1.2.1 La Reforma impulsada por Martín Lutero
La Reforma es un movimiento eclesiástico, religioso y en cierto sentido cultural, que surge al interior de la Iglesia católica, impulsado por Martín Lutero (1483-1546), quien hacia 1517 en Wittenberg hace públicas sus famosas 95 tesis, las cuales son una crítica a la Iglesia católica por sus excesos, abusos y el ambiente cortesano que privaba en Roma con Julio II.
Hacia 1519 se separa de la Iglesia romana, se declara en contra de la infalibilidad del Papa y los concilios. Y aunque su crítica a la Iglesia y su replanteamiento religioso en general, se basan en las Escrituras, en 1520 la bula Exsurge, Domini condena sus errores doctrinales y en 1521 es excomulgado.
No obstante, esta reforma impulsada por Martín Lutero, y continuada relativamente por Juan Calvino es decisiva para la comprensión de mundo moderno.
En el sentido que aquí manejamos la Reforma es un movimiento eclesiástico que a partir de la crítica de Martín Lutero expuesta en sus famosas tesis.
En Alemania, el fraile Martín Lutero expuso los abusos y excesos de la Iglesia, a la vez que negaba que el poder pontificio fuese divino. En consecuencia, la institución de la Iglesia, siendo terrenal y humana, no poseía la facultad de otorgar o negar la salvación del alma humana, puesto que ésta se conseguía por la fe en la existencia de Dios. Esta tesis justificaba su rechazo a la venta de indulgencias (perdón de las culpas cometidas a cambio de retribuciones económicas o de otra índole, tales como favores especiales a la Iglesia o con alguno de sus representantes), así como también para exigir la reforma de la Curia (gobierno de la Iglesia católica) al pedir la suspensión del celibato y algunas conductas monásticas.
Para el luteranismo, el único medio que puede proporcionar la verdad religiosa es la Biblia y su interpretación no depende del clero sino del estudio exclusivo e individual. La reforma que propuso Lutero para la Iglesia se contempla como un subjetivismo religioso: la Iglesia no debe erigirse como un dictador que legisle y juzgue con un principio dogmático; la conducta religiosa no debe pertenecer a la institución, sino al hombre mismo.
Como eco de las teorías luteranas, Juan Calvino lleva la reforma a Francia y Suiza y añade a la misma las siguientes propuestas y afirmaciones: eliminar el culto a los santos, imágenes, reliquias, etc.; Dios bendice económicamente a sus elegidos; toda ley proviene de Dios, pero al llegar a los hombres se ajusta a las circunstancias y condiciones terrenales.
Inicialmente en Europa, Lutero y Calvino plasmaron sus ideas en libros que difundieron sus pensamientos, gracias a la invención de la imprenta por Gutenberg, instrumento indispensable para la difusión de la cultura.
A pesar del estilo satírico con que Erasmo de Rotterdam representó a la Iglesia romana (Elogio a la locura), se le aceptó como divulgador de la Filosofía cristiana, y pregonó bajo el influjo renacentista una nueva Edad de Oro, con el objeto de conciliar extremos y evitar con ello la fragmentación que se vislumbraba en la Iglesia católica con el surgimiento del protestantismo.
Mientras tanto la reacción en contra de las tesis de Lutero y Calvino no se hizo esperar. En España el movimiento llamado “contrarreforma” convocó a la comunidad católica a un concilio en Trento, Italia, con la consigna de frenar el avance del protestantismo y proponer algunos ajustes en el interior de la Iglesia.
Con el mismo espíritu combativo los miembros de la Compañía de Jesús (jesuitas) se autoconsideraron soldados de Dios, y se distribuyeron por todo el confín en labores misioneras (logrando gran influencia en el continente americano).
No podemos olvidar mencionar al famoso y temido Tribunal de la Santa Inquisición, que también hizo campaña al respecto, pero con métodos mucho más drásticos.