1.4 EL HOMBRE
A mediados del siglo V a.C., la atención de la filosofía griega en le apartó de los problemas relativos al origen de la naturaleza para ocuparse de aquéllos que afectaban directamente a los hombres en su convivencia social y en su relación con el Estado. La desigualdad económica y política entre los diferentes grupos sociales y las guerras externas, fueron una constante amenaza para el estabilidad de las polis griegas que demandaban la participación consciente y activa de los ciudadanos. Comerciantes, artesanos, terratenientes y hombres libres, cualquiera de ellos podría llegar a dirigir los destinos de la ciudad: fue necesario conocer cómo funcionaba el Estado y cómo se lograría gobernar a los hombres.
Los filósofos se convirtieron en educadores de dirigentes políticos. Los encargados de llevar a cabo esta actividad pedagógica eran, inicialmente los sofistas y, entre ellos, Sócrates. Posteriormente platón y Aristóteles. Los sofistas no constituyeron un escuela filosófica determinada, sólo eran maestros ambulantes del saber que hacían de él su modo de vida, como fruto que el anhelo que empezaron a sentir los hombres de ser dirigidos y orientados en los asuntos prácticos de la política. Se caracterizaron por cultivar el arte de la argumentación (retórica) como instrumento para atender el consenso de las asambleas públicas y tribunales: mediante la correcta argumentación, cualquier opinión puede ser defendida o criticada, más allá de que sea falsa o verdadera. Con los sofistas la verdad se volvió relativa, cambiante..
Sócrates
Es en este panorama histórico que surgió la personalidad de Sócrates (470-399 a.C.) quien, contrario a la tesis relativistas de los sofistas, proclamó la existencia de verdades éticas universales por las cuales los hombres pueden dirigir su conducta. Pero, ¿cómo acceder al conocimiento de esas verdades? Sócrates, en su apología, enseña que la solución le fue dada por revelación. En cierta ocasión, fue amigo Querefonte preguntó al oráculo de Delfos si había algún hombre más sabio que Sócrates, y el oráculo aseveró que ningún hombre era más sabio que Sócrates. Esta fue su experiencia:
“Lleve a cabo el examen a que lo sometí por medio de la conversación, tuve la impresión de que ese hombre parecía sabio a muchos y, sobre todo, a sí mismo, pero no lo era, y seguidamente procure demostrarle que creía ser sabio, pero no lo era (…), y partí pensando para mis adentros: “yo soy más sabio que este hombre; es posible que ninguno de los dos sepamos cosa que valga la pena, pero él cree que sabe algo, pese a no saberlo, mientras que yo, así como no se nada, tampoco creo saberlo.” (Platón: “defensa de Sócrates” en Obras completas, p.204).
Sócrates, se percató de ser el más sabio de los hombres, porque sabe que no sabe nada, al contrario de quienes presumen saber mucho y ocultan asimismo y a los demás hombres su ignorancia. A partir de ese instante, asumió la misión de dar a conocer su valioso hallazgo: se le ve en calles y plazas públicas conversando con gente de toda clase de oficios – artesanos, comerciantes, militares, poetas – acerca de lo que creen saber. Así, por ejemplo, al preguntar a un militar sobre lo que significa la valentía, el hombre de armas, seguro de sí mismo, dio su verdad. Sócrates, ejercito la ironía y cuestionó esta primera opinión. La refutación tenía como única finalidad la de suscitar en el soldado (interlocutor) vergúenza y la autoconciencia de que en realidad, no sabe que es la valentía. En otras palabras, intentar que es sujeto se acepte asimismo como alguien que no sabe. De ahí su frase memorial “conócete a ti mismo”.
La práctica de la autoconciencia, significa, al mismo tiempo, la exhortación hacia una purificación moral e intelectual, y que tiene el propósito de liberar al espíritu de falsos conocimientos o prejuicios. La liberación del alma significa que es dueña de sí, autónoma; marca el inicio de la segunda etapa del método socrático en la búsqueda del conocimiento: la mayéutica. Sócrates pensaba que el conocimiento de la naturaleza humana no se conseguía sólo al mirar y analizar las cosas externas. El saber sobre lo que el hombre es y debe ser, se encuentra en el interior del hombre mismo. Si el saber mora en Cada individuo, sólo habría que estimularlo y conducirlo debidamente para que lo extraiga de su interior. El hombre de mayéutica, dado por Sócrates a esta parte de su método, significa “arte de ayudar a dar a luz las ideas”.
Fiel a la creencia órfica y pitagórica, Sócrates sostuvo, como un hecho, la existencia del alma antes de ser encerrada en un cuerpo humano. En esta existencia previa, el alma vivió en estrecho contacto con lo que son las ideas en sí, lo bello, el bien, lo justo. De ahí que conocer, sea igual a recordar. En sus diálogos, manifestó carecer de sabiduría, no sólo como expresión de ironía sino, fundamentalmente, como una característica de su método, el cual pretende estimular la investigación más que ofrecer conocimientos. Al practicar la mayéutica, lo que se pretende es comparar distintos casos como expresiones de un mismo valor – por ejemplo, los actos justos – y retener de ellos lo esencial, para llegar a una noción única y válida para todos los hombres.
Mediante el examen, la reflexión y discusión, los hombres alcanzan el saber de los valores universales, y, en consecuencia, las leyes que deben mandar en sus destinos. El ideal de Heráclito por encontrar una razón (logos) común a todos los hombres, según Sócrates, era posible con la mayéutica, en cuanto representa el esfuerzo colectivo de los distintos objetos por hacer coincidir sus opiniones particulares (subjetivas), con lo universal. Al indagar por las definiciones únicas, la ciencia se desarrolla como el proceso que va de lo particular a lo universal, el opinión individual a la definición absoluta, procedimiento al que Aristóteles llamó inductivo que considero como uno de los mayores aportes de Sócrates a la filosofía.
