1.1.1 TEORÍAS DEL CONOCIMIENTO
b) Tipos de Conocimiento
Tanto en la concepción teleológica de la ciencia como en la concepción causalista surge una teoría acerca de qué es el conocimiento, cuál es su origen y cómo se produce. En este apartado nos referimos con cierta amplitud a la fundamentación filosófica del conocimiento de las ciencias naturales, pues serán las que sirvan de modelo a las nacientes ciencias sociales.
En el siglo XIX, tanto en Europa como en América se pasó por un periodo de decadencia en la especulación filosófica; en contraste con el gran avance de las ciencias naturales, la filosofía se encontraba en el abandono.
Kant por una parte afirma que en el conocimiento participa tanto la experiencia como la razón. La experiencia nos proporciona las sensaciones que son la materia del conocimiento, pero nos las presenta sin orden ni medida, y es la razón la que las ordena con sus categorías y con las intuiciones del tiempo y espacio. Se ocupa de la razón en lo que le es dado a conocer sin necesidad de la experiencia.
Para demostrar la existencia de la razón y la posibilidad de la ciencia era necesario encontrar conocimientos a los que la razón llegara sin necesidad de la experiencia.
Kant llega por este camino a su método a priori, que consiste en estudiar la estructura de la razón, es decir, del entendimiento, en su facultad de conocer antes de la experiencia; este método también es conocido como apriorismo.
La experiencia sólo nos da un aquí y ahora; los juicios universales de carácter necesario no pueden provenir de la experiencia, porque ésta sólo nos ofrece sensaciones y hechos aislados, por lo que los juicios que establecen relaciones universales y necesarias sólo pueden provenir de la estructura a priori de nuestro pensamiento.
Por ejemplo: si sumergimos un cuerpo en el agua observamos que experimenta un empuje ascendente directamente proporcional al peso del líquido desalojado. La experiencia sólo eso nos proporciona. Entonces, ¿qué nos autoriza a afirmar que todos los cuerpos sumergidos en un líquido experimentan un empuje ascendente directamente proporcional al peso del líquido desalojado?. ¿Qué nos autoriza a decir que algo que sucede aquí y ahora ha sucedido antes y seguirá sucediendo igual en todas partes?. Sólo la estructura a priori de nuestra razón puede establecer esos juicios.
El conocimiento a priori se denomina trascendental porque no se ocupa de los objetos en sí mismos, sino de la manera en que los conocemos. Es decir, se concibe la realidad como un caos en el que nuestro entendimiento pone orden al explicarla mediante las categorías de la razón.
De tal manera que no son los objetos los que regulan nuestro pensamiento, sino nuestro pensamiento es el que regula los objetos. Por tal motivo, la ciencia no tiene por objeto de estudio al objeto en sí, sino a un objeto formal, creado por el método que utilice el investigador para explicarlo.
Esto da por resultado que el método delimita y determina el objeto de estudio, ya que es creación del mismo. De aquí se desprende que dos métodos de estudio generan diferentes tipos de explicación y no pueden tener acceso al mismo objeto formal de conocimiento.
Para explicar lo anterior tomemos por ejemplo el delito. Una de las ramas de la Sociología, que estudia al delito como conducta humana causalmente determinada es la sociología jurídica; ésta no se refiere al mismo objeto de estudio que con el mismo nombre estudia el jurista desde el punto de vista, ya no de la causalidad, sino de la normatividad, que sería el derecho penal. Aunque ambos puntos de vista no se contraponen sino que se complementan para explicar esa realidad a la que llamamos delito, es obvio que formalmente son objetos de conocimiento diferentes. De aquí se concluye que diversos enfoques para explicar el objeto de estudio producen diferentes explicaciones del mismo objeto, en el sentido material, o sea la realidad.
El método a priori resuelve la ancestral disputa entre racionalistas y empiristas que sirve de fundamento epistemológico a las ciencias naturales.
Recuerda que para el racionalismo, la causa principal del conocimiento reside en la razón. Esta corriente establece que el conocimiento sólo es tal cuando posee necesidad lógica y validez universal. ¿Pero cuándo se da ésta?. Cuando juzgamos que algo es como es y no puede ser de otra manera. Por ejemplo: el todo es más grande que sus partes. El juicio anterior tiene necesidad lógica y validez universal porque se reconoce que es válido antes, ahora y siempre, aquí y en todas partes. De lo anterior, el racionalismo concluye lo siguiente:
Todo conocimiento es originado en la razón, porque ésta es su fundamento.
El empirismo, por su parte, considera que todo conocimiento tiene su origen en la experiencia, que la razón no tiene ningún conocimiento y que todos nuestros conceptos, aun los más abstractos, derivan de la experiencia. Por tanto, Kant concilia la posición racionalista y la empirista al señalar que en el conocimiento participa tanto la razón como la experiencia, pues:
La experiencia nos proporciona las sensaciones que son la materia del conocimiento, pero nos la presenta sin orden, y es la razón la que las ordena con las intuiciones de tiempo y espacio, además de las categorías.
En este sentido, Kant se convierte en la guía filosófica del siglo XIX y principios del XX, ya que su teoría del conocimiento es acorde con el progreso de las ciencias de la naturaleza y dirigirá el camino de las incipientes ciencias sociales.
Los analistas sociales van a tomar como paradigma científico el que les ofrecen las ciencias de la naturaleza, especialmente la Física. El predominio de la concepción causalista de la ciencia y su carácter empírico y pragmático ponen su sello al siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.
Sin embargo, aunque algunos estudiosos de la sociedad tratarán de construir las ciencias sociales reproduciendo el modelