existía un complejo de ramos económicos que de una u otra manera se vieron beneficiados por el auge minero. Por ejemplo, los grupos de comerciantes que controlaban el tráfico entre la colonia y España; o bien, los dueños de las comarcas agrícolas que abastecían a los principales centros mineros o comerciales en todo el país (el valle de Puebla, asociado a la ciudad de México, o el Bajío, vinculado a las minas de Zacatecas y Guanajuato).

Sin embargo, con las Reforma borbónica, puestas en marcha desde la metrópoli, se fueron desarrollando nuevas ramas económicas en Nueva España. Aunque en general, las reformas representaron un cierto aliento de cambio a los casi tres siglos de continuidad en el sistema colonial, el beneficio para los diversos grupos de la sociedad novohispana no fue igual. Las clases bajas no vieron grandes variaciones en su situación subordinada. Pero quienes vieron profundamente afectados sus intereses fueron las familias vinculadas con el comercio exterior. Por aquella época, el comercio entre Nueva España y la metrópoli se realizaba exclusivamente por medio del puerto de Veracruz. Esta es la razón de que los comerciantes de esa ciudad tuvieran tan grande influencia en la política y la economía de la colonia.

Pero con la declaratoria de libre comercio entre las colonias y la abolición del monopolio veracruzano, crecieron en poder y número las cámaras de comerciantes en otros puertos de Nueva España. Este fue uno de los factores que contribuyeron al auge minero de finales del siglo XVIII. Puesto que las familias de comerciantes habían visto amenazadas sus inversiones e intereses, trasladaron buena parte de su capital a la industria minera. Los espacios vacantes fueron ocupados en muchas ocasiones por los americanos. Los criollos de las colonias españolas ocupaban una posición inferior con respecto a los peninsulares (designados en el habla mexicana como gachupines) en la estructura de la sociedad virreinal. Sin embargo, no eran un grupo del todo despojado de importancia específica: por ejemplo, en Guanajuato las minas más importantes de la región se encontraban en manos de familias criollas. Por otro lado, la apertura derivada de las reformas borbónicas de finales del siglo XVIII, propició el crecimiento de una pequeña clase media de extracción americana.

Conspiración de Querétaro

Mapa de la campaña militar de Hidalgo (1810-1811)Toda vez que la Junta de México fue desmantelada en el año de 1808 por la Real Audiencia de México, la élite letrada criolla, que encabezaba el movimiento soberanista en la Nueva España, no tuvo otro remedio que pasar a la clandestinidad. En no pocas ciudades se formaron grupos conspiradores que, sin embargo, fueron descubiertos y denunciados ante las autoridades del Virreinato. A su vez, el Virreinato había endurecido su política contra los grupos que fueran encontrados culpables de sedición. Ejemplo de lo anterior fue lo ocurrido con la conjura de Valladolid (hoy Morelia), cuyos líderes fueron presos también en septiembre, pero de 1809. Los conspiradores vallisoletanos pudieron, no obstante, establecer redes con otras ciudades del Bajío, donde finalmente se desencadenaría la guerra popular por la independencia de la Nueva España.

 

Una de estas ciudades fue Querétaro. Ahí se había formado un grupo de letrados, pequeños comerciantes y militares del ejército colonial, que pretextando reuniones literarias, se reunía en una academia de la población. Este grupo es conocido en la historia de México como conspiradores de Querétaro. Entre sus miembros se encontraban el cura Miguel Hidalgo y Costilla, el militar Ignacio Allende, el pequeño industrial Juan Aldama, el corregidor de la ciudad José Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz de Domínguez.

La Conspiración de Querétaro fue descubierta en septiembre de 1810. Los conspiradores tuvieron tiempo de prevenirse ante la intervención de las autoridades virreinales en la ciudad de Querétaro. Josefa Ortiz de Domínguez alcanzó a dar aviso a Juan Aldama del peligro en que se encontraba el movimiento independentista, al encontrarse las tropas realistas en Querétaro. A su vez, Aldama se puso en camino a Dolores, para poner al tanto de la situación al cura Hidalgo. Apremiado por la situación, Hidalgo convocó al pueblo de Dolores, tañendo la campaña de la parroquia local. Acudieron las personas, aún cuando era de madrugada, y ante ellos, Hidalgo lanzó el Grito de Dolores, con el que se suele marcar el inicio de la Independencia de México.

 

Campaña militar. En la madrugada del 16 de septiembre de 1810, al grito de ¡Muerte a los gachupines! ¡Muerte al mal gobierno! ¡Viva Fernando VII!, Hidalgo se dirigió al presidio de Dolores, acompañado de un puñado de campesinos mal armados y peor preparados para la milicia. Puso en libertad a los presos y armó a su ejército con los escasos pertrechos disponibles en la armería local. Contaba además, con los refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano Abasolo, oficiales del ejército. Acompañado de esta tropa cuya magnitud se desconoce, se dirigió primero a Atotonilco el Grande, donde tomó el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que es considerada la primera bandera mexicana. Ahí nuevamente arengó a su tropa, con el grito de ¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!; y prosiguió hacia San Miguel el Grande donde llegaron a reforzarlo Abasolo y Allende.

