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Filosofía 2 – Sexto Semestre

1.4.1. Idea general de la polémica Racionalismo-Empirismo

Acordes con esos grandes cambios de la Revolución filosófica-científica y tecnológica desarrollada en los siglos XV, XVI y XVII, en el plano de la Filosofía en general y de la Gnoseología, Epistemología o Teoría del conocimiento en especial, se van a ir sucediendo una serie de discusiones respecto del problema del conocimiento. Es decir respecto del tradicional problema epistemológico de ¿Cuál es el origen y fundamento del conocimiento humano? Se irán vertiendo a lo largo de todos esos años, diversos puntos de vista. Los cuales en general, bien podemos agrupar en dos grandes vertientes o corrientes de pensamiento epistemológico, que serán las del Racionalismo y la del Empirismo. Diversos pensadores van a considerar, sin excluir a una u otra facultad humana, ya sea al entendimiento humano o la percepción sensible, que lo primordial es la razón, racionalistas, o que lo primordial es la experiencia sensible, los empiristas.

Esta llamada “polémica” o discusión extrema respecto del fundamento y origen mismo del conocimiento, se encuentra en la base y fundamento mismo de la Ciencia, la Filosofía y el paradigma de la época moderna.

Quizás lo más significativo de esta llamada “polémica”, radica en el hecho de que indirectamente vino a sustituir a la polémica medieval entre la Fe y la Razón. Discusión esta última que por lo general se inclina, en el período medieval, a pensar que la verdad por excelencia y la verdadera fuente del conocimiento, se encuentran en la Fe. Y aún más, que la verdad y la verdadera ciencia se encontraban el las sagradas escrituras. Pero esa vieja polémica entre la Fe y la Razón, ya desde el inicio del paradigma de la modernidad, como decimos, será sustituida por la nueva polémica entre la razón y la experiencia, desarrollada por diversos pensadores y estudiosos, de filiación racionalista y empirista, a lo largo de todo el siglo XVI y XVII, y aún más adelante.

1.3.3 Nicolás Copérnico y Galileo Galilei, como dos científicos importantes en la ruptura epistémica del paradigma medieval

A continuación veras cómo enfrentaron dicha situación algunos de los protagonistas de la llamada ruptura epistémica del paradigma Aristotélico-Ptolomeo-Tomista.

Nicolás Copérnico Algunos autores opinan que la principal contribución de Copérnico a su época estribó; no tanto en lo que aportó (ya mencionamos que no fue novedoso), sino

1 Copleston, F.: Historia de la Filosofía

en cuanto a que encarnó el nuevo espíritu científico y crítico del Renacimiento, pues se atrevió a romper decididamente con el pasado.

Copérnico, de nacionalidad polaca (otros lo consideran alemán), estudió Astronomía, Medicina y Derecho, además de haber pasado la mayor parte de su vida como canónigo. Sin embargo, su interés principal estuvo siempre en la Astronomía a la cual se dedicó por entero con vehemencia.

Buscó una explicación más racional que la que su época proporcionaba respecto al orden universal (sistema Aristotélico-Ptolomeo-Tomista), teoría que pudo plasmar en sus obras: Libro de las revoluciones de las esferas celestes y Breve comentario. Postuló un sistema de esferas que giraban alrededor del Sol en vez de la Tierra, en el cual introdujo la rotación de nuestro planeta y demostró detalladamente cómo su sistema podría explicar todas las observaciones astronómicas.

Al referirse al sistema heliocéntrico y a la distancia casi infinita entre una y otra estrella era necesario comprender que:

  • La Tierra no es el centro del Universo.
  • El Sol es el centro del Universo.
  • La Tierra rota sobre su eje.
  • La Tierra y los otros planetas giran alrededor del Sol.
  • No todos los planetas se mueven alrededor de un mismo centro.
  • La distancia entre los planetas es enorme.