Entre la ciencia y la virtud se mantiene una relación estrecha. El hombre sabio es también aquel que es sueño de sí mismo y sus actos, que obra siempre por lo mejor. El hombre, al elegir el mal, no es por conocimiento, sino por ignorancia. Al hacer coincidir la sabiduría con la virtud, Sócrates sugería que poseer la ciencia no consiste en dominan una serie de conocimientos y mantenerse pasivo o contemplativo, por el contrario, el hallazgo de una verdad en el hombre realmente sabio, se traduce como convicción e impulso en sus acciones, como una identidad de inteligencia y voluntad. Sócrates la nombró phrónesis, por ser una razón que legisla Para vida. Las características de esta moral ha llevado a algunos historiadores de la filosofía a clasificarla de intelectualismo, por estar determinada por la razón. Sin embargo, Sócrates reconocen el interior del hombre el conflicto entre dos fuerzas opuestas:
“… el yo inferior de las pasiones y los deseos irracionales — causa de la ceguera
espiritual y de la intemperancia que es la esclavitud del espíritu y obstáculo para
la ciencia y la virtud – y el yo superior de la intemperancia y el autodominio que
es condición no sólo del inteligencia sino también de la voluntad; visión clara y
conducta sabia, al mismo tiempo e inseparablemente” (Mondolfo, R.: Sócrates,
pp.95-96).
Finalmente, la propuesta ética de Sócrates ante los antagonismos sociales y civiles de los griegos, no fue atendida. Su pretensión de revolucionar las conciencias para establecer la armonía colectiva, no dio resultados esperados. Predominó en ellos la fuerza irracional, egoísta, vinculada a los intereses materiales. Y para silenciar los reclamos del espíritu sabio y vistoso de Atenas, se le acusó de corromper a los jóvenes y la impiedad. Como castigo, lo condenaron a morir bajo los efectos de un brebaje venenoso (cicuta).
Platón
Teoría del conocimiento
Platón (427 a.C., 348-347 a.C.) desarrolló su teoría del conocimiento de acuerdo con las ideas de Sócrates, Parménides y Pitágoras. De su maestro, desarrolla la tesis de que es posible llegar a una definición universal de las verdades, es decir, expresarlas mediante conceptos. De Parménides, acepta que el conocimiento verdadero no proviene de la experiencia sensible, sino que tiene como origen y fundamento a la razón. Y de Pitágoras, rescata la concepción del número y la Geometría, pues son las matemáticas quienes mejor se ajustan a su teoría del conocimiento: el triángulo, el cuadrado y el rectángulo, poseen una definición única y universal y son reconocidas en cuanto tales, por todo el mundo; en otras palabras, son verdades absolutas. Un conocimiento verdadero y según Platón, debía cumplir dos condiciones: ser infalible y tener por objeto lo que es. La vivencia cotidiana nos enseña que todo cambia y se modifica: al día le sigue la noche, los árboles reverdecen y se marchitan, las civilizaciones, tan pronto llegan a su florecimiento decaen y son sustituidas por otras. El mundo en el que habitamos se caracteriza por la movilidad y la temporalidad. Bajo estas circunstancias, pensó Platón, es imposible fiarse de la información que nos brindan los sentidos, en cuanto no es de lo universal y necesario; es un conocimiento relativo, de algo que es diferente en distintos momentos: los objetos de la percepción sensible no son los verdaderos objetos del conocimiento. El objeto del conocimiento ha de ser estable, invariable, capaz de ser definido de manera clara y científica y debe constituirse por conceptos ordenados jerárquicamente, que expresen la esencia de las cosas, ideas o formas que significan, en su sentido etimológico, ver, visión, intuición intelectual.
Al plantear la diferencia entre el conocimiento sensible y el conocimiento de las formas,Platón no estableció una separación infranqueable entre los dos, más bien los concibió como distintos grados de conocimiento. El nivel más bajo es el de la opinión (doxo), al que se refiere también como mundo sensible; y el nivel más alto lo constituye la ciencia (episteme), un mundo de las ideas, inteligible.
Platón, en el capítulo VII de su diálogo La República, explica la relación existente entre el mundo sensible y el inteligible mediante el mito conocido como el de la caverna.
“… imagina que una caverna subterránea que dispone de una larga entrada para
la luz a todo lo largo de ella, y figúrate unos hombres que se encuentran ahí ya
desde su niñez atados por los pies y el cuello, de tal modo que hayan de
permanecer en la misma posición mirando tan sólo hacia adelante, imposibilitados como están por las cadenas de volver la vista hacia atrás. Pon a su espalda la llama de un fuego que arde sobre una altura a distancia de ellos, y entre el fuego y los cautivos un camino alto, flanqueado por un muro”, (Platón: Obras completas, p. 778).
Si sobre ese muro hipotético caminaran hombres llevando objetos de toda clase, lo único que verían -quienes se encuentran en la caverna – serían las sombras de los hombres y los objetos que éstos portan, los hombres de la caverna interpretarían estas sombras como hombres y objetos realmente existentes. En este mito se ilustra la relación entre el mundo de las formas y el mundo de la apariencia. El mundo sensible no es más que copia o imitación del mundo de las ideas. En otros términos, la realidad absoluta del mundo no está en la percepción sensorial sino en el mundo de las formas; en consecuencia, el conocimiento de lo que son realmente las cosas, se logra por la razón; las ideas no son meros conceptos: existen por sí mismas como esencias separadas de las cosas, a las que dan origen y hacen inteligibles. Los libros, las casas, lo blanco, lo justo, el hombre que percibimos, no son más que imitaciones imperfectas de la idea libro, casa, blanco, y así sucesivamente.
Aunque ningún mortal le es posible ascender al mundo celeste por completo, si es posible acercarse a él en la medida que expliquemos correctamente el método de la dialéctica, a la que Platón exhortaba.
Este método consiste en la contraposición sucesiva de afirmaciones o tesis que se van depurando hasta culminar en una sola, en cuanto sea una verdad universal y necesaria. Esto significa, como en el mito de la caverna, trascender, del mundo sensible al mundo inteligible.
En otro de los diálogos que Platón, titulado el Banquete, se nos ofreció un ejercicio dialéctico en el cual se trata de definir al amor. El ejercicio inicia desde el concepto del amor en sus grados más bajos hasta el amor en sus formas corporales bellas; y del amor a las almas bellas, a las obras bellas salidas de la actividad humana, especialmente las bellas leyes; hasta, el escalón más alto, el amor a la hermosura de las ciencias. Hay que señalar que se inició desde una particular forma de amor, para culminar en la definición absoluta de esta misma idea.