 

A su salida de San Miguel el Grande, la tropa insurgente seguía siendo mayoritariamente campesina. A su paso por las poblaciones del oriente de Guanajuato se sumaban a él nuevos miembros. Pero la mayor parte de los criollos no veían con buenos ojos el levantamiento de los conspiradores de Querétaro. Incluso el mismo Ignacio Allende comenzaba a ver con recelo a Hidalgo, a quién más tarde acusaría de haberse dejado llevar por la gleba. Así las cosas, el Ejército Insurgente salió rumbo a Celaya, donde obtendría su primera victoria importante el 20 de septiembre de 1810. Enarbolando un retrato de Fernando VII, la tropa tomó la ciudad y la saqueó. En esa población, Miguel Hidalgo fue proclamado Generalísimo de América, quedando al mando del ejército por encima de Allende, que sin duda era más hábil en lo que se refiere a táctica militar. De Celaya, los insurgentes salieron con rumbo noroeste y en su camino se apoderaron de Salamanca, Irapuato y Silao. Llegaron a Guanajuato el 29 de septiembre.

 

Vista de Guanajuato. Al centro, la alhóndiga de GranaditasEl intendente Riaño se parapetó en la Alhóndiga de Granaditas, uno de los edificios más fuertes y gruesos de la ciudad, creyendo que en ella estaría a salvo. Sin embargo, siendo superados en número por los atacantes y muerto el intendente, los españoles tuvieron que capitular. [3] Al tomar la alhóndiga, el ejército insurgente asesinó unos doscientos soldados y ciento cincuenta más que se hallaban refugiados en el edificio (De la Torre, 982).

La ocupación de la ciudad de Guanajuato, por parte de los insurgentes, fue el inicio de una serie de victorias que los llevó a ocupar ciudades tan importantes como Valladolid (hoy Morelia), Toluca y llegar a la antesala poniente de la ciudad de México: la Sierra de las Cruces. En ese sitio el ejército de Hidalgo propinó una de las peores derrotas a los realistas, pero por razones que son desconocidas, el generalísimo decidió volver a la capital de Michoacán.

A su regreso a la capital michoacana, los insurgentes fueron atacados por el ejército español, al mando de Félix María Calleja del Rey, en Aculco. La Batalla de Aculco dejó bien claro que los insurgentes no estaban en condiciones para hacer frente al ejército español. Las deserciones fueron cuantiosas y fueron capturados unos seiscientos elementos del Ejército Insurgente, armamento de los rebeldes y otras pertenencias. Teniendo en cuenta la situación, los insurgentes se dividieron y el grueso de las tropas se volvió -con Allende a la cabeza- rumbo a Guanajuato; mientras apenas un puñado regresó con Hidalgo a Valladolid. Hidalgo pudo obtener apoyo financiero de la Iglesia y la adhesión de varios centenares de jinetes e infantes; no corrió la misma suerte Allende, que tuvo que abandonar Guanajuato con rumbo al norte para reunirse con Abasolo y Aldama en San Luis Potosí.

A estas alturas, los simpatizantes de los insurgentes ocupaban otras ciudades en todo el territorio de Nueva España. Rafael Iriarte controlaba León, Aguascalientes y Zacatecas. Luis de Herrera y Juan de Villerías ocupaban San Luis Potosí. En Toluca y Zitácuaro estaba Benedicto López. José María Morelos ya había unido a los calentanos de Michoacán y México a la guerra; mientras que Miguel Sánchez y Julián Villagrán controlaban el Valle del Mezquital, en el norte de la intendencia de México. Guadalajara fue tomada por José Antonio Torres el 11 de noviembre de 1810, luego de haber ocupado el sur de Jalisco y la región de Colima. Las provincias norteñas como Texas, Coahuila y Nuevo León también se habían sumado a la causa insurgente.

Mural en la alhóndiga de Granaditas. Representa la cabeza de Hidalgo en una jaulaHabiendo abandonado los insurgentes las principales plazas tomadas apenas unos días después del inicio de la guerra; éstas fueron recuperadas por el ejército virreinal. Esto ocurrió entre noviembre de 1810 y los primeros meses de 1811. El 17 de enero de 1811, los insurgentes sufrieron una escandalosa derrota, nuevamente a manos de Calleja, en la Batalla del Puente de Calderón, que los obligó a huir hacia Zacatecas. Sin encontrar apoyo en esa ciudad, los jefes insurgentes tuvieron que dirigirse hacia el norte, buscando el apoyo de las provincias septentrionales de la Nueva España.

Engañados por supuestos aliados, se dirigieron rumbo a Monclova, aunque no sabían que esta población era el núcleo de un movimiento contrainsurgente. En Monclova se reunirían con José Mariano Jiménez, quien les brindaría apoyo para pasar a Estados Unidos. Los remanentes del Ejército Insurgente, a su paso por Saltillo, fueron puestos al mando de Ignacio López Rayón, quien partió rumbo al sur para refugiarse en las montañas de Michoacán. Finalmente, en Acatita de Baján, cerca de Monclova, los insurgentes fueron capturados por Ignacio Elizondo el 21 de marzo de 1811. Fueron conducidos a Chihuahua, donde los realistas fusilaron a veintidós miembros de la tropa rebelde, entre ellos Aldama, Allende, Jiménez (26 de junio), Hidalgo (30 de julio); mientras que Abasolo fue exiliado a España, donde murió en prisión en 1816. Las cabezas de estos cuatro personajes fueron colgadas en las cuatro esquinas de la alhóndiga de Granaditas.

