1.4 DESARROLLO TECNOLÓGICO
Históricamente hablando, las primeras actividades que el hombre desarrolló estuvieron determinadas por acciones meramente empíricas; la evaluación del trabajo se dio con el devenir del tiempo y debido a situaciones circunstanciales, políticas, sociales y económicas se gestaron cambios intelectuales que propiciaron la investigación y con ellos la aparición de los inventos; de esta manera la evolución nos ubica en una etapa científica.
La evolución de la ciencia desarrolló una serie de conocimientos generales que propiciaron alternativas particulares en diversas áreas, como la utilidad práctica que se deriva de esos fundamentos generales; a esto se le puede llamar técnica, y al conjunto de fines prácticos con diferencias estructurales y complejas, tecnología.
Se habla del inicio de la técnica con la utilización de la piedra para la elaboración de herramientas y hasta la aparición de la máquina de vapor, que marcó el principio de la Revolución Industrial. Desde el punto de vista técnico, la máquina no es sino una herramienta compuesta. De las herramientas manuales elementales surgen las herramientas polivalentes y el trabajo asociado. Las combinaciones de herramientas permiten construir máquinas simples y complejas, gracias a la adición de una fuerza autónoma.
De esta manera, el origen de las máquinas podría considerarse como una prolongación experimental de soluciones sociales prácticas aportadas por la sociedad.
Las máquinas en nuestra época no son sólo múltiples procedimientos mecánicos de transformación de materias sólidas y flexibles, sino también innumerables procedimientos que tratan líquidos, gases, etc. que efectúan los transportes, las transmisiones y las comunicaciones; que aseguran la buena marcha de los organismos vivos; que regulan el paso del tiempo, registran el pasado y prevén el futuro. La técnica moderna extiende sus características profesionales, afecta al productor y al consumidor.
El desarrollo de la técnica maquinista tiene como efecto transformar la estructura de la unidad de producción, lo cual ya no es el conjunto elemental formado por un hombre, una herramienta y una materia a tratar; ésta puede definirse según dos criterios: la fábrica o establecimiento (unidad técnica-geográfica), y la empresa o firma (entidad jurídica y financiera).
Los sistemas de producción y comunicación modernos tienden a aumentar la dependencia de las fábricas entre sí, a pesar de su especialización. La autonomía de las pequeñas empresas que subsisten se ha creado en el campo de los productos semielaborados; la autonomía no es total y tiene sobre todo un carácter jurídico. En estas empresas el equipo, la mano de obra y sus utilidades están determinados por la situación de un mercado reducido, y con frecuencia a una sola gran empresa de la que son los abastecedores complementarios. Las unidades de producción tienen entonces cada vez menos importancia entre sí, lo que cuenta es el lugar que ocupan dentro de la cadena.
La industria entonces se considera como una amplia red que abarca unidades independientes, en la que el tamaño y la estructura de cada unidad no pueden comprenderse sino dentro de todo el sistema, la interdependencia técnica y económica corresponden a un contacto humano y social que puede ser de solidaridad o rivalidad y que constituye la actualidad de los grandes conjuntos industriales.
Asimismo, los talleres mecanizados guardan una coordinación de interdependencia según un plan general impuesto a toda la fábrica: la menor interrupción del trabajo en un departamento puede repercutir en toda la fábrica y pone en riesgo la realización del plan en su totalidad. ¿Dónde comienza y dónde termina la unidad industrial básica en el caso de una red ferroviaria? Los talleres, depósitos, tiendas y oficinas más diversas contribuyen a la unidad del conjunto. Lo mismo puede decirse de empresas grandes de producción, tales como las fábricas de productos químicos o automovilísticas. Simultáneamente, los procesos técnicos hacen posible, por una parte, la descentralización geográfica de las unidades de trabajo, y por otra, la falta de centralización administrativa y técnica.