La Moral
Platón, al igual que Sócrates, identificó la sabiduría con las virtud. Su teoría moral también es eudomonista, en tanto está encaminada a obtener el bien supremo del hombre y cuyo logro consiste en la felicidad verdadera. Estén bien supremo consiste en el desarrollo auténtico de la persona en su doble aspecto racional y moral, así como en la realización auténtica de la armonía del cuerpo y el alma. Cuando el alma de un hombre se halla en el estado en que debe hallarse, entonces ese hombre es feliz – según Platón -; las felicidad se alcanza mediante las acciones virtuosas, estimuladas por la intención de hacerse tan semejante Dios como le sea posible.
La Política
El conocimiento del mundo de las ideas tiene fines concretos en la conducta de los individuos, en tanto éstos pertenezcan a las polis. Después de observar los conflictos de clase, Platón reflexionó en busca de soluciones. Sabía de antemano que los hombres son sociales por naturaleza. Lo que Platón intentaba era indagar sobre la naturaleza del Estado ideal, de tal modo que oriente a los gobernantes en sus decisiones y armonice su relación con los gobernados a través del ejercicio de la justicia, cada vez más perfeccionado. Dicho Estado ideal lo integran tres tipos de ciudadanos: artesanosagricultores; auxiliares o guerreros (encargados de la protección del Estado y la polis) y gobernantes. Cada categoría recibirá una educación de acuerdo a su función social. Así por ejemplo, a los guerreros se les adiestraría en gimnasia y música. Los gobernantes, por su parte, serían educados en el método de la dialéctica, para lograr la contemplación de las verdades eternas, si desarrollar la capacidad de conducir los asuntos del Estado en conformidad con ellas.
Sin embargo, ninguna de las cuatro formas de gobierno analizadas por Platón se guiaban por el estado ideal: la timocracia o Timarquía estuvo dominada por los ambiciosos. La Oligarquía, se basa en la riqueza material y desestima la virtud y al hombre bueno. La Democracia, permite la excesiva libertad y el surgimiento de demagogos y tiranos. Y la Tiranía, por último, se rige por los caprichos desmedidos de una sola persona.
Para evitar estas desviaciones, quien debe gobernar, es un reducido grupo de filósofos o un filósofo rey. Hay hombres naturalmente dispuestos a gobernar y otros hacer dirigidos en vista de su perfección y virtud.
A través de Sócrates, dice Platón (libro IX de la república): “a todo hombre conviene le dirija un principio divino y racional, ya porque se de en sí mismo, ya porque le regula desde fuera, a fin de que, gobernados por una misma razón, seamos todos, en la medida de lo posible, semejantes y amigos”.
1. Lee el siguiente texto e ilustra el mito platónico de la caverna mediante un dibujo; explica el significado de cada uno de sus aspectos.
I. “Después de esto – añadí – representa en la naturaleza humana en la siguiente coyuntura, con relación a la educación y la falta de ella. Imagina que una caverna subterránea, que dispone de una larga entrada para la luz a todo lo largo de ella, y figura de unos hombres que se encuentran ahí ya desde la niñez, atados por los pies y el cuello, de tal modo que hayan de permanecer en la misma posición y mirada tan sólo hacia delante, imposibilitados como están por las cadenas de volver la vista hacia atrás. Pon a su espalda la llama de un fuego que arde sobre una altura a distancia de ellos, y entre el fuego y los cautivos un camino eminente flaqueado por un muro…
– ¡Ya me imaginó eso! – dijo.
-Pues bien: observa ahora lo largo de ese muro unos hombres que llevan objetos de todas clases que sobresalen sobre el, y figuras de hombres o animales, hechas de piedra, de madera y de otros materiales. Es natural que entre estos portadores unos vayan hablando y otros pasen en silencio.
-¡Extrañas imágenes de escribes – dijo – y extraños son también esos prisioneros!
-Sin embargo, son semejantes en todo a nosotros – observe -. Porque ¿crees en primer lugar que esos hombres han visto de si mismos o de otros algo que no sea las sombras proyectadas por el fuego en la caverna, exactamente enfrente de ellos?
-¿Cómo – dijo – iban a poder verlo, si durante toda su vida se han visto obligados a mantener inmóviles sus cabezas?
-¿Y no ocurrirá lo mismo con los objetos que pasan detrás de ellos?
-Desde luego.
-Si, pues, tuviesen que dialogar unos con otros, ¿no cree que convendría en dar a las sombras que ven, los nombres de las cosas?” (Platón: op. cit., p.778).
Aristóteles
Sin lugar a dudas, Aristóteles tiene el mérito de ser catalogado como el espíritu filosófico más profundo, racional y sistemático que existió en la época antigua, al elaborar una interesante teoría de la argumentación (lógica -retórica) de la que aún o somos herederos. Ante puso al idealismo que platón (teoría de las formas), el realismo (teoría del ser). Determinó que el objeto de estudio de la filosofía se ubica en lo que se pretende alcanzar (fin) y no en el principio (arjé). Colocó a la polis (sociedad política) como modelo de gobierno adecuado para el alcance y logro de la felicidad humana.
Aristóteles nació en el año 384 a.C. en las ciudades de Estagira, Tracia, y muere en el año 322. Para él, la Lógica era el instrumentos auxiliar del hombre para interpretar y explicar el mundo en el que vive, en el que se existe. Es, además, en instrumentos mediante el cual logra desarrollar las formas correctas del pensamiento; formas que se expresan a través del lenguaje y que merecen singular atención, por ser la vía en que se comunican los pensamientos, y la que se expresan las argumentaciones. Aristóteles concibió a los sofistas como precursores hábiles en el uso del lenguaje (retórica). Desprecio de ellos, del mismo modo que Platón, su inmoralismo argumentativo, ya que convertían una causa mala en buena. Considero que, con el auxilio de la lógica, se podrían descubrir los errores de las malas argumentaciones (meras falacias sofísticas, razonamientos incorrectos). Por ello, el objeto de la lógica es la demostración: establecer que en un pensamiento completo, la conclusión (resultado), se sigue de las premisas, donde al ser verdaderas las premisas, sólo cabe una conclusión verdadera. Los factores de la demostración o formas del pensamiento que constituyen tal principio son: el término, la proposición y el razonamiento. A partir de esto, Platón elaboraría su teoría lógica.