Morelos y el Congreso de Chilpancingo

De Carácuaro a Chilpancingo                

Campaña de Morelos.Al igual que López Rayón, José María Morelos y Pavón no era novato en las acciones bélicas de los insurgentes. Como el jefe de la Junta de Zitácuaro, Morelos también había tenido actividad casi desde el principio de la guerra de independencia, especialmente en la región de Tierra Caliente de Michoacán y México [6]. Aunque es común señalar que recibió el mando de los insurgentes luego de la captura de Hidalgo, Allende y Aldama; Morelos era en realidad un jefe militar regional, supeditado a la autoridad de la Junta de Zitácuaro. Era, por lo tanto, un subordinado de López Rayón. Sin embargo, sí es posible decir que Hidalgo y Morelos si se conocieron, aunque sólo se entrevistaron una vez en toda su vida en el pueblo de Charo, hasta donde Morelos tuvo que seguir a Hidalgo, ante su negativa de recibirlo, desde Indaparapeo.

La campaña de Morelos inició en Carácuaro, un pueblo calentano de Michoacán. Ernesto Lemoine divide su campaña en dos partes, cuyo parteaguas es el desastre de Valladolid, donde fue estrepitosamente derrotado por el ejército realista. Antes de ese episodio, acontecido en 1813, Morelos había ganado prestigio como estratega militar (aunque no tenía ninguna formación como soldado). Pero luego de su derrota en la tierra donde nació, Morelos y su ejército fueron dando un traspié tras otro, hasta que finalmente la mayor parte de los jefes de su ejército, o bien fueron muertos en combate, o bien fueron presos y fusilados por las tropas virreinales.

Habiendo levantado en armas a Carácuaro, Morelos se internó en la depresión del Balsas y la sierra Madre del Sur, donde uno tras otro fue sumando Zacatula, Petatlán y Tecpan a la lucha contra las autoridades virreinales. En mayo de 1811, el ejército de Morelos –en el que se hallaban incluidos los cuatro hermanos Galeana (el más conocido de ellos es Hermenegildo) su tropa de negros costeños– tomó Chilpancingo, Tixtla, Taxco.

Juan N. Almonte. Fue hijo del cura Morelos, y jefe de Los Emulantes, en donde era compañero de Narciso Mendoza. Por azares del destino, cuando adulto formó parte del bando que combatió a Benito Juárez durante la Guerra de Reforma, y de la comisión que entregó el gobierno de México a Maximiliano de Habsburgo.Luego de haber penetrado en el territorio de la intendencia de Puebla, donde venció a los realistas en Chiautla, el cura de Carácuaro dividió su ejército en tres columnas. Una, al frente de Nicolás Bravo, avanzó a Oaxaca. En su camino hacia el sureste, Bravo tomó Acatlán y Huajuapan. Otro brazo, al mando de Hermenegildo Galeana volvió a Taxco. El tercer grupo insurgente, encabezado personalmente por Morelos, se encaminó hacia el valle de Puebla-Tlaxcala. Tomó Izúcar, donde sumó a Mariano Matamoros, cura por más señas, y al hijo de éste. Morelos finalmente no avanzó hacia Puebla de los Ángeles, pero siguiendo al occidente, el 24 de diciembre de 1811 conquistó la villa de Cuautla para la causa insurgente.

En febrero de 1812, Félix María Calleja –la mejor espada de Nueva España, como le habían apodado merced a sus múltiples victorias frente a los insurgentes– fue comisionado por el virrey Vanegas para que terminara de una vez por todas con el ejército de Morelos. Desde luego que Calleja esperaba vencer con facilidad a los insurgentes, sobre todo estando en ventaja numérica y siendo los rebeldes un puñado de guerrilleros sin instrucción militar –o al menos, esto era lo que pensaba el futuro virrey de la Nueva España–. Así las cosas, inició en sitio de Cuautla; misma suerte que en la Mixteca poblana estaba padeciendo Izúcar. Para este tiempo, López Rayón y la Junta ya habían sido arrojados de Zitácuaro.

 

Luego de setenta y dos días de combate, ambos bandos fueron incapaces de vencer. Los realistas habían fracasado también en el intento de recuperar Izúcar, y el 2 de marzo, los pudieron romper el sitio, evacuando Cuautla para evitar una masacre de civiles. En la defensa final de esa plaza de lo que actualmente es el estado de Morelos participaron también los propios habitantes de la villa, destacándose un grupo de niños llamados Los Emulantes. Este batallón infantil insurgente fue encabezado por el hijo natural del cura Morelos, Juan Nepomuceno Almonte, y formaba parte del él Narciso Mendoza, mejor conocido en la historia de México como el Niño Artillero. Habiendo desalojado Cuautla, los insurgentes se dispersaron hacia el oriente, rumbo a Izúcar y Chiautla.

Acosados por el ejército español, los insurgentes se trasladaron hacia el oriente de Puebla, tomaron la villa de Orizaba, y se enfrentaton al ejército virreinal en las cumbres de Acultzingo, en el límite de Puebla y Veracruz. Nuevamente, el enfrentamiento no dejó un vencedor claro, y como en Cuautla e Izúcar, los insurgentes tuvieron que desplazarse, en esta ocasión hacia el sur. Luego de capturar Tehuacán, Morelos y su ejército ocuparon la ciudad de Oaxaca, donde instituyó un gobierno autónomo. El gobierno insurgente de la ciudad de Oaxaca duró de 1812 a 1814, cuando fue recuperada la población por el ejército realista. Más allá de representar la primera y única vez en que Morelos fue capaz de tomar el control de una ciudad importante, fue Oaxaca el sitio donde Morelos se delindó finalmente de la tesis fernandista de la Junta de Zitácuaro (ya establecida y moribunda en Sultepec). En Oaxaca, Morelos convoca a la formación de un Congreso Nacional con representantes electos por voto popular. La cita sería en Chilpancingo.

