CAPÍTULO 1. CARACTERIZACIÓN DE LA CULTURA
Pretenden la caracterización de la cultura nos obliga a recordar que este concepto, como cualquier otro, ha sido acuñado a través del tiempo con la intervención de estudiosos de diferentes disciplinas que han querido delimitar aquella parte de la realidad a la que han de distinguir de la naturaleza. Así pues, como primer característica de la cultura observamos que se coincide en que es algo distinto a la naturaleza, lo dado, lo que está ahí en la intervención del hombre; la cultura es aquella parte de la realidad que ha sido puesta, creada, reproducida y administrada permanentemente por el género humano.
La cultura es un todo integral constituido por los utensilios y bienes que el hombre emplea y consume para la supervivencia de su especie, el cuerpo de normas que regula las relaciones intersubjetivas en los diversos grupos sociales, las ideas, las artesanías, las creencias y las costumbres. Pero esto no quiere decir que efectivamente se encuentre dividido nuestro entorno; por una parte lo dado (naturaleza) intacto, virgen, sin que nada tuviera que ver con los hombres, y por otro lado lo puesto (cultura) lo que existe gracias a la acción creadora de nuestra especie. No es así, ya que la sola presencia de algunos de los entes naturales extraídos de su contexto original para formar parte de un ambiente secundario creado por el ser humano para subsistir, es una clara muestra de que no vamos encontrar la naturaleza frente a la cultura en un espacio perfectamente definido. Así como la presencia de hombres o sus obras en medio de una exuberante selva son una huella que ha trascendido el tiempo, demostrando que no es inquebrantable el límite de la naturaleza.
Ese ambiente secundario al que hacemos referencia de resultados de la acción de los hombres en el mundo, la respuesta que el género humano ha dado a los problemas planteados por las necesidades nutricias, reproductivas e higiénicas que dependen del medio físico y la capacidad de adaptación del grupo. Es decir, al tomar conciencia de sus necesidades se incrementa el instinto exploratorio para aprovechar cualquier oportunidad que se haya presentado durante la búsqueda de lo que se requiere para satisfacer las necesidades y de esta manera garantizar la supervivencia de la especie que, a diferencia de otras especies animales, no sólo se adapta al medio sino que adapta y somete el medio, lo transforma y crea, a partir de lo que el mismo medio le ofrece, lo distinto; poniendo algo que ya no sólo es producto es jugarse el sino que va constituyendo su nuevo ambiente, más seguro, más cómodo y propicio para llevar a cabo nuevas creaciones de acuerdo con un proyecto de vida en el que ya figura como una nueva necesidades la renovación de ese medio ambiente secundario o artificial.
Pero ¿cómo lograr que lo creado no perezca? ¿cómo reproducirlo? No cabe duda que el sustrato material de la cultura, los artefactos, los utensilios y todo aquéllo que para su creación requirió de alguna materia, además de la inventiva humana, tuvo que ser usado y, en cierta medida, compartido por el grupo. Pues el uso, el intercambio y el consumo de bienes que la naturaleza no había sido capaz de engendrar, requieren de ser producidos, mantenidas y renovadas constantemente; en consecuencia, son indispensables algunas formas de organización económica aún en las culturas más primitivas. Mediante la organización en grupos cooperativos y también por el desarrollo del conocimiento y un sentido del valor, ha sido posible que la tradición cultural sea transmitida de generación en generación.
De esta manera es como simultáneamente el ser humano ha creado algo más que satisfactores de sus necesidades básicas, a “traído” a su mundo algo más que utensilios para guarecerse, vestirse y protegerse de la intemperie o del enemigo; al crear un nuevo ambiente en el que el creador y destinatario sea visto forzado a mantenerse en ese sitio privilegiado ligándose ha nuevas necesidades que derivan las de su ambiente artificial exigen ser satisfechas.