Los términos son elementos primarios de la expresión: palabras o signos convencionales, artificiales e inmediatos que se otorgan a realidades de cualquier clase. Son expresiones sin enlace como hombre, vencedor. Y expresiones con enlace como el hombre es vencedor, el hombre corre. Las primeras expresiones sin enlace, no afirman ni niegan nada por sí mismas, son los términos últimos de una expresión y, por ello, no son analizables; las segundas expresiones con enlace si son analizables, en la medida en que afirman algo, o lo niegan. Se analizan en términos de sujeto (lo que se dice del sujeto); el verbo los relaciona o niega y asegura una predicación respecto de algo. Las expresiones sin enlace eran conocidas tradicionalmente en la lógica de Aristoteles, como términos y, las que tienen enlace, como proposiciones. El llamo categorías a los términos sin enlace, en cuanto se presentan como predicados. Las categorías o los géneros supremos del ser. Son los términos generales, comunes a entidades individuales. Es lo que se predica Ser.
Las categorías son:
Categoría | Definición | Ejemplo(s) |
Sustancia | El qué es | Hombre caballo |
Cantidad | El número 10 medible (magnitud) | De dos metros de largo Tres metros de longitud |
Cualidad | Qué clase de cosa es | Blanco gramatical |
Lugar | Dónde está | En el Liceo En el mercado |
Tiempo | Cuándo | Ayer El último año |
Posición o situación | En que actitud está | Está echado Está sentado |
Condición | Cuáles son sus circunstancias | Está calzado Está armado |
Acción | Su actividad | Corta Quema |
Pasión | Su pasividad | Es cortado Se quema |
Aristóteles considero a la sustancia primera y a las restantes, accidentes del Ser. A la sustancia (el que es), la distingue, a su vez, en dos sentidos: sustancia primaria y secundaria. La primera es aquello que no puede predicarse, ni se halla en su sujeto: un hombre concreto o un caballo concreto; o bien tú, quien lee estas palabras o yo, quien las escribe.
“En un sentido secundario recibe el nombre de sustancia aquellas cosas dentro de las cuales, a modo de géneros, quedan incluidas las especies. Por ejemplo, incluimos un hombre individual en la especie llamada ‘ hombre’ en el género llamado ‘ animal’. Esas, pues ‘hombre ‘ y ‘ animal ‘ son substancias segundas” (Aristóteles: categorías, p.45)
En resumen, decimos que es: la sustancia primaria es la que está en relación con nosotros concretamente: esta mesa que tengo enfrente y sobre la que trabajo, esta silla en que estoy sentado, etc. La sustancia segunda corresponde a las especies – objetos cosas materiales que están en relación a un género.
Esta mesa material sobre la que trabajo, está incluida en el grupo de todas las mesas, del mismo modo esta silla material en que estoy sentado queda incluida en el grupo de todas las sillas, cada una por separado forma parte de la especie mesa, silla; y juntas (mesas-sillas) forman el género.
La especie sería parte Aristóteles más sustancia que el género, pues se halla más cerca de la sustancia primera y porque, además, es más fácil decir algo de un hombre concreto que de un género: el hombre concreto que soy yo, forma parte de la especie hombre, y género animal.
Entendemos por accidentes los términos accesorios al sujeto, términos cambiantes; aquellos que pueden existir en otro. En el ejemplo: “qué es Pedro”, diremos hombre en la sustancia y por los accidentes, indicaremos: de 1.50 m de altura (cantidad); estudiante, honrado (cualidad); amigo de Susana (relación); vive en la ciudad de México (lugar); tiene 18 años (tiempo); está sentado (situación); está calzado (condición); canta (acción); es castigado (pasión).
I. Completa en el siguiente cuadro los accidentes correspondientes al término de Sócrates; auxíliate del material bibliográfico correspondiente.
Categoría Término (s) Las categorías –lo que se predica al ser- necesitan un modo o recurso para predicar. Los predicables son aquellos modos o recursos que manifiestan la relación del predicado con el sujeto. Por ejemplo, si hablamos del ser Sócrates, decimos que es hombre y filósofo. Al ser hombre, hace referencia a la sustancia, su naturaleza. Al ser filósofo, señala un accidente de su naturaleza, en tanto pudo ejercer cualquier otro oficio.
Sustancia | |
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Cantidad | |
Relación | |
Lugar | |
Tiempo | |
Posición o situación | |
Condición | |
Acción | |
Pasión |
Los predicables se dividen en:
Predicables Definición Ejemplo
Género | Término que, al ser predicado de un sujeto, menciona la característica que tiene éste en común con otras especies. | Ser viviente es un género de hombre. |
Especie | Término que abarca el género, más la diferencia específica. | Tener vida y ser sensible es una especie respecto del animal. |
Diferencia específica | Se refiere a la nota que diferencia a una especie de las otras del mismo género. | Ser viviente es una diferencia específica de seres animados. |
Propio | Menciona el rasgo que es característica exclusiva de un individuo. | Hablar es una propiedad del hombre. |
Accidente | Se refiere a la cualidad que no es indispensable para el sujeto del cual se predica. | Tener determinada nacionalidad es un accidente respecto del ser humano. |
Entendemos por predicables los términos como: animal (género); que también se distingue en racional e irracional (especies); racional, que desarrolla el pensamiento (diferencia específica); que tiene habla (propia), y que es científico (accidente). Ejemplo, hombre, término a definir:
Definición: el hombre es un animal racional que habla y puede ser científico.
I. Formula una definición para los siguientes términos, toma en cuenta sus predicables: mesa, silla, libro.
La definición es el medio por el cual se ponen límites a los términos para utilizarlos. Las definiciones se distinguen en reales, nominales o descriptivas. Las reales son las verdaderamente dignas de alcanzar, aunque esto no siempre es posible porque se desconocen los atributos definitivos del Ser.
En cuanto a las proposiciones –términos con enlace- se les relaciona entre sí para formar razonamientos. El razonamiento es la relación que se establece entre proposiciones en las que unas fungen como premisas y otras como conclusiones. Los razonamientos se forman con conocimientos basados en los sentidos y que pueden ser generalizados (inducción) o bien, con conocimientos generales que fundamentan cosas particulares (deducción).
Tenemos: | el delfín es un ser sensible |
el hombre es un ser sensible | |
la gaviota es un ser sensible | |
por consiguiente: | algunos seres son sensibles |
Las proposiciones primeras, son premisas y la última, es una conclusión generalizada de las otras. Pero en el caso de la expresión general:
todo animal es sensible
el leopardo es un animal se deduce:
el leopardo es sensible
En este caso, se parte de proposiciones generales y se demuestran casos específicos. Aquí, la premisa universal: todo animal es sensible, fundamenta el caso singular, el leopardo es sensible.