Con el propósito de llegar a Chilpancingo para el Congreso Nacional, el ejército de Morelos se dirige hacia la Costa Grande, y finalmente rinde el castillo de San Diego de Acapulco, en agosto de 1813. De esta suerte, la comunicación marítima con Filipinas por el océano Pacífico quedó bajo control de los insurgentes.

Congreso de Chilpancingo  

José María Morelos. Rechazó los títulos de Su Alteza y Generalísimo, concedidos por el Congreso de Chilpancingo. En cambio, se hizo llamar Siervo de la Nación.Las múltiples victorias del ejército de Morelos habían dado al cura de Carácuaro un prestigio del que carecía López Rayón y sus deslucidos enfrentamientos contra los españoles en Valladolid y Zitácuaro, de donde fue expulsado con la Junta en 1812. En cambio, hacia mediados de 1813, Morelos dominaba gran parte del sur de las intendencias de México, Puebla y Oaxaca. Gracias a esa autoridad militar, Morelos pudo dar un giro radical al planteamiento político de la revolución independentista. Para ello, se apoyó en numerosos personajes que participaron en el Congreso de Chilpancingo convocado por él en junio de 1813; congreso que se llevó a cabo en septiembre de ese mismo año, luego de la captura de Acapulco.

La consumación de la independencia.

El 24 de febrero de 1821, con el respaldo de Guerrero, Iturbide firmó un documento en que invitaba a todos los habitantes de la Nueva España a olvidar sus divisiones y a unirse para alcanzar la independencia. A este documento se le llamó Plan de Iguala o de las Tres Garantías.

Al ejército de Iturbide se le unieron fuerzas rebeldes de todas partes de México. El 24 de agosto de 1821, El Virrey Juan O’Donojú e Iturbide firmaron el Tratado de Córdoba, que reconoce a México como una nación independiente bajo los términos del Plan de Iguala. Iturbide incluyó un artículo en el tratado que daba la posibilidad de que el congreso Mexicano podía escoger a un rey criollo si ningún miembro de la realeza europea aceptaba el trono de México. Este artículo permitió que Iturbide tomara el trono Mexicano poco después.

El virrey Juan O’Donojú convenció al General Novella a desalojar al Ejército Real entre el 13 y el 22 de Septiembre de 1821. El 27 de septiembre de 1821 entró Iturbide triunfante a la Ciudad de México al frente del Ejército Garantes, todo el país celebró la consumación de la Independencia.

El primer acto de la Junta Provisional de Gobierno integrada por 34 personas incluido Juan O’Donojú, consistió en decretar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano el 28 de Septiembre de 1821.

El 3 de Octubre de 1821, la Capitanía General de Guatemala (formada por Chiapas, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Honduras) declaró su independencia e incorporación al Imperio Mexicano.

El 18 de Mayo de 1822 un grupo de soldados salieron a las calles a gritar victores en favor de Agustin de Iturbide para que aceptara el trono de México. Al día siguiente el 19 de Mayo de 1822 el Congreso Soberano nombró a Iturbide Emperador por 77 votos a favor y 15 en contra. El 21 de Mayo de 1822 fue publicado el decreto que oficializaba la dominación. La coronación de Agustin I Primer Emperador Constitucional de México se llevó a cabo el 21 de Julio de 1822. El naciente Imperio Mexicano abarcaba más de 5 millones de Km2, desde el actual Estado de California hasta el Istmo de Panamá.

La Constitución de 1857

Fue una constitución liberal escrita en México durante la presidencia de Ignacio Comonfort. Fue promulgada el 5 de febrero de 1857 y estableció políticas liberales tales como: libertad de expresión, libertad de conciencia, libertad de asamblea y la libertad de levantarse en armas. Garantizó libertades básicas civiles a los mexicanos; reafirmó la abolición de la esclavitud; eliminó la prisión de deudor; separó la educación de la religión; y disminuyó el poder de la iglesia católica. Eliminó todas las formas de castigo cruel e inusual, incluyendo la pena de muerte. Eliminó todas las alcabalas en México. Prohibió los títulos de nobleza, honores hereditarios y monopolios. También dictó que cualquier esclavo que pisara territorio mexicano sería liberado. Esto hizo que México fuera un paraíso para los afroamericanos que escapaban de la esclavitud en los Estados Unidos.

Esta constitución junto con el Plan de Ayutla y otras reformas liberales polarizaron la sociedad mexicana y la llevaron a la Guerra de Reforma.

El 5 de febrero de 1903 en protesta contra el régimen de Porfirio Díaz un grupo de liberales colocó en el balcón de las oficinas del periódico El hijo de El Ahuizote un gran crespo negro en señal de luto y la leyenda “La Constitución ha muerto”, haciendo referencia a la promulgada en 1857. Este acontecimiento fue un antecedente de la revolución armada de 1910, que derrocó a Díaz y terminaría con la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917 durante el gobierno de Venustiano Carranza.