La herencia cultural surge así como una necesidad de segundo orden, no por ser menos importante sino porque, al satisfacer las necesidades básicas y crear un ambiente artificial, se deriva de la ubicación del hombre en el mundo (constituido por lo dado y puesto en él. Digamos que al pretender “eternizar” ese ambiente secundario desarrolla actividades que le den la seguridad de la existencia de lo que ha creado a través del tiempo, a pesar de que ya no se encuentre allí. Hace algo que le garantizara su tranquilidad al saberse que su descendencia no carecerá de nada o mínimamente disfrutará de lo que sus ancestros tuvieron oportunidad de disponer. Esta nueva necesidades ha de obligarlo a dedicar un tiempo considerable al desarrollo y perfeccionamiento de métodos y mecanismos de carácter educativo que faciliten la comunicación, es decir compartir en y con el grupo lo que es común y, de esta manera, sea también el dominio de futuros miembros de la comunidad. La educación garantizará la supervivencia de la especie y en tanto que es producto de la acción del hombre en el mundo, constituye la cultura; aunque la cultura no es exclusivamente educación. A pesar de que tradicionalmente se ha considerado la misma cosa cultural no se reduce a educación, ésta última es un elemento constitutivo de la cultura y uno de los medios que eficazmente a coadyuvado a la herencia cultural.
También la actividad económica ha propiciado la cooperación de diversas formas de relación de los hombres entre sí y con la naturaleza, para la producción organizada de los bienes necesarios para la subsistencia de la especie y de otros bienes que devienen como necesidades derivadas del ambiente artificial creado por y para los hombres. La actividad económica en tanto que es el resultado de la planeación que el hombre ha efectuado para sistematizar sus producciones es una creación del hombre y, como tal, es parte del opuesto por el hombre en el mundo, es cultura.
La actividad económica, como todas las actividades que el hombre ha tenido que realizar en relación con otros de su misma especie, ha requerido de normas que regulen legitimen su ejercicio: la normatividad se ha vuelto indispensable para la convivencia humana en grupo. Las reglas, los códigos, las leyes, etc… constituyen hasta nuestros días el marco de la normatividad a partir del cual se sanciona la conducta de los que integran una comunidad, pues para ese fin han sido creadas. Sí, solamente el género humano ha sido capaz de regular sus actos (en calidad de individuo las propias y los actos de otros) erigiéndose como juez de lo que él mismo protagoniza. Pero además ha sido capaz de “regular” el comportamiento de lo que no provoca “los fenómenos naturales”, al menos esa ha sido su pretensión desde que su necesidades de dominio de la naturaleza representó un reto (por descubrir los secretos de la naturaleza, conocer su comportamiento, describirlo con exactitud, interpretarlo y hasta predecirlo); ha llegado a imponer a la naturaleza un marco normativo según el cual debe comportarse. Esto es un ejemplo de la manera como la intervención del ser humano en el mundo ha incluido a la naturaleza en su nuevo ambiente artificial: con la ciencia ha puesto leyes a lo dado, y eso también es cultura.
Pero tampoco ha escapado a la actividad creativa de los hombres aquéllo que no ha podido comprender ni dominar, todo, absolutamente todo ha sido “tocado por la mano del hombre”, siendo más preciso nada ha quedado fuera esa inteligente creación. La religión, por ejemplo, ha sido desde siempre la reacción humana que ha trascendido espacio y tiempo, el recurso que se ha inventado para consolidarse al no poder crear lo que resuelva los problemas y necesidades que han derivado que su ambiente secundario; digamos que para superar la importancia y finitud ha resuelto inteligentemente crear y creer en un ser divino, que también forma parte de su ambiente artificial, su cultura.
A medida que hacemos satisfecho las necesidades básicas, hemos quedado sujetos a nuevas necesidades culturales derivadas, que imponen a las sociedades un tipo secundario de determinismo al que no escapan el arte y la recreación.