Para Aristóteles, los dos tipos de razonamiento eran básicos para la fundamentación de la ciencia; aunque dedicó mayor interés a los deductivos que a los inductivos. Incluso, llegó a formular una teoría de demostración silogística. El silogismo es el razonamiento que consta de tres términos que, relacionados con las proposiciones como premisa, conducen a la obtención de una nueva proposición, en tanto conclusión. La verdad del resultado se sostiene en la verdad de las proposiciones que funcionan como premisas. Hay tres tipos de términos: mayor (P), menor (S) y medio (M). Como términos sólo pueden entrar en cuestión aquellas palabras que designan algo que realmente existe. Si el silogismo está formulado correctamente, se puede introducir en él una palabra cualquiera de la misma clase. Aristóteles llamó perfecto o evidente a un silogismo semejante. El tipo principal de silogismo, llamado primera figura, se presenta así:
P vale de todo M M vale de todo S P vale de todo S Aunque actualmente se suele representar en forma inversa:
si todos los cetáceos (M) son mamíferos (P) y todos los delfines (S) son cetáceos (M) entonces todos los delfines (S) son mamíferos (P)
Para formar silogismos, la posición del término medio es decisiva. Por el término medio se puede relacionar el término menor y el término mayor. El enlace puede llevarse a cabo de tres maneras: P puede ser predicado de M; M de S; o M de ambos, P y S; o P y S pueden serlo de M. Esto produce tres figuras y se les reconoce en la posición del término medio.
Primer figura | Ejemplo: |
M -P Término medio Término mayor S -M Término menor Término medio S -P Término medio Término mayor | si todo mamífero es vertebrado, M P Y todo es mamífero, S M Entonces, todo felino es vertebrado. S P |
Segunda figura | Ejemplo: |
P -M Término medio S -M Término medio S -P | Si ningún pez wa cetáceo, M Y todo delfín es cetáceo, M Entonces, ningún selfín es pez. |
Tercera figura | Ejemplo: |
M -P Término medio M -S Término medio S -P | Si todo artista es sensible, M Y algún artista es músico, M Entonces, algún músico es sensible. |
Las premisas son las proposiciones de las que se parte, y la conclusión, el resultado al que se llega. El resultado se garantiza por lo postulado de las premisas. Pero ¿qué garantiza a las premisas, acaso no requieren ellas mismas demostración? Aristóteles señalaba al respecto que existen principios que son conocidos instintiva e inmediatamente y no necesitan demostración. Entre ellos se cuentan principalmente tres: el principio de no contradicción, el principio de identidad y el principio de tercero excluido. El más importante es el principio de no contradicción.
Así, una de las conclusiones a las que llegó Aristóteles fue la de que los principios, al no requerir demostración, valen por sí mismos.
Ingerman Düring (Aristóteles, 1990), señala que Aristóteles realizó un avance decisivo al utilizar letras como símbolos para variables de términos; con ello dio paso a la Lógica formal.
Teoría del ser (Ontología)
Después de formular su crítica a la teoría de las ideas de Platón, Aristóteles determinó la necesidad de interpretar las ideas del sitio en que las colocaba el primero. Al reelaborar dicha teoría, reconoció de modo inmediato que el origen de los problemas se presenta debido a que Platón consideró a las ideas como universales, es decir, como entidades absolutas, perfectas y eternas, las cuales no sufren alteración o cambio y participan de las cosas del mundo; ideas que existen independientemente de las cosas; ideas que se presentan hasta cierto punto como un género de las cosas particulares. Para Aristóteles, Platón partía de entidades ideales como el bien, la verdad, la justicia, etc., y las presenta como universales, como ideas absolutas, cual si fueran modelos del mundo de las cosas físicas y que comparten a las mismas. Por ello, si Sócrates es buen ciudadano es porque su conducta lo orienta por la idea universal y absoluta del bien. Mas no existen, decía Aristóteles, ideas absolutas, como no existen seres humanos perfectos. La conducta humana como los conocimientos están orientados a alcanzar un fin: el logro de la felicidad y el conocimiento para comprender al mundo y lo que en éste existe.
Para Aristóteles, la separación entre las ideas y las cosas se debía a que Platón afirmó la irrealidad entre el mundo físico y el mundo sensible, otorgándole a éste último existencia a partir de las ideas. Acaso, explica Aristóteles, por dejarse influenciar por la doctrina de Heráclito, que postulaba el carácter móvil y cambiante de las cosas perceptibles de los individuos sensibles, mismos que para él no tenían existencia permanente, pues lo mismo son que dejan de ser; también por la influencia que tuvo Sócrates de Platón, quien enseñó el ir tras la esencia de los conocimientos, al considerar que la verdadera ciencia es la que trata de lo universal y no de lo cambiante o aparente. Y aunque Sócrates no abstrajo los conceptos de los objetos reales ni declara a éstos separados, Platón lo hará, al negar la existencia real al mundo de lo físico para otorgársela al de las Ideas. Aristóteles encausó su filosofía personal a resolver el problema presentado por Platón y sus antecesores: dualidad del mundo: unidad y pluralidad. Lo que haría Aristóteles sería traer las ideas universales de Platón para integrarlas a las cosas reales de nuestra experiencia sensible. Partió de las cosas reales, tal como se ven y sienten descubriendo en ellas tres elementos: sustancia, esencia y accidente.
La sustancia tiene dos significados; Aristóteles solía emplearlos en forma distinta, ya sea como unidad, o como de totalidad. En el sentido, de unidad la sustancia soporta las demás características de las cosas (sentido usual). Como es el caso de: esta mesa es grande, de forma circular, está hecha de madera, etc., ejemplo en el cual las notas distintivas caracterizan al ser, su ser sustancial de unidad que no se altera, persiste. Si se quiere localizar en una proposición –como “Sócrates es mortal”- la sustancia se localiza en el sujeto, en Sócrates. Mientras que decir es mortal, ateniense, de complexión obesa son sólo atributos dados a la sustancia que Aristóteles identificaba como la esencia (la suma de predicados otorgados a la sustancia). Estos predicados se dividen en dos grupos:
- Los que convienen a la sustancia de modo tal que si le faltase uno, el ser no sería lo que es. A este lo denominamos esencia propiamente dicha.
