CAPÍTULO 3. RUPTURA EPISTÉMICA ENTRE EL PENSAMIENTO PREFILOSÓFICO Y LA FILOSOFÍA

La Filosofía surge en el siglo VI a.C. en Grecia (en la religión de Jonia), y sus primeros exponentes fueron: Tales de Mileto, Anaxímenes y Anaximandro. Hablaremos ahora en la “ruptura espistémica” de la Filosofía, respecto del mito y de la religión (pensamiento precientífico, dentro del cual también se ubica el pensamiento cotidiano o de la mera opinión). Ruptura epistémica es el cambio de una concepción del mundo a otra, sea por causas de carácter interno (exigencias propias, en este caso, el pensamiento humano y sus leyes de desarrollo), como por causas externas (determinaciones de carácter histórico-social). Lo que se produce por vez primera en la historia del hombre en el momento en que nace la Filosofía es una nueva forma de vida implica una nueva forma de pensar o, expresado en otros términos, es una forma de pensamiento que resulta, por sí misma, una nueva forma de ser. La ruptura se produce entonces en el campo del pensamiento humano y en el que su misma existencia: ser filósofo es justamente llevar una vida pensada. Y hablamos de ruptura porque se trata de algo radicalmente nuevo, de una especie de “salto” hacia una unidad de vida y pensamiento nunca antes existente.

En el orden de la existencia (fundamento éticos-vocacional), el filósofo adopta una posición frente al mundo que consiste en independizarse de las necesidades apremiantes de la vida y conformarse así con el tipo de pensamiento que ello genera (doxa o pensamiento cotidiano, con las características de ser subjetivo, superficial, arbitrario y acrítico), sino que buscan, “desinteresadamente”, el conocimiento por el conocimiento mismo, y en el orden del pensamiento (fundamento operativo o fundamental), el filósofo procede críticamente bajo las formas del método, la objetividad, la racionalidad y el sistemas, esto es, ordena sus pasos de aproximación a sus diferentes objetivos de estudio, enlaza unos con otros sus resultados de explicación, así como con los de otros pensadores, y procura, atentamente, no introducir o “contaminar” con sus puntos de vista estrictamente subjetivos o con sus deseos personales, emociones, imaginaciones o fantasías, esta forma crítica de acercarse a los diferentes problemas de la naturaleza, el hombre y la sociedad.

El hecho es que la Filosofía, como conciencia de sí misma, no nace únicamente conceptualizando las cosas de un manera diferente a como las ha planteado el mito, la religión y el sentido común, sino que surge explicando el qué consiste tal diferencia: ni el mito ni la religión, o el sentido común, tienen la función de la razón de sí mismos, de explicar sus respectivas formas de proceder. Ésta función es tarea expresa de la Filosofía, la única capaz de dar razón crítica de las demás vocaciones humanas, formas de vida, discursos o tipos de lenguaje tanto como de sí misma.

Los primeros filósofo, Tales de Mileto, Anaxímenes y Anaximandro (periodo presocrático de pensamiento físico-cosmológico) se preguntaba por la phisis de todas las cosas, esto es, por la sustancia elemental o básica o principios físico de que están constituidas las cosas de la totalidad del mundo. A esta pregunta respondieron al pensar en un principio inmanente a lo real, es decir, un principio físico que se encuentra dentro de la propia realidad y no fuera de ella o de manera trascendental, que era el tipo de respuesta específicamente religiosa. Para Tales de Mileto, esta physis era el agua; para Anaxímenes, el aire, y para Anaximandro, el apeiron (lo infinito e indefinido). En los presocráticos, este problema de los elementos y del principio dinámico de la cosas en continuo cambio se explicaba a partir de las cosas mismas.