Es increíble que una criatura tan desprovista de recursos naturales para su defensa, que está sometida a un largo período de crianza antes de lograr su madurez y valerse por sí misma, sea la única capaz de crearse un mundo a imagen y semejanza, producto del actividades que una masa de tan sólo 1 1/2 kg. realiza mediante pequeñísimas descargas eléctricas provocadas por las conexiones de sus células. Tal vez fué la convicción de su insignificancia lo que obligó al ser humano a canalizar todo esfuerzo físico e intelectual en la construcción de un mundo potencialmente ilimitado, creando al rededor de sí mismo grandiosas y sorprendentes cosas como temporal y frágil su existencia.
Y algo más que cosas, el hombre ha creado las formas y mecanismos para legitimar sus actos creativos y todo lo que a partir de ellas produzca: ha generado la razón de ser y existir de todo cuanto proviene de él. Ha dado origen a unidades de organización humana en torno a alguna necesidad o valor de importancia para el grupo, ha creado las instituciones como medio a través del cual se reconoce, justifica, legaliza y difunde la praxis de los integrantes de la comunidad. Por lo que la cultura es un compuesto integral de instituciones (algunas de ellas autónomas y otras coordinadas) está constituida por una serie de principios tales como la comunidad de sangre (a través de la descendencia); la contigüidad en el espacio, relacionada con la cooperación; las actividades especializadas; el principio del uso del poder en la organización política; las creencias que dan sentido a las prácticas y satisfacen las necesidades básicas, instrumentales e integrativas.
Por lo tanto cada cultura alcanza su plenitud y autosuficiencia por el hecho de satisfacer el conjunto de necesidades básicas (esenciales para la existencia), instrumentales (aquellas que posibilitan la relación de los hombres entre sí y con la naturaleza por su mediación) e integrativas (aquéllas que muestran su influjo con respecto a ciertos modos de acción concertada, implicando una serie de valores alrededor de los que se congregan los seres humanos).
Y a pesar de las pretensiones de hegemonía que pueda tener cualquier cultura en relación con otras, no es válido desconocer la diversidad cultural ni privilegiar alguna como el prototipo de cultura, existen tantas culturas como agrupaciones humanas que se caracterizan por su peculiar manera de satisfacer sus necesidades básicas, instrumentales e integrativas para alcanzar su plenitud o autosuficiencia.
Así, por ejemplo, la diferencia en el vestir, en los hábitos alimenticios o en la forma y materiales de construcción de la habitación, no debe ser un criterio para señalar la supremacía de una cultura respecto de otras; como tampoco justificaría ese calificativo el uso de distintos instrumentos para transformar a la naturaleza, las formas de organización para la producción o las leyes, ritos y valores que dan sentido y justifican las prácticas que los sujetos realizan al interior de cada grupo. Sólo son manifestaciones del relativismo cultural, es decir, de la validez que todas y cada una de las culturas tienen en el tiempo y en el espacio a partir de los organismos humanos en su proceso de interacción social y con los objetos que los rodean.
Cada cultura es el resultado de la manera como los hombres que la constituyen han interactuando con su medio (relación con el mundo o proxemia) y entre sí (relaciones intersubjetivas, entre sujetos o proximidad); digamos que además de ser el resultado de la creación humana -en cuanto a su existencia física- cada cultura es el resultado del significado que dicha creación adquiere en relación con un contexto extrasomático: de la capacidad que el ser humano tiene para significar su creación sin que resulte necesario explicarla a partir de las funciones que nuestro organismo desempeña para simbolizarla. Las acciones (percepción, conceptualización, imaginación, manipulación, realización única, etc.) que históricamente el ser humano ha realizado para crear, no constituyen elementos indispensables para comprender el significado que a dicha reacción se le atribuye, porque se interpreta en relación con el contexto en que el hombre la “pone” y cobra sentido en cada contexto en cuanto que constituye un ambiente secundario donde -en cierta forma- en significado que tiene para… trasciende a su creador.
La cultura son cosas y acontecimientos que se consideran en un contexto extrasomático y se manifiestan espacio -temporalmente en tres niveles: intraorgánico (en los organismos humanos en forma de creencias, conceptos, emociones, actitudes); interorgánico (en el proceso de interacción social entre los seres humanos en forma de normatividad jurídica, económica, moral); extraorgánico (en los objetos materiales hachas, ferrocarriles, computadoras, fábricas– que rodean a los organismos humanos integrados en las pautas de interacción social).