- Los que convienen a la sustancia pero que si faltase uno, ésta seguiría siendo lo que es (accidentes). Cuando se dice, el triángulo es una figura cerrada por tres lados, de madera y de color amarillo, se están incluyendo dos tipos de predicados: el ser figura cerrada por tres lados, conviene en tal forma a la sustancia triángulo, que de no ser así no podrá serlo; pero el ser de madera y de color amarillo no le es imprescindible, puede ser de otro material o de otro color sin dejar de ser triángulo. El primer predicado ser figura cerrada por tres lados, es la esencia; de madera y de color amarillo, son los accidentes, ya que puede tenerlos o no, sin que por ello se altere el ser triángulo.
Aristóteles llamó a la sustancia, lo individual, al partir del sentido de totalidad que ocupa ocasionalmente con sus características esenciales y accidentales. Consideró que lo único que existe metafísicamente, realmente, son las sustancias individuales: existe esta mesa que tengo enfrente y no el concepto de mesa, existe este libro que estoy leyendo pero no el concepto de libro en general. Lo que existe son las cosas individuales, los conceptos tienen existencia secundaria, son los predicados de las cosas que existen pero nada más: la sustancia real es el conjunto de los predicados esenciales y accidentales unidos a la cosa de la que se predica.
Aristóteles –como ya vimos al hablar de las categorías- dividió la sustancia en dos sentidos: primaria y secundaria. La primaria designa un determinado ser real, porque lo que designan es siempre un ser individual y no de número. De las sustancias primarias, ninguna es más sustancia que las otras; así, de un hombre determinado, yo, quien lee estas palabras o yo, quien las escribe, no poseemos más sustancia que cualquier otro individuo –objeto-cosa material y concreto, como este libro en el que leo estas palabras
o las prendas de vestir que porto en este momento. Se llaman sustancias segundas a las especies y los géneros de las especies en las que subsisten las sustancias primeras.
Como en el ejemplo: Sócrates es mortal (determinado ser real, sustancia primera) se encuentra incluido en la especie hombre y el género de esta especie es animal. El hombre como idea o género no es sino sustancia segunda, recordemos que para Aristóteles era más sustancia la especie que el género. La sustancia está compuesta de dos elementos: la materia y la forma. Entendía por materia, aquello de lo que está hecha la cosa; entendía por forma, aquello que hace entrar a los elementos materiales en un conjunto, les confiere unidad y sentido. La forma para Aristóteles, era lo que antes ha llamado esencia, lo que hace que la cosa sea lo que es.
Ahora bien, la materia y la forma no pueden existir separadas: toda materia tiene una forma y toda forma tiene una materia. Por forma no se entiende algo puramente geométrico, sino aquellos rasgos que confieren al ser su existencia esencial e individual. Y por materia no entiende lo que los físicos comprenden por tal, sino aquello, sea lo que fuere, de lo que está hecho algo.
La materia es un libro no es simplemente papel y la impresión, sino que son también las palabras, los pensamientos, los sentimientos en él expresados, etc.
La forma es al mismo tiempo la finalidad, el fin (telos) de la materia. Aquello que una determinada materia debe ser, si quiere ser una determinada sustancia. La materia del hombre, de un determinado hombre, si quiere ser hombre deberá ser un animal racional, si no es racional no es hombre. Todas las cosas llegan a ser en tanto que realizan su forma, en tanto que la materia llena esta forma. La forma es así el fin de la materia, aquello a que tiende esto. Este tender a, ese tratar de realizar una determinada forma, implica movimiento. Pero ¿cómo le viene la forma a la materia y hace que la cosa sea lo que es?
Según Aristóteles, la cosa advenía a ser lo que es porque su materia es informada, es plasmada, recibe forma, forma que le da sentido y finalidad. Por ejemplo: si se habla de la construcción de un edificio, este último lo concebimos como la cosa que llegará a ser lo que es: instalación destinada para un cierto uso; su materia, la cantidad de materiales como varilla, alambre, cemento, ladrillo, etc., los cuales se utilizan para dar forma, sentido y fin. La forma es la impresión plasmada en la materia y que hace ser al edificio lo que es y no otra cosa. Lo que se realiza tendiente a alcanzar un fin, el edificio hecho, terminado y puesto en servicio, el fin mismo.
Aristóteles ligó el movimiento, con otro par de conceptos: la potencia y el acto. Aristóteles dividió el ser según la potencia y según el acto; todo ser es en acto y es en potencia; todo ser es algo y al mismo tiempo tiene posibilidad de ser otra cosa. Una semilla es semilla en acto y árbol en potencia; todo hombre es hijo en acto y padre en potencia, etc. Toda potencia está implícita en el acto: el árbol en la semilla, el padre en el hijo; y ninguna cosa puede ser aquello que no está potencialmente en acto, es decir, un embrión humano sólo puede ser humano y no caballo. El movimiento es un dejar de ser en potencia para ser en acto: la semilla deja de ser semilla en acto, para convertirse en lo que era en potencia: árbol. El movimiento es dejar de ser una cosa para ser la otra. Todo movimiento supone dos términos, un principio y un fin, un punto de partida y un punto de llegada. Con base en esto, Aristóteles explicó el movimiento que Parménides descartó, ya que lo consideraba como el paso del ser al no ser o del no ser al ser.
Para resolver esta dificultad, Aristóteles recurrió a una experiencia humana, la de privación, el sentido de la falta de algo y el deseo de alcanzar eso que falta. Todas las cosas, según él, sienten que les falta algo y desean eso que les falta. Dicho de otra manera, toda materia tiende hacia su forma porque se siente imperfecta y sabe que su perfección está en la realización de su forma. Es imposible que la forma aspire a sí misma, porque no está privada de sí misma. Por eso Dios no aspira a alcanzar una forma que él mismo ya no posee.