“El milesio (dice E. Nicol) es el primer hombre de ciencia porque es el primero que intenta explicar las cosas por sí mismas. Desde luego no deja de ser hombre de ciencia porque no consigna dar una respuesta definitiva a la cuestión que él mismo plantea. Lo distintivo de su tesis no es el hecho de que pueda ser juzgada verdadera o errónea (porque a este juicio debe someterse toda proposición, sea científica o no), sino el hecho de que responde a una pregunta que va enderezada a las cosas mismas y que, por así decirlo, sólo ellas pueden contestar: no la contestan las opiniones o creencia subjetivas de quienes interrogan, ni otras potencias ajenas a los hombres y a las cosas”. (Nicol: Los principios de la ciencia, p.379.)

Los primeros filósofos crearon conceptos nuevos, cuya lógica interna suponía y sigue suponiendo –en la unidad y continuidad histórica de la Filosofía- una explicación inminente de las cosas. La Filosofía nace como un hablar eminentemente conceptual, y no como un mero designar las cosas con palabras de lenguaje común. Antes de la Filosofía no había propiamente conceptos, de manera que “el carácter más relevante que representan los inicio de la Filosofía es el de una auténtica mutación del habla. Hay por debajo de ella la mutación existencial que hizo posible contemplar las cosas, en vez de verlas y usarlas simplemente, o de explicarlas mitológicamente. De las cosas mismas, como objetos de contemplación, ya no se habla de la misma manera. Así, la palabra conceptual será, para los presocráticos, la palabra por excelencia”. (Ibid., p.386.)

Los primeros filósofos jónicos- y en general la propia historia de la Filosofía- no dejaban de emplear imágenes o metáforas como un simple recurso literario; sin embargo, metafóricamente el pensamiento era, en y seguirá siendo, perfectamente racional; y éste es el aporte y la característica sustancial de la Filosofía en su unidad de pensamiento y lenguaje.

¿Cuál es el origen de todas las cosas? Este planteamiento que el pensamiento míticoreligioso resuelve postulando agencias divinas (cosmogonía o teogonías), los primeros filósofos griegos lo desarrollaron sin recurrir a ningún principio divino o trascendental (cosmología), sino a puras razones naturales. En este sentido, el pensamiento jónico, en la medida en que se preocupaba por explicar las formas del ser el y el cambio, era un pensamiento decididamente ontológico y y no teológico, en tanto que explicación de las cosas a partir de sí mismas.

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Anota cuatro características fundamentales, por lo menos, de cada uno de los siguientes pensamientos.

Pensamiento míticoPensamiento religiosoPensamiento filosófico
1._______________________1._______________________1._______________________
________________________________________________________________________
________________________________________________________________________
2._______________________2._______________________2._______________________
________________________________________________________________________
________________________________________________________________________
3._______________________3._______________________3._______________________
________________________________________________________________________
________________________________________________________________________
4._______________________4._______________________4._______________________
________________________________________________________________________
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Una vez analizadas y asimiladas las características propias del pensamiento filosófico, haz la comparación entre las correspondientes al pensamiento mítico y al religioso:

El pensamiento filosófico -aunque parezca redundante decirlo-es creación de los filósofos; en cambio, el pensamiento mítico religioso, en el caso de Grecia, de los poetas, y en otros lugares, de los sacerdotes. Si bien es cierto que la realidad es la misma para todos estos pensamiento, la manera de abordarla y cuestionarla es diferente. Aun cuando es válido señalar que los problemas del origen del cosmos y de la justicia están presentes en todas estas explicaciones, la forma en que se plantean y la perspectiva desde la que se intentan solucionar es diferente.

La Filosofía resuelve el problema de la physis de las cosas asumiendo que es en las cosas mismas donde está dicho principio:

Lo que distingue al pensamiento filosófico de sus antecedentes es la manera de preguntar, de plantearse los problemas y de resolverlos.

Es en las cosas mismas, en lo que revelan a la razón, como el filósofo explica las causas de las cosas, como conceptos y no con imágenes fantásticas, sino según las leyes del correcto discurrir.

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