Guerra de Reforma

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República Restaurada (1864-1867)

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La Guerra de Reforma de México o también conocida como La Guerra de los Tres Años, transcurrió desde el 17 de diciembre de 1857 hasta enero de 1861. Fue el conflicto armado que enfrentó a los dos bandos en que se encontraba dividida la sociedad mexicana: Liberales y Conservadores. Dió inicio cuando el general conservador Felix Zuloaga, dio a conocer el Plan de Tacubaya, el cual demandaba la abrogación de la Constitución de 1857, la permanencia de Ignacio Comonfort en la presidencia y la convocatoria de un Congreso extraordinario, el cual se encargaria de elaborar otra carta constitucional que, según los conservadores, “garantizara los verdaderos intereses del pueblo”. Dos dias despues de su publicación, Comonfort(Presidente electo en ese momento) se adhirió al Plan de Tacubaya. Benito Juarez(Presidente de la Suprema Corte de Justicia en ese momento) defendió enérgicamente la Constitución y se negó a colaborar con los conservadores. Por esta razón, Comonfort ordenó que lo detuvieran y lo mantuvieran en prisión. Con el transcurso de los años, la guerra se hizo más sangrienta y polarizó a la gente en la nación. Muchos de los moderados se unieron a los liberales, convencidos de que era necesario acotar el gran poder económico y político de la Iglesia Católica. Por un tiempo los liberales y conservadores tuvieron gobiernos paralelos, con la sede del gobierno conservador en la ciudad de México y los liberales en Veracruz. La guerra terminó con la victoria de los liberales y el presidente Benito Juárez instaló su administración en la ciudad de México. Una vez que el Congreso Constituyente había cumplido con su tarea de elaborar una nueva constitución, se hizo la convocatoria para realizar elecciones tanto de los poderes federales como los de los estados; tocó entonces a las legislaturas estatales el arreglo de las constituciones particulares de cada estado, de acuerdo con la constitución general. Se reunió así el primer Congreso Constitucional que trabajaría ya bajo los principios de la carta magna del 1857.

Antecedentes

En 1857, la situación llegó a ser delicada, tanto que este primer Congreso Constitucional, que había elegido a Comonfort presidente de la República y a Benito Juárez presidente de la Suprema Corte de Justicia, confirió al Ejecutivo facultades extraordinarias para gobernar. El tenor de los hechos impidió incluso que se respetaran los artículos constitucionales relativos a las garantías individuales en tanto continuara la inestabilidad, la cual más que disminuir aumentó en una de las guerras más cruentas del país

La Constitución de 1857 abrió el camino para romper con algunos de los resabios del orden colonial, pero la Guerra de Reforma fue el trámite necesario para imponer el concepto de modernidad de los liberales. La amenaza de golpe de Estado en el país y la debilidad del presidente para actuar firme y decididamente, precipitó el estallamiento franco de la lucha. En diciembre de 1857, Félix María Zuloaga proclamó el Plan de Tacubaya en el que se estipulaba que cesaba de regir la Constitución y que Comonfort seguiría al frente del Ejecutivo, gobernando con amplias facultades; convocaba a un congreso extraordinario que redactaría una nueva constitución de acuerdo con la voluntad nacional, cesando entre tanto a todas aquellas autoridades que no secundasen este plan.

Presionado por las circunstancias, Comonfort decidió unirse a los sublevados. Parte de su equipo de colaboradores renunció a sus puestos mientras que Benito Juárez, presidente de la Suprema Corte, Isidoro Olvera, presidente del Congreso y algunos diputados fueron conducidos a prisión. Los estados de la República se dividieron en aquellos que apoyaban al Plan de Tacubaya y los que defendían el orden constitucional.

 

Los conservadores, por su parte, presionaron a Comonfort para que derogara las reformas liberales, a lo cual él se negó. Luego, trató de buscar una reconciliación con el ala liberal; encarceló a Juárez y llevó a cabo enfrentamientos armados contra los conservadores, en los cuales saldría mal librado. Ante lo inútil de su resistencia decidió no continuar en la lucha y abandonó el país dejándolo inmerso en una guerra civil.

Imperio de Maximiliano

Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg (6 de julio de 1832 – 19 de junio de 1867) nació siendo Archiduque de Austria y Príncipe de Hungría y Bohemia pero renunció a sus títulos para convertirse en el Emperador Maximiliano I de México, quien encabezó el Segundo Imperio Mexicano de 1864 a 1867.

Primeros años

Maximiliano nació en el Palacio de Schönbrunn de Viena, Austria, del matrimonio Habsburgo María Luisa.

Sofía y Francisco se hicieron de una amistad íntima que provocó rumores en la corte que Sofía nunca se molestó en desmentir. Cuándo Sofía estaba embarazada de su segundo hijo, Francisco moría de tuberculosis, y se decía que en realidad el niño que esperaba era hijo del Duque de Reichsdtat y nieto de Napoleón. Ese niño fue Maximiliano.

En Trieste, Italia, fue marino muchos años y vivió mucho tiempo en alta mar; colaboró en el triunfo de su país en la guerra con Italia.

Conoció a la princesa portuguesa María Amalia de Braganza, ambos tenían planeado casarse pero ella enfermó de gravedad y murió antes de casarse en la isla de Madeira dónde pasó sus últimos años. Maximiliano quedó muy dolido por ésta pérdida y vivió enamorado de María Amalia llevando siempre consigo un anillo que contenía un rizo de la prncesa fallecida que usó hasta el día de su muerte.

