1.1 SAN AGUSTÍN Y SU TIEMPO

San Agustín nace de padre pagano y madre cristiana, en Tagaste, provincia de Numidia(actualmente Argelia), en el norte de África, en el año 354, zona perteneciente al Imperio Romano, donde el cristianismo se difunde con gran fuerza, pero también lugar donde la herejía está presente y las diferentes religiones entran en conflicto. Ya entonces tuvo que decidirse por alguna de las dos tendencias. En sus primeros años de vida fue educado por su madre en el cristianismo. Cuando estudia en el 371 d. C., en Cartago (actual Túnez), tiene una amante con la cual tiene un hijo. En 373 lee el Hortenisius de Cicerón; se forma como filósofo y se adhiere al maniqueísmo. En el 386 se convierte al cristianismo al leer las epístolas de San Pablo. En 394 es nombrado arzobispo de Hipona. En 398 escribe su primera gran obra: Las confesiones, y en el 412 inicia su segunda gran obra, La ciudad de Dios que termina en el 426. Muere el 28 de agosto de

430.

En San Agustín coincidieron de manera rigurosa, vida y filosofía. Llevó una vida licenciosa, aprendió Filosofía, la ejerció, se convirtió al cristianismo y lo vivió hasta su muerte. Agregado a esto (incluida la gran vitalidad que ya en ese tiempo tenía el cristianismo), San Agustín es testigo del derrumbe del gran Imperio Romano y de la consolidación de la Iglesia. Analicemos estos dos acontecimientos que confluyen y que van a tener gran impacto en el pensamiento del arzobispo de Hipona.

Respecto al Imperio Romano, haremos referencia a la gran crisis social1 por la que atravesó a mediados del siglo III (entre el 234 d. C. y el 268 d. C.) ya que sin ella, no se entendería la emergencia del cristianismo como religión triunfante.

1 Por crisis social entendemos una desorganización en cada una de las estructuras del aparato social (económica, política, ideológica, etc) y que tiene como consecuencia un estado de anarquía generalizado.

Partiendo de un punto de vista político, podemos afirmar que ya desde el año 217 d. C., todos los emperadores murieron de manera violenta. La duración promedio de los reinados no sobrepasaba los cuatro años. En el curso de 33 años, tanto ejército como senado eligieron al menos 23 emperadores. Las guerras contra los invasores eran cada vez más continuas, lo cual trajo como consecuencia la pérdida de territorio y, finalmente, un aparato burocrático más complejo.

Cabe señalar que a finales del siglo III el Imperio Romano se dividió en dos grandesgobiernos: el de Occidente (incluida África) y el de Oriente (recordemos que San Agustínnació en África). En el primer gobierno predominó la lengua latina mientras que en el segundo, la griega.

En cuanto a la situación económica, ésta era también desesperada. A pesar de que el Imperio contaba con minas ricas en oro, la situación fiscal fue crítica en este periodo. El oro y la plata sufrieron una fuerte depreciación. Los impuestos aumentaron, pero pocos podían pagarlos. La devaluación de la moneda y el aumento en los precios de las mercancías no se hizo esperar. Basta decir que la vida, a principios de la segunda mitad del siglo III, se encareció en un 1 000%. Las ciudades no crecieron ni se embellecieron.

El ejército del Imperio también tuvo una fuerte crisis a pesar de las reestructuraciones por las que pasó. Sin embargo, los emperadores de esta época sabían perfectamente que el ejército era la columna vertebral del Imperio y se dieron a la tarea de fortalecerlo; esto no evitó que, dentro del mismo ejército, se diera rebeliones que tuvieron como finalidad obtener un mayor poder en los aspectos político y económico. A pesar de todo el ejército logró detener por algún tiempo las huestes invasoras.

La crisis por la que pasó el ejército derivó de su constitución. Las necesidades de defensa del Imperio Romano para ese entonces, siglo III d. C., eran impresionantes. Para conformar un ejército numeroso se dieron a la tarea de incorporar gente del campo (la cual resultó inútil para las armas), pero lo más grave consistió en reclutamiento de extranjeros (llamados bárbaros). Esto trajo como consecuencia una paulatina desnacionalización del ejército y su necesaria falta de cohesión. Ya en el siglo IV d. C., el emperador tuvo que utilizar sus potenciales enemigos como mercenarios para “defender” los intereses del Imperio. Basta decir que el emperador Teodisio nombró como jefe de todo el ejército romano al extranjero Estilicón.

Mientras tanto, ¿qué ocurría con el cristianismo? Podemos sostener, sin temor a equivocarnos, que el cambio social más importante del siglo III lo constituyó el desarrollo y el crecimiento del cristianismo. El Estado romano intentaba, desde entonces, resolver el problema que la relativa nueva religión representaba y que difícilmente podía asimilar. El Imperio ensayó tanto la represión como la asimilación del cristianismo. Ya desde principios de siglo el emperador romano Caracalla intentó obligar a todos sus súbditos a adorar al dios egipcio Zarpáis, gran dios solar. Sólo que para lograr esto debía llegar a cabo, entre otras, la siguiente tarea: eliminar el monoteísmo cristiano, el cual se había extendido a buen ritmo por las provincias orientales. De este modo surgieron las no pocas persecuciones efectuadas contra los cristianos en el Imperio Romano (especialmente en África).

A mitad del siglo, el emperador Dacio, respetuoso de las tradiciones romanas, emitió un edicto contra los cristianos en el cual se advertía que toda persona (incluidos niños y ancianos) que no rindieran el mínimo culto a los dioses romanos sería castigada. La gran mayoría de cristianos ofreció resistencia y varios de ellos fueron ejecutados en todo elImperio. En la zona norte de África –dominada por el Imperio- hubo especial virulencia ante la brutalidad desatada por el emperador. A pesar de estar diezmados en sus filas, los cristianos que resistieron fueron vistos con admiración y se les sumaron algunos simpatizantes. Aunque en un principio el emperador Valeriano (253 d. C.) se mostró tolerante con los cristianos, no tardó en reiniciar la represión. En el año 303 d. C., se inició la más sangrienta persecución contra los cristianos.

Paradójicamente, el cristianismo salió fortalecido de la gran crisis social del siglo III. LasIglesias de oriente (Egipto, Siria y Asia menor), así como la de África septentrional se vieron considerablemente incrementadas. Incluso, algunos bárbaros empezaron a ser cristianizados. No está de más especificar que ya en el siglo III surgieron casas particulares que se convirtieron en iglesias y se empezaron a construir edificios con la finalidad expresa de desempeñar tal función. Solamente en Roma existieron 46 sacerdotes. En el año 251 d. C., se reunieron en la misma ciudad 60 obispos. Desde elaño 220 se reunieron 70 obispos en África del norte y después 90. ¿Qué quieren decir estas cifras? La Iglesia no solamente contaba con una estructura organizada, sino que además, tenía continua comunicación con los tres grandes centros de aquella época: Roma, Cartago y Antioquia (ciudad de Turquía). De esta forma daba inicio el proceso de constitución de la Iglesia cristiana como un poder autónomo. La Iglesia vivió conflictos importantes con el Estado romano, pero se fortaleció y si bien el Estado no salió debilitado, si presentó cierto estancamiento.

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