Por supuesto que muchas de sus observaciones y aseveraciones fueron imprecisas (el Sol no es el centro del Universo, sino sólo del sistema al que pertenece nuestro planeta), esto lo sabemos actualmente. Sin embargo, con su planteamiento sembró la semilla en otros pensadores quienes, como Galileo, contestaron a múltiples preguntas que rebasaban la capacidad de respuesta que poseían Copérnico y sus contemporáneos: ¿Cómo es posible que la Tierra gire sin producir por ello fuertes corrientes de aire? ¿Cómo, por la misma razón, no se desvían los cuerpos en su caída?

Los efectos de la ahora llamada Revolución Copernicana no se dieron de forma inmediata, tardaron algún tiempo en evidenciarse en la conciencia de los pensadores más liberales de la época, en quienes provocó reacciones de entusiasmo.

Así por ejemplo, el italiano Giordano Bruno (1548-1600) con base en los preceptos copernicanos concibió al Universo como abierto e infinito, y aunque nunca hizo experimento ni observación alguna, defendió racionalmente las aseveraciones científicas, hecho que le ocasionó ser juzgado y condenado a morir en la hoguera por la Santa Inquisición. El danés Tycho Brahe (1546-1601) realizó un sinnúmero de observaciones, gracias a las cuales calculó con asombrosa exactitud la posición de las estrellas y planetas. Johannes Kepler (1571-1670) con sus famosas leyes pudo explicar la velocidad de los planetas al describir sus trayectorias en órbitas elípticas, y no circulares (idea de perfección para los griegos clásicos) como se afirmaba entonces.

Galileo Galilei Hemos dicho ya que Galileo Galilei no sólo estableció en definitiva el hecho de que la Tierra y otros planetas de un mismo sistema giran alrededor del Sol, sino que también dio pruebas concluyentes de ello (fue de los primeros que pudo observar la bóveda celeste a través de un catalejo o telescopio). A él se le conoce como el padre o diseñador del Método Experimental, mediante el cual aseguró un promisorio futuro para el conocimiento científico. Galileo observó que no era suficiente haber verificado a través de la observación telescópica las afirmaciones de Copérnico y sus adeptos, era necesario justificarlas y explicarlas para derrumbar las objeciones de una vez por todas, logrando lo que otros no habían podido: acceder a un conocimiento, por fin, exacto y confiable. Al formular una descripción matemática del movimiento de los cuerpos, puso a prueba todas las concepciones tenidas por válidas, sometiéndolas al filtro de su método. En efecto, Galileo encadenó sus argumentos y los conectó matemáticamente con los experimentos, los llevó hasta sus últimas consecuencias, y construyó, con ello, un reconocimiento inobjetable para la “nueva ciencia”.

1. Investiga y realiza un reporte respecto de las concepciones que se tenían del

Universo en: a) La mitología (en distintas culturas) b)La Filosofía antigua (en cualquier filósofo de la época) c) La Edad Media (en la religión judeo-cristiana)

2. Menciona las principales características del sistema geocéntrico.

  1. En un breve ensayo explica por qué el sistema heliocéntrico contribuyó a la ruptura epistémica de la época.
  2. Investiga algunos aspectos de la vida y obra de algunos estudiosos que bien podemos llamar “héroes de la ciencia” en la Edad media y el Renacimiento, así llamados por haber sido víctimas del poder y abuso de la Iglesia católica de aquellos tiempos.

imagen6La crisis medieval que propició y anunció en gran medida el surgimiento del Renacimiento, representa el derrumbe del geocentrismo. No sólo afectó el aspecto religioso (ruptura en el seno de la Iglesia romana) y científico (ruptura epistémica), sino que se extendió de manera notoria en el ámbito cultural en su más amplia expresión y en cada una de las facetas que lo contenían (política, económica, social y filosófica), adquiriendo una noción distinta del hombre con la naturaleza y la sociedad.