No se trataba de pasar del ser al no ser o viceversa, sino de pasar de un ser a otro ser, de pasar de un modo de ser a otro, siendo así permanente el ser, como quería Parménides. Lo que cambió en realidad es el modo del ser, no el ser. Este movimiento, este dejar de ser una cosa (potencia) para llegar a ser otra (acto) debe tener una causa, que, es lo que hace que la materia tienda hacia su forma, lo que hace que lo que es en potencia sea en acto, el motor. El movimiento es posible gracias a que hay algo que lo produce, que lo mueve:
“Todo móvil debe ser movido por un motor. Por lo tanto, si no tiene en sí mismo el principio del movimiento, es evidente que es movido por otro… Pero puesto que cada cuerpo movido lo es movido por un motor, es necesario también que cada cuerpo movido en el espacio sea movido por otro. Y entonces, el motor por otro motor, pues también se mueve, y éste, a su vez por otro” (Aristóteles: Física,
p. 241).
“Pero esto no puede seguir hasta el infinito, sino que debe detenerse en un
punto, y habrá algo que será causa primera del movimiento…”
“Si (el motor) está en movimiento, será necesario que se acepte que él se
cambia y es movido por algo: pues debemos detenernos y llegar a un
movimiento producido por un inmóvil” (Aristóteles: op. cit., 267).
Ese primer motor, que mueve sin ser movido, es Dios, el fin de todos los movimientos. Con esta solución, al decir de Werner Jeager (Aristóteles, 1984), Aristóteles postuló cierta teología donde Dios es el principio del movimiento, el que es capaz de generalizar los cambios sin alterarse él mismo: motor inmóvil que mueve sin ser movido. Dios es acto puro. Es el único capaz de pensarse a sí mismo, por eso es pensamiento puro.
Educación
La educación –decía Aristóteles, siguiendo la tesis de Platón- es tarea de la polis. La educación debería empezar por el cuerpo, ya que éste y sus apetencias se desarrollan antes que el alma y sus facultades; pero el cuerpo debe educarse con miras al alma, y los apetitos con miras a la razón. La educación por consiguiente del ciudadano (hombre libre) debe ser moral. Al llegar a este punto cabe mencionar que Aristóteles distinguía dos clases de hombres: el libre y el esclavo. Consideró a la naturaleza del esclavo inferior a la humana. Señaló que por naturaleza algunos hombres son fuertes para el trabajo manual y otros para la vida política, por eso ciertos hombres han nacido libres y otros esclavos. Unos han nacido para mandar y otros para obedecer. Tratando de suavizar su afirmación, Aristóteles señaló que el amo no debe usar su autoridad, ya que los intereses del amo y del esclavo son comunes. Condenó la esclavitud por derecho de conquista señalando que todos los esclavos deben tener la esperanza de la emancipación. Asimismo, expresó que la esclavitud no tiene porqué ser heredada. Se puede decir que la justificación del esclavismo por parte de Aristóteles ha provocado, en diversos momentos de la historia, un fuerte rechazo y una profunda crítica, no sólo al filósofo, sino a su doctrina política.
Ética
La ética Aristotélica se argumentó en el principio de que toda actividad natural, tiende hacia un fin, y es el fin lo que mueve a la gente a obrar. Es en este sentido que la ética de Aristóteles es considerada como teológica. Hay diversas clases de bienes señalados en su enseñanza que corresponden a diversas ciencias: el médico con su arte tiene como fin el conseguir y conservar la salud del enfermo, el de la economía, la riqueza. Mas debe haber una ciencia que subordine a las demás y considere un bien último o final, el mejor para todos. Esta ciencia del bien es la política, y la ética, una rama de ella. Aristóteles hizo referencia del carácter del bien al que tiende el hombre, del bien de lo individual. Piensa que el bien supremo, o meta última hacia la que apunta toda acción humana, es la felicidad. La felicidad la logran los ciudadanos al realizar cada uno de ellos la actividad que les es natural y propia. Pero en cuanto a la naturaleza humana viene determinada por la actividad del alma, la felicidad consiste en una operación intelectual en conformidad con la virtud. Esta última no es una tendencia natural del hombre, como lo pueden ser las pasiones. La virtud se adquiere y perfecciona con su ejercicio práctico y permanente: la virtud así, es un hábito.
Para Aristóteles un hombre virtuoso sería aquél que aspira a hacer el bien y busca evitar el mal. La virtud no es un algo que él ya posea desde su nacimiento (en su naturaleza humana), sino un algo que se va formando con acciones prácticas y constantes; es lo que él va haciendo y cómo lo va haciendo: un acto semejante al del artista que toca la flauta, donde la función del flautista es tocar la flauta y la del buen flautista, tocarla bien. A la simple realización de esta función tocar la flauta se añade su realización en excelencia. En la comparación con la condición humana, la función del hombre es actuar bien, y de él se espera que realice el acto de excelencia. Esta excelencia es la virtud humana. Por ello, el actuar del hombre virtuoso debe darse acorde con las circunstancias y con la mayor nobleza posible; es decir, si se tiene que actuar en una guerra, es mejor ser valiente que cobarde o temerario, y, si se gana en la contienda es preferible ser magnánimo que vanidoso o humilde. Pero, como la función humana radica en buena medida en el alma, se tratará de cumplir con esa función de la mejor manera posible, es decir, en excelencia y virtud. Ahora bien, el alma humana, según la entendía Aristóteles, es de dos tipos: racional e irracional y por ello, hay dos formas de actuar según la virtud. Las virtudes pueden ser intelectuales (dianoéticas) – de la parte que razona por sí misma-; o morales (éticas) –de la parte que obedece-.
En el campo de la ética, el hombre virtuoso será aquel que logre dominar y someter a su voluntad la parte instintiva o irracional de su alma. El dominio del alma irracional no implica su negación, precisamente por que la virtud consiste en hallar el punto medio entre dos extremos: el exceso y el defecto. Determinar cuando se está actuando virtuosamente en el justo medio no es fácil; el hombre para ello tiene que acudir a la intuición y al discernimiento, para así saber lo que habrá de hacer; estas facultades sólo se dan por la experiencia. La definición de la virtud contiene sin embargo, la referencia a una norma objetable. Cada virtud es un medio entre dos vicios, uno representa un exceso, el otro un defecto. De este modo, el valor es un medio entre la cobardía y la temeridad; la generosidad, un medio entre la prodigalidad y la avaricia, etc.
Aristóteles previno que la teoría del justo medio no se aplica mecánicamente, no es impersonal; es un justo medio relativo a otros. Depende del sujeto moral y de su acción. Implica un equilibrio individualizado.
