2.1.1 ANTECEDENTES DEL LIBERALISMO SOCIAL
El liberalismo económico no aparece de la noche a la mañana, sino que va tejiendo sus fundamentos a lo largo de muchos años, manifestándose en el pensamiento de Hobbes, Hume y Mandeville, explicando la importancia de la libertad económica. El liberalismo económico es la esencia de la escuela clásica y del neoliberalismo actual
M. Rosas. 14
Debe reconocerse que el liberalismo económico es la doctrina del “dejar hacer, dejar pasar” y de la no participación del Estado en la economía, y que el siglo XIX reconoce su triunfo, con la idea de la mano invisible a partir de la cual la economía se autorregula, y la ley de mercado de Say, donde toda oferta crea su propia demanda. Sin embargo, la crisis del primer cuarto del siglo XX debilitó dichos postulados económicos dando lugar a la aplicación de la corriente keynesiana que logró corregir desajustes cíclicos y deficiencias del mercado, a partir de la idea de la intervención estatal.
Pero, aquellos postulados vigentes en la primera mitad del siglo XX, perdieron actualidad con la crisis económica de los años setenta, dando lugar a las políticas neoliberales. Éstas emprendieron una critica renovada a toda expresión de intervencionismo estatal en la economía, recalcando la eficiencia la economía del mercado como eje central para corregir la inflación y eliminar las barreras administrativas e insistiendo en que el “Estado benefactor” o “Estado asistencial”, además de su incapacidad para sacar adelante a las naciones de la crisis, constituyen un obstáculo para una sana economía.
El Neoliberalismo supone que la solución es reducir el aparato estatal, a través de la apertura de la economía y el regreso a los precios del mercado verdadero, ya no distorsionado por la intervención estatal, exigiendo a los gobiernos las siguientes características que pretenden devolverle la hegemonía rectora al mercado:
a) Reducción de gasto público
b) Privatización de empresas y ámbitos estatales
c) Políticas monetarias restrictivas
d) Reducciones salariales
14 Guía de autoestudio de Historia del pensamiento económico, pp. 45-50. “El Estado no debe intervenir en asuntos económicos” y “el interés personal es la fuente del desarrollo de la sociedad” apuntaba Hobbes (1588-1679). Mandeville (1670-1733) señalaba que “la prosperidad aumenta más por los gastos que por los ahorros”, además de coincidir en que la gente es importante en el logro del bienestar de la sociedad y la participación del gobierno como mero promotor. Hume (1711-1776) indicaba que la cantidad de dinero modifica las costumbres de las gentes, además, siempre tiene presente la idea de libertad. También los fisiócratas son precursores, a través de su lema “dejar hacer, dejar pasar” ( laissez-faire, laissez-passer).
Esta política se pone en práctica en el país desde inicios de los años ochenta.
El propósito de la austeridad que conlleva esta política no ha sido únicamente reducir los recursos financieros para pagar la deuda ni contener la inflación, sino lograr cambios estructurales para reorganizar la economía interna y alcanzar una nueva forma de inserción en el mercado mundial.
En los siguientes apartados analizaremos las principales medidas aplicadas en nuestro país, desde finales de la década de los ochenta, que han llevado a asumir el modelo neoliberal, bautizado en marzo de 1992 por el presidente en turno Carlos Salinas, como “liberalismo social”, ello, al conmemorar el LXIII aniversario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde el ejecutivo federal distinguió claramente, en relación con el pasado: las diferentes instancias de la nueva política y define el carácter del partido oficial y del gobierno; estatuye la jerarquía de una nueva ideología; propone un modelo alternativo al “Estado de bienestar” nacionalista, y anuncia al país un “nuevo” Estado.
En el Primer informe de Salinas, la convocatoria se dirigió hacia la reforma del Estado y, en esta ocasión, el gobierno definió el significado ideológico de un a serie de acciones con el nombre de “cambio estructural” o “modernización”. Se criticó de la manera más sutil el excesivo tamaño que adquirió el Estado, planteando la necesidad de regresar a las tareas básicas que le fueran asignadas y dejar de atender, administrar y canalizar recursos gubernamentales hacia actividades que no le correspondían. Que el Estado se retirara de alguna actividad económica privatizando industrias tenia su justificación en la promesa de que esos recursos liberados podrían atender alguna de las demandas más sentidas de la población.
En el Segundo Informe, planteó la necesidad de adecuar al país a los vertiginosos cambios que experimentaba el mundo: el fin de la guerra fría, el término de la bipolaridad, la globalización de los mercados, la interdependencia financiera, el recrudecimiento de la competencia y la revolución científica tecnológica que ha afectado la vida productiva y cotidiana. El planteamiento suponía la propuesta de avanzar en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá.
En el Tercer Informe se reiteró la voluntad de cambio a que se había comprometido el Estado. Varios fueron los anuncios que Salinas de Gortari hizo en esta ocasión: elevar un rango constitucional la Comisión de Derechos Humanos, modernizar las relaciones con la Iglesia y la educación y hacer productivo el campo. En síntesis, se quería dar validez institucional al proceso modernizador mexicano.
En el Cuarto Informe de gobierno se dio un giro sustantivo al anunciar el fin de los cambios y la entrada a un periodo de consolidación que debe darse en los más diversos ámbitos de la política, la cultura y la economía. Sólo en el aspecto referente a los procesos electorales, el presidente combinó acciones destinadas a su consolidación con nuevos intentos para perfeccionarlos e introducir cambios y entre otros se comprometió a avanzar en tres puntos de la reforma política:
- Hacer transparente el origen de financiamiento de los partidos.
- Poner topes a los costos de las campañas electorales.
- Trabajar en torno a los medios de comunicación y a los procedimientos que garantizaran imparcialidad en los procesos electorales.
Podemos decir que las transformaciones en México abarcan todos los aspectos de la vida, tanto económicos como sociales y políticos, pero en lo político el sistema de partido único y la falta de democracia sigue sin solución y sin cambios profundos, como se podrá constatar más adelante, aunque se haya modificado el artículo 82 de la Constitución, y aunque el PRI sea por primera vez la oposición, en el sexenio 2000 -2006.