El espíritu crítico promovido y difundido por el humanismo en primera instancia, repercutió en los movimientos de la reforma religiosa, de reflexión en torno a la idea de hombre y la concepción de Universo muy distinta a la pregonada y defendida anteriormente; con ello se anunció el nacimiento de la nueva ciencia y de la modernidad. Los factores políticos, económicos y sociales que imperaban en Europa y que determinaron el surgimiento del régimen capitalista, se enfrentaron a serias críticas y reflexiones de los humanistas de la época, dudando en torno a que el sistema propuesto, no era -ni en mucho- el mejor de los mundos posibles para vivir. Ello originó una serie de propuestas con el fin de contrarrestar las condiciones infrahumanas a las que eran sometidas las clases trabajadoras. Propuestas que, por carecer de un sustento teóricamente sólido que las legitimara y, ante la imposibilidad de llevarlas a la práctica, fueron llamadas utopías.

La Revolución filosófica-científica y tecnológica, contribuyó en gran medida a la ruptura epistémica del paradigma medieval, y a la construcción o creación del paradigma de la modernidad. En ese fenómeno de deconstrucción de un viejo paradigma y construcción de uno nuevo, y más funcional, que estuviera acorde con los nuevos cambios en el contexto histórico-socio-cultural, contribuyeron toda una pléyade de filósofos, científicos y librepensadores, que en general bien pueden ser llamados héroes de la filosofía y de la ciencia o del conocimiento humano en general. Y de los cuales la vida y obras de Nicolás Copérnico y Galileo Galilei, son sólo una gran muestra.

1.3.2 Nueva visión filosófica científica del mundo, el hombre, la sociedad y la naturaleza

El surgimiento y desarrollo de la ciencia en el Renacimiento no se habría dado sin lamutua complacencia y evolución de la Filosofía. Ésta nunca ha estado aislada, por el contrario, se ha nutrido de los múltiples factores de la cultura humana, época tras época. Entre la Filosofía y la ciencia ha existido un diálogo permanente en cuanto a temas, objetivos y, sobre todo, métodos. La ciencia que surge en el Renacimiento se distinguió de cualquier otra explicación o descripción dada a la naturaleza y no tanto por los resultados obtenidos, como por la manera de conseguirlos.

El hombre del Renacimiento se olvidó de las sentencias de pensadores antiguamente venerados, de los prejuicios religiosos o teológicos, sustituyéndolos por los datos inmediatamente sensibles o de información empírica.

La observación tanto como la experimentación significaron un paso importantísimo en el desarrollo de la ciencia, pero sólo fue trascendental cuando las percepciones empíricas fueron evaluadas por el cálculo matemático.

Es bien conocida la comparecencia de Galileo ante la Santa Inquisición, dándose, por un lado, la confrontación entre prejuicio teológico y el dictamen aristotélico, y, por el otro, el recurso directo de los datos empíricos.

La mera observación, por ejemplo, no es un argumento suficientemente convincente para demostrar que la Tierra gira en torno al Sol (heliocentrismo), más parecía lo contrario (geocentrismo). Lo cierto es que la simple observación no permitiría alguna verificación al respecto. Para lograrlo habría que recurrir al apoyo indiscutible de las matemáticas.

Hemos insistido que en el Renacimiento se contempló y concibió de otra manera a la naturaleza. El problema emergente tendrá que corresponder a: ¿Cómo estudiarla? ¿Qué método es el más adecuado?. La dificultad no tuvo solución inmediata aun existiendo múltiples propuestas. Algunas pecaban de titubeantes y otras de dogmáticas, hasta que tras sortear infinidad de dificultades se abrió paso el Método Experimental como digno representante de la naciente ciencia.

La aparición de la ciencia moderna, o, mejor dicho, de la ciencia clásica en los periodos renacentista y posrenacentista, ejerció naturalmente un efecto profundo en las mentes de los hombres, abriendo para ellos nuevas perspectivas de conocimiento y dirigiéndoles hacia nuevos intereses. Ningún hombre sensato desearía negar que el progreso científico de los siglos XVI y XVII fue uno de los acontecimientos más importantes e influyentes en la historia.1

Es precisamente en el ámbito de la Astronomía (vinculada obviamente para entonces con la Geografía), donde se habría de producir el comienzo de una gran y decisiva ruptura epistémica con el sistema de pensamiento antiguo (greco-romano y medieval), proponiendo un nuevo paradigma de explicación para el orden universal, que se justificaba por el surgimiento de la revolución científica.

La observación y la experimentación permitieron exponer por primera ocasión y de manera plausible -aunque aún necia y dogmáticamente objetada por la Iglesia- la teoría heliocéntrica iniciada por Nicolás Copérnico (1473-1543) y establecida firmemente por Galileo Galilei (1564-1642). Sin embargo, es justo mencionar que la idea de rotación de la Tierra, ni era nueva ni surgió en dicho periodo, pues ésta se remontaba desde el siglo III a. C., con el filósofo y astrónomo griego Aristarco.

No obstante, fue en esta etapa donde se contó con un sustento teórico mayormente sólido (el cálculo matemático), también avalado empíricamente; se emplearon los avances tecnológicos puestos al servicio de la ciencia, como por ejemplo, el telescopio. Poco a poco ganó adeptos la afirmación de que la Tierra rotaba sobre su eje y de su movimiento alrededor de un Sol fijo, que la nueva Astronomía de la época describía, constituyéndose como la única ciencia que hasta entonces -con base a un sinnúmero de observaciones emparentadas con cálculos matemáticos- proporcionaba datos suficientemente precisos para permitir la construcción de hipótesis claramente establecidas y susceptibles de ser comprobadas. El cambio no fue fácil ni mucho menos, pues el abandono de una idea nos ha enseñado que la historia nunca ha sido sencilla, y menos para los propugnadores del cambio.

1.3.1 Ruptura epistémica del paradigma Aristotélico-Ptolemáico-Tomista

Como ya antes hemos indicado el problema del desmoronamiento del mundo medieval, significo un cambio en la visión que del hombre, la sociedad y la naturaleza se había tenido o soportado en Europa, durante toda la Edad media. Esa visión o paradigma medieval que era una combinación o mescolanza ideológica de Física y Lógica aristotélica tradicional, de la Astronomía geocéntrica de Ptolomeo, y del tomismo como la doctrina filosófico-religioso cristiano de Tomás de Aquino. Y que ya en el siglo XVI y XVII, con el Renacimiento se comienza a deconstruir o “romper”; en primera con la Reforma protestante que ya hemos abordado, y en segunda con la Revolución filosóficacientífica de la cual nos ocuparemos ahora en este tema 1.3.”Ruptura epistémica del paradigma medieval”, significa que la visión o interpretación que del hombre, la sociedad y la naturaleza, o en una sola palabra, del mundo se tenía; ahora en el Renacimiento, en el inicio de la modernidad, y especialmente con la Revolución filosófica-científica – como serie de cambios, descubrimientos e inventos, en la Filosofía, la Ciencia y la Tecnología: comenzaba a ser sustituido, destruyendo, deconstruyendo lo medieval y construyendo lo moderno, la modernidad.

El paradigma o visión medieval del mundo era sustituido por el paradigma del mundo de la modernidad, que se iniciaba con el Renacimiento. Del teocentrismo con Dios en el centro de todas las actividades humanas, se pasa al antropocentrismo. El paradigma medieval era teísta y el paradigma moderno humanista. En el paradigma medieval, el hombre y la sociedad, la vida del hombre, estaba determinada por Dios, el hombre no era más que un hijo de Dios y estaba obligado, en esa ética cristiana, a vivir como Dios manda a través de su Iglesia. La naturaleza era obra de Dios y debía ser preservada y respetada como tal y hasta el prejuicio.

En cambio con la ruptura epistémica, en el paradigma de la modernidad el hombre y sus facultades, especialmente con su razón, libertad y voluntad, que eran cualidades humanas inmensas, daban al hombre (y éste tenía ahora modernamente) la posibilidad de ser dueño de su individualidad, su sociedad y su historia. La naturaleza era considerada como obra de Dios, pero bien podía y debía, ser estudiada,, transformada y utilizada en pro de la solución y satisfacción de los problemas y necesidades humanas.