Política
La política es la culminación necesaria de la ética en la filosofía de Aristóteles. Considera que la ciencia política determina cuáles son las ciencias indispensables en toda ciudad, las que cada ciudadano debe aprender y en qué medida.
Aristóteles observó que el hombre, considerado individualmente, un ser indefenso e incapaz de vivir por sí mismo –al margen de la colectividad-, es un ser que necesita de otros para desarrollarse; de otro modo sería bestia o dios. Bajo esta condición, la comunidad humana surge, no porque los individuos así lo quieran: es una exigencia de su propia naturaleza. En consecuencia, los hombres sólo pueden realizarse en cuanto tales, a través de la sociedad: el único lugar donde los hombres pueden hallar su felicidad y perfección. Es así como definió Aristóteles al hombre –como animal político por naturaleza- y señaló a la polis como el lugar adecuado donde éste debe desarrollarse. No era simplemente el lugar en que se realizan las virtudes humanas, sino aquél en que el hombre virtuoso posee esa específica aptitud. Lo cual significa que la polis conlleva naturalmente una jerarquización de autoridad, donde el mando es un problema de capacidad que, muy sabiamente es correlativo del saber obedecer, aunque se debe tener siempre presente que tal capacidad no está dada en el sujeto, sino que éste la adquiere. El ejercicio de la virtud política, requería dos condiciones: ser libre y hacer de la política su principal ocupación.
Aristóteles llamó libre a aquel sujeto que se tiene a sí mismo como fin y que no es la cosa o propiedad de otro. La libertad, por consiguiente, es la no sujeción a trabajos serviles. Por eso, no deben ser enseñados trabajos de siervo a los hombres virtuosos, ni a los políticos. ¿Cómo organizar la polis? Sería necesario regular la igualdad y desigualdad de la riqueza y, correlativamente, el poder entre los ciudadanos; porque lo más importante no es saber a quién le pertenecerá el poder, sino la manera de distribución de las riquezas. Esto se debe hacer mediante una constitución. Aristóteles acudió a revisar las diversas constituciones que existían en su época de las cuales obtiene una división en las formas de gobierno. Reconoció la existencia de formas de gobierno que procuran el interés común y formas que sólo procuran su propio interés. Cada una de ellas se subdivide en otras tres formas de gobierno o constituciones: formas buenas y formas malas. A la forma recta de la realeza (monarquía) le correspondería la forma desviada de la tiranía; a la aristocracia, la oligarquía; y a la politeía, la democracia. ¿Cuál de estas formas de gobierno es la mejor? Aristóteles se inclinó por la politeía, pues en ella existen una multitud de ciudadanos que, como en un ejército ateniense, son capaces de obedecer y alternativamente de gobernar; del mismo modo la ley que rige da los cargos a los que pueden desempeñarlos bien y lo merecen. La asignación del cargo debe darse como producto del reconocimiento no subjetivo que la comunidad hace a un ciudadano. Es decir, se otorga por méritos y no por virtudes simplemente. Es la comunidad quien otorga el privilegio de gobernar y ella quien vigila el no abuso del cargo. Pero si este abuso se diera, la comunidad revocaría el cargo.
Un presupuesto necesario para la acción moral es el de la libertad, ya que sólo con acciones voluntarias, es como un hombre se hace responsable. Quien actúe bajo alguna presión física-externa o en la ignorancia, no podrá ser temido como responsable. El miedo puede disminuir el carácter voluntario de una acción, lo mismo la cólera o el estado de embriaguez; por ello, es preciso estar atento a las circunstancias que rodean un acto moral, y así poder saber el grado de responsabilidad del sujeto moral.
Paralelamente a la ética de Sócrates y Platón, la de Aristóteles es eudemonista, pues postula a la felicidad como el máximo bien, el fin último al que tiende el hombre.
La felicidad consiste en el ejercicio ininterrumpido de una vida activa contemplativa o teorética, que es superior a la vida de los placeres y diferente a la vida política, que busca los honores. Mas se debe tener presenta que el estado feliz del hombre exige por su parte, la posesión de ciertos bienes naturales. No se puede ser feliz si al mismo tiempo no se siente placer y se lleva una vida agradable.
La pregunta por el arjé (principio), del que están hechas todas las cosas, tuvo diversas respuestas entre los filósofos presocráticos. Tales de Mileto contempló el agua, Anaxímenes el aire, Anaximandro lo refirió al indeterminado; Heráclito al fuego, donde se contempla el cambio.
Por su parte, los pitagóricos referían al número y Parménides propondría la razón para explicar el mundo. Empédocles señaló la mezcla de cuatro elementos: aire, fuego, agua y tierra; y los atomistas (Leucipo y Demócrito), al átomo.
Como consecuencia de la crisis política, social y moral que se dio en la Grecia antigua – producto de las guerras, invasiones y afán de control territorial y humano-, se desarrollaron los pensamientos político-morales de Sócrates, Platón y Aristóteles.
Sócrates inició su reflexión anteponiéndose al inmoralismo de los sofistas, quienes lejos de haber ayudado, agravan la situación dejando entrever el carácter relativo de las leyes de las acciones humanas. Sócrates colocó el problema en el hombre mismo y buscó enseñar al ciudadano griego a vivir virtuosamente y así ser feliz.
Platón fue más lejos en su doctrina que el mismo Sócrates. Inventó una teoría política, creó una teoría con el modelo de una ciudad-Estado perfecta donde se garantiza la paz, la armonía, la felicidad y donde cada ciudadano cumple una función que trae beneficios colectivos.
Aristóteles, por su parte, reaccionó contra el idealismo de Platón. Concilió el bien del ciudadano con el bien de la polis, sin sacrificar uno con respecto al otro. Para Aristóteles no era posible concebir a un ciudadano feliz, sin la existencia de una ciudad que le proporcione tal bien. Alcanzar la felicidad no es tarea fácil, se requiere realizar acciones virtuosas que permitan al sujeto moral sentirse bien. La virtud es un hábito, un término medio entre dos extremos, el exceso y el defecto.
Se puede decir que con el sistema de Aristóteles, no hay estructuras políticas y sociales perfectas, como no hay ciudadanos o individuos perfectos; la perfección es algo que el hombre va construyendo con sus actos libres y virtuosos que llega a perder cuando se mueve en los vicios. El fin último y trascendente para el hombre es el logro de la felicidad.