Por lo que resultaría siempre hablar de las culturas en cuanto su manifestación material e inmaterial atendiendo lo tangible o de la creación humana. En cambio distinguir aspectos de la cultura, más que ” tipos “, nos obliga a considerar el ser humano es la única criatura capaz de simbolizar y que en sus obras estarán presentes los aspectos objetivos y subjetivos de su cultura: pues son objeto material también tienen componentes subjetivos del cúmulo de significados que cada individuo abstrae del objeto, su realización con él y de manifestaciones externas (el lenguaje, de expresión corporal, la conducta) que las ” sacan ” del organismo humano donde tienen lugar, constituyendo el aspecto material de una creación exclusivamente intelectual.
En la realidad culturas no parece separada de los individuos, pero desde el punto de vista científico ambos pueden ser desconectados: la cultura es variable y la conducta de un pueblo es la variable dependiente que se manifiesta en función de aquélla. El hombre es cultura, su quehacer y su pensar tienen sentido y se dan en función de su cultura; no sólo es productor de su cultura, los cambios en su conducta expresan los cambios que en él se operan como resultado de las transformaciones culturales. La cultura va adquiriendo cierta autonomía en relación con su creador, no así el hombre con respecto a su creación.
Constituyendo de esta manera, un marco de interpretación ó estructuras de significación socialmente establecidas a partir de las cuales explicar, interpreta, conceptualiza, significa, valora y da sentido a las cosas y a sí mismo en cada momento histórico. El ser y hacer del hombre son referidos a una cultura, pero la cultura se relativiza en el espacio y el tiempo, de ahí su carácter histórico.
Razón por la cual todo lo que se quiere necesita conocer el referido a un contexto histórico-cultural en el que tiene significado, sin poder evitar nuestro acceso al objeto de estudio desde estructuras de significación socialmente establecidas aquí y ahora.
La cultura es el resultado del acción del hombre-en-el-mundo para satisfacer sus necesidades básicas, instrumentales e integrativas, constituyendo un ambiente secundario que propicia otras creaciones que resuelvan necesidades de segundo orden.
Dicho ambiente secundario es creado, renovado y administrado por el hombre: valiéndose de la actividad económica para sistematizar la producción del substrato material de la cultura y de la educación para garantizar la herencia cultural.
Las instituciones surgen como formas y mecanismos a través de los cuales se reconoce, justifica, legal y se difunde la praxis de los integrantes de una comunidad.
Cada cultura alcanza su plenitud y su autosuficiencia por el hecho de satisfacer sus necesidades básicas, instrumentales e integrativas: relativismo cultural; resulta de la manera como los hombres que integran una comunidad internacional en la proxemia y la proximidad.
La cultura tiene aspectos objetivos y objetivos que constituye las estructuras de significación socialmente establecidas, se manifiesta entre diferentes niveles (intraorgánico, interorgánico y extraorgánico).
1. A partir de la lectura que realices sobre algún artículo de la revista Geomundo en el que se dé a conocer alguna cultura (sus ritos, forma de vida, prácticas religiosas, etc…) identifica lo siguiente:
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- Las necesidades básicas, instrumentales e integrativas de la comunidad.
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- Las formas y mecanismos que se practican para ” renovar ” su ambiente secundario y “garantizar ” la herencia cultural.
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- Las instituciones que se han establecido y las funciones que desempeñan.
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- Hechos que ejemplifiquen los diferentes niveles en que se manifiesta esa cultura.
Retomando la caracterización que se hace de esa cultura ¿tendría sentido para los hombres que integran esa comunidad una medalla con la imagen de la virgen de Guadalupe? ¿Por qué?