El 27 de julio de 1857 contrajo matrimonio con la Princesa Carlota Amalia de Bélgica, hija del Rey Leopoldo I Rey de los Belgas. Pero el matrimonio fue puramente por interés económico, pues Maximiliano necesitaba desesperadamente el dinero para pagar las deudas de la construcción de un castillo en Trieste en la costa del Adriático.

Su suegro presionó al Emperador Francisco José para que diese al Archiduque Maximiliano el nombramiento de Virrey del Reino Lombardo-Véneto. Así cumpliría las ambiciones dinásticas para su hija; vivieron entonces en la ciudad de Milán hasta el año de 1859, fecha en que el emperador austríaco lo removió de su puesto, porque los planes de guerra no entraban en los ideales de Maximiliano, quien tenía ideas demasiado liberales para Francisco José. Al poco tiempo de la renuncia de Maximiliano, Austria perdió sus posesiones en Italia y el archiduque decidió retirarse de la vida pública en su Castillo de Miramar, muy cerca de Trieste.

La Corona de México [editar]En 1859 Maximiliano fue contactado por primera ocasión por los conservadores mexicanos, los cuales buscaban un príncipe europeo para ocupar la corona del Segundo Imperio Mexicano, el cual apenas planeaban, con el apoyo de Francia y de la iglesia católica. Maximiliano no se interesó en los planes y prefirió marcharse a una expedición botánica a los bosques tropicales de Sudamérica. A su regreso, en 1863, Napoleón III de Francia presionó a Maximiliano para aceptar el trono; le mostró los resultados de un plebiscito realizado en la Ciudad de México. Los resultados señalaban que una gran mayoría de los mexicanos solicitaba su presencia como emperador. Decidió aceptar la oferta, no sin antes renunciar a todos sus títulos que tenía en Europa.

 

El plebiscito mostrado a Maximiliano se había realizado en la Ciudad de México, aunque bajo la presión de las tropas francesas en la capital mexicana, y sin ser suficientemente amplio. Adicionalmente, hacía apenas cuarenta años que el primer emperador mexicano Agustín I había sido derrocado, desterrado y posteriormente fusilado. En todo ese tiempo los intentos españoles por reconquistar el país, la Guerra de Texas, los conflictos entre liberales y conservadores, la brutal invasión estadounidense y la más reciente invasión francesa habían vaciado las arcas de la hacienda pública. Una parte importante de los mexicanos había abandonado sus esperanzas en las alternativas políticas de la aristocracia y dio su apoyo a Benito Juárez, el primer presidente indígena de América, un firme partidario del sistema republicano.

 

El Porfiriato

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Intervención Estadounidense (1847-1848)

Revolución de Ayutla (1854-1855)

Leyes de Reforma (1855-1857)

Guerra de Reforma (1857-1861)

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Bandera del porfiriatoEn la historia de México, se denomina porfiriato a los aproximadamente 30 años que gobernó el país el general Porfirio Díaz en forma intermitente desde 1876 (al término del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada), hasta mayo de 1911 (en que renunció a la presidencia por la fuerza de la revolución encabezada por Francisco I. Madero y los hermanos Flores Magón).

El fallecimiento de Benito Juárez en 1872, significó la pérdida del único líder civil capaz de dominar al militarismo renaciente, que trabajaba furtivamente dominado por la figura de Porfirio Díaz, quien se venía haciendo notorio desde diez años atrás. Presintiendo que el presidente Lerdo de Tejada intentaría reelegirse, Díaz volvió a levantarse en armas. Formado en las Luchas por la Reforma y contra la intervención extranjera, Díaz gozaba de gran prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país. Con el triunfo del Plan de Tuxtepec, el cual lo llevó a la Presidencia de México para gobernar el periodo que comprende de 1877 a 1911 con un breve intermedio durante el gobierno de Manuel González.

En los 31 años del porfiriato se construyeron en México más de 19 mil kilómetros de vías férreas; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital extranjero y se impulsó la industria nacional. A partir de 1893 se sanearon las finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran confianza en el exterior; el presupuesto de ingresos y egresos registró superávit y se organizó el sistema bancario.

En este periodo se continúo el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la educación en todos sus niveles. Hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel Chávez, Enrique Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de niños hasta la educación superior pasando por la formación de maestros. Al término de esta etapa, sin embargo, más del 70 por ciento de la población seguía siendo analfabeta.

Aunque Porfirio Díaz reiteraba que ya el país se encontraba listo para la democracia, en 1910, a la edad de 80 años, presentó su candidatura para una nueva reelección. Ante estos hechos, Francisco I. Madero convocó a la rebelión, la cual surgió el 20 de noviembre de ese año.

Chihuahua fue el escenario de las derrotas porfiristas: Ciudad Guerrero, Mal Paso, Casas Grandes, Chihuahua y Ciudad Juárez, aunque irrelevantes en el plano militar, fueron las batallas que facilitaron el camino de los revolucionarios hacia la victoria. Habiendo obtenido esos fracasos en el terreno militar y otros en el plano de las negociaciones, Díaz prefirió renunciar a la presidencia y abandonó el país en mayo de 1911. No quizo ensangrentar al país o correr el riesgo de propiciar de nueva cuenta la intervención yanqui. Su ejército casi intacto y sus enormes recursos económicos no se pusieron en contra de la patria que tanto amó.

Impulso a los ferrocarriles

Porfirio Diaz MoriDesde la toma de la presidencia en 1877, ferrocarriles; se destacaba entonces que México había pasado de los caminos de herradura a los de hierro.

Primero se enfrentó la desconfianza de los capitalistas extranjeros para invertir en México, a causa de su golpe militar. La elección del general Manuel González como presidente de la República en 1880, parecía abrir la puerta a los inversionistas, especialmente estadounidenses. El nuevo mandatario formalizó dos concesiones otorgadas por el general Porfirio Díaz, poco antes de entregar la presidencia, a empresarios norteamericanos; una de ellas, a la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano, para construir la línea México a Paso del Norte por Querétaro, Celaya, Salamanca, Irapuato, Guanajuato, Silao, León Aguascalientes, Zacatecas y Chihuahua, con un ramal hacia el Pacífico por Guadalajara. La otra se otorgó a la Compañía Constructora Nacional Mexicana, que se convertiría más tarde en Compañía del Ferrocarril Nacional Mexicano, para construir dos líneas de vía angosta: de México a Manzanillo, por Toluca, Maravatío, Acámbaro, Morelia, Zamora y la Piedad; y de México a Nuevo Laredo, por San Luis Potosí, Saltillo y Monterrey.

Una vez abierto el camino a los inversionistas extranjeros, se produjo un alud de solicitudes y concesiones. En 1882 y 1883, durante el gobierno de González, se construyeron 3,821 kilómetros de vías, nivel que no sería superado en el “propio” Porfiriato.

A pesar de la fiebre en la construcción de ferrocarriles durante la época porfirista, los registros históricos señalan que los contratos otorgados sin orden ni sistema, no formaban parte de un programa oficial fundamentado en estudios sobre zonas de producción, consumo y distribución de población.

Durante el porfiriato, la inexistencia de proyectos específicos para marcar la directriz sobre el rumbo, longitud y característica de las líneas, provocó que las compañías extranjeras hicieran las grandes rutas troncales -Nacional, Internacional y Central- como una simple prolongación, en territorio mexicano, de las vías ferroviarias norteamericanas, para servir casi exclusivamente a la exportación de los productos mineros, agrícolas y ganaderos hacia el vecino país.

Otras rutas importantes, también construidas con capital extranjero, fueron el Ferrocarril Mexicano, el Ferrocarril Interoceánico y el de Veracruz al Istmo, que estaban fundamentalmente destinadas al transporte de bienes para el comercio exterior con Europa.

La creación del Ministerio de Comunicaciones y Obras Públicas, en 1898 fue el primer intento para controlar las anárquicas y subvencionadas concesiones ferrocarrileras; el gobierno decidió regular de modo más directo el régimen de éstas y los requisitos para obtenerlas, lo que originó la primera Ley General de Ferrocarriles, expedida ese mismo año, cuando se contaba con poco más de 12 mil kilómetros de vías construidas.

La creación de los Ferrocarriles Nacionales de México, tuvo lugar en 1908, al fusionarse en una sola compañía; por iniciativa y bajo control del gobierno, los sistemas de Ferrocarril Central Mexicano y del Ferrocarril Nacional de México, controlados por dos poderosos consorcios norteamericanos, la Standard Oil Co., y la Casa Speyer, respectivamente, cuya expansión y desarrollo habían sido notables en aquellos años.

Los Ferrocarriles Nacionales de México consolidaron los sistemas del Central, del Nacional y del Interoceánico, más las líneas dominadas por éstos, alcanzando 11 mil 404 kilómetros de vías en total. La nacionalización abarcó alrededor del 58 por ciento de la red ferroviaria.

Hacia fines de 1890, quedaron consolidados también los ferrocarriles yucatecos de vía angosta, que conectaban a Mérida con Campeche, Muna, Valladolid y Peto, integrando los Ferrocarriles Unidos de Yucatán.

Al término del Porfiriato existían en el país, ocho líneas de vía ancha en construcción, 49 de vía angosta y otras 13 sin terminar, además de líneas estatales y pequeñas líneas particulares.

 

Caminos

Durante el período del Porfiriato, el esfuerzo en materia de comunicación estuvo volcado sobre los ferrocarriles. Poco se realizó en materia de caminos; la construcción de éstos no sobrepasó los mil kilómetros y el objetivo principal era alimentar las estaciones de los ferrocarriles y, en menor cuantía, comunicar zonas que carecían de medio de transporte. El descuido era tal que los caminos que unían poblaciones pero que no conducían al ferrocarril, se encontraban intransitables.

 

Ferrocarriles MexicanosEl gobierno consideraba la construcción de nuevos caminos comunicadores de regiones importantes y la conservación de los ya existentes. En 1893, el interés parece más firme y el Presidente Porfirio Díaz declaraba: “Como para el mantenimiento del tráfico de las vías férreas son necesarios los productos agrícolas y mineros de comarcas que aún no disfrutan de ese medio de transporte, el Ejecutivo atiende a la reparación de las carreteras ya existentes y a la apertura de algunas nuevas, cuya necesidad se justifica, en cuanto se lo permitan las preferentes atenciones del erario y ayudado para tal efecto a los estados, que son los directamente interesados en esas mejoras”.