1. 2 ¿Y qué lugar ocupa la Filosofía en la cultura? Aunque muchos afirmarían rotundamente que ninguno importante, probablemente algunos condescendientemente dirían que será parte de la cultura que para algo habrá de servir, muy pocos atreverían a exigir un lugar privilegiado para la Filosofía. Sin embargo ese tipo de respuestas son las que me nos preocupan a los que estamos convencidos que la Filosofía, como cualquier otro elemento constitutivo de la cultura, cobra sentido en relación con otras ideas, actitudes manifiestas, objetos materiales (simulados) a los que hombres de una comunidad en un momento histórico determinado espacio temporalmente han significado. La Filosofía no es más o menos importante por lo que hace, sino por lo que su hacer representa al interior de la cultura y para quienes la comparten.
Hasta cierto. La pregunta no estaría remitido en sentido estricto a la Filosofía, sino la cualidad característica distintiva de la especie humana: al pensar.
Por lo que tratar de responder fielmente la pregunta nos obligaría a revisar históricamente que jerarquía y sentido ha tenido la filosofía en y para todas y cada una de las culturas, tarea humanamente imposible. Pero quizás una precisión de la pregunta posibilita, a través de un curso de Filosofía, conocer momento de las culturas representativas de Occidente para efectuar una interpretación.
Lo que sí es una hecho inobjetable es que la Filosofía, en tanto que elemento cultural, es susceptible de ser caracterizada por comprender su razón de existir, de haber sido creada y diferenciarla de otros elementos culturales. Determinar si es la creación humana por excelencia, si fue primera y a partir de ella emanaron otras creaciones, precisar la función y utilidad que tiene al interior de la cultura o saber qué futuro le espera al enfrentarse con novedosas creaciones que la humanidad va incorporando a su ambiente secundario, son cuestiones que una historia de la Filosofía observaríamos como las distintas preocupaciones que ciertos hombres de culturas occidentales en ciertas épocas han tenido y desde una postura filosófica han pretendido resolver. Digamos que la Filosofía ha problematizado en relación a su propia situación.
La filosofía es un elemento constitutivo de la cultura que se manifiesta en el nivel intraorgánico, puesto que es el resultado de construcciones ideales o abstracción (ideas, concepciones) generará mediante operaciones conceptuadoras que el hombre realiza partir de su proxemia y proximidad. Pero no olvidemos que, en tanto construcción ideal, se exprese exponer mediante formas como que permiten ” sacarlo del organismo humano ” y objetivarla.
No sea dicho de una vez y para siempre si la Filosofía satisface las necesidades más importantes de una cultura, una época, un individuo o de la especie humana; ya que identificar a ciertas necesidades como las que corresponden a cada uno de estos ámbitos y jerarquizarlas en relación a otras, implica un relativismo cultural y su correspondiente demarcación histórica del espacio y en el tiempo.
Pretendemos únicamente señalar al tipo de necesidades que los hombres abocados a esta tarea podrían ofrecer satisfactores en un ambiente secundario, si la intención de precisar cuáles y de qué manera ha tomado en consideración la Filosofía -esto podrás inferirlo durante los cursos de Filosofía a partir de los análisis que realices-. La filosofía, como la ideología, la ciencia, la política y la religión, constituye a la cultura y forma parte de las estructuras de significación socialmente establecidas desde las cuales un hombre y una comunidad miran su mundo y sé miran-en-él satisfacer sus necesidades integrativas. Peculiaridad compartida por estos elementos culturales que nos permite establecer una estrecha relación entre Filosofía y otras áreas de la cultura.
La filosofía es un elemento de las estructuras de significación socialmente establecidas desde las cuales un hombre una comunidad miran su mundo y se miran-en-el-mundo.
En tanto que elemento constitutivo de la cultura, la filosofía ” cobra sentido ” en relación con otros simulados y en un contexto histórico ubicado en el tiempo y en el espacio, se manifiesta en el nivel intraorgánico y se objetiva mediante lenguas y la conducta.
Al pretender satisfacer necesidades de segundo orden (integrativas) se ocupa de problematizar respecto a la razón que justifique su existencia, funciones y utilidad al interior de la cultura.
1. Explica por qué no es válido generalizar la jerarquía y sentido, la función y la utilidad que tenga la Filosofía al interior de la cultura.