 

Se pusieron en marcha las obras y el camino de Tehuacán a Oaxaca y Puerto Ángel; se abrió el tramo del Infiernillo y se terminó el camino de Tula a Ciudad Victoria. En 1895 se expidió una ley que encargaba a los estados, la responsabilidad de la reparación y conservación de los caminos dentro de su territorio, correspondiendo a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, la atención de aquéllos que tenían el carácter de vías federales. En virtud de este mismo ordenamiento, se concedían subsidios a las entidades federativas para la construcción de sus caminos estatales.

 

En 1896 se reparó el camino de Guadalajara a Tepic y se prolongó a San Blas al año siguiente. En 1901, se terminó el de Paso de Parras a San Marcos, Aguascalientes, y en 1902 se firmaron contratos para la construcción de los caminos de Chiapas de Corzo a la frontera con Guatemala, de Mazatlán a Culiacán y se inició la construcción del puente sobre el río Grijalva, obras que se terminaron en 1909. En septiembre de 1905, se estableció una Junta Directiva encargada de la conservación y reparación de las carreteras troncales o generales; la primera en ser atendida, fue la de México a Toluca y en seguida la de México a Puebla, de la que en 1910 se habían instalado 21 kilómetros. El camino de Iguala a Chilpancingo fue inaugurado el 1° de mayo de 1910. Para estas fechas, también se comenzaba el de Chilpancingo al puerto de Acapulco y se avanzaba hasta algo más de 60 kilómetros, en el de Ciudad Victoria a Soto La Marina.

 

El transporte de carga por esos caminos seguía realizándose con mulas, carros y carretas de poco volumen, lo que hacía muy lento y costoso el traslado de mercancías; la transportación de pasajeros quedaba a cargo de las diligencias, la litera, el guayín y el caballo. La clasificación del camino dependía de la cantidad de ganado que transitara; un buen camino era aquel que soportaba una recua de 100 mulas.

 

Hasta 1910 eran transitables los siguientes caminos, construidos o reparados durante el régimen de Porfirio Díaz:

Mérida a Progreso

Mérida a Campeche

Xalapa a Perote

Matehuala a Linares

Guadalajara a San Blas

Guaymas a Punta Blanco

Comitán a San Benito

San Juan Bautista a San Cristóbal las Casas

Oaxaca a Miahuatlán y a Puerto Ángel

Tula de Tamaulipas a Ciudad Victoria

Linares a Saltillo

Galeana a Ciénega del Toro

Querétaro a Guadalajara

Guadalajara a Ahuacatlán y a Tepic

México a Querétaro

México a Toluca

México a Veracruz por Orizaba y Córdoba

Mazatlán a Culiacán

Chiapa de Corzo a la Frontera con Guatemala

Iguala a Chilpancingo

Huamantla a Nautla

Puebla a Oaxaca por Tehuacán

Toluca a Morelia

Actividad marítima y portuaria [editar]Durante esta época la marina mercante nacional recibió un impulso inusitado. Se legisló mediante códigos de fechas 1884 y 1889 y se reconoció que la marina se encontraba en un estado deplorable.

El jefe del Departamento de Marina, de la Secretaría de Guerra y Marina, opina en 1889 que la creación de la Marina Mercante Nacional es una idea tan noble como levantada y por lo mismo, había que fomentar la construcción de astilleros y de barcos para ella.

En 1897 fue inaugurada la H. Escuela Naval Militar en la que se preparaban oficiales para la marina mercante. También se crearon las compañías Transatlántica Mexicana, la Mexicana de Navegación y la Naviera del Pacífico, que perduraron por varias décadas.

Al final del Porfiriato se intensificó el tráfico marítimo en el Golfo, toda vez que llegaban periódicamente buques de diez compañías navieras, entre europeas, americanas y mexicanas. Por lo que toca al Pacífico, sólo una línea inglesa y dos mexicanas daban servicio.

Con el crecimiento del tráfico marítimo hubo necesidad de acondicionar varios puertos, como los de Veracruz, Manzanillo, Salina Cruz y especialmente el de Tampico.

Motivo de preocupación del gobierno, fue el enlace de los puertos con el interior del país y para ese fin se construyeron las vías férreas que comunicaron a Veracruz con la capital, Salina Cruz y Coatzacoalcos; no se concluyó la de México a Acapulco y solamente una parte de la México a Tampico.

Los trabajos se realizaron de manera continua durante el gobierno del general Díaz, y hacia fines del siglo se indica que se firmaba un contrato para mejorar y sanear el puerto de Manzanillo; se reconocían la costa e islas orientales de Yucatán para el establecimiento de su señalización; se instalaban las oficinas del servicio de faros en los puertos de Progreso, Puerto Ángel y Mazatlán, dándose principio a las obras de instalación del faro en punta de Zapotitlán y se encontraba ya en servicio el de Isla Mujeres; se hacían trabajos de reconocimiento en la costa de Campeche para estudiar la mejor localización del puerto; se llevaba a término el proyecto del nuevo puerto de Altata; continuaban las obras del puerto y saneamiento de Manzanillo. En Tampico se comenzaban los trabajos para la reconstrucción del muelle fiscal; se inauguraban varios faros en la costa oriental de Yucatán y en Puerto Ángel, Oaxaca, así como algunas balizas luminosas en Antón Libardo, Veracruz y en el Puerto de La Paz, Baja California. Los puertos de Veracruz, Tampico y Salina Cruz, siempre merecieron la más alta atención del gobierno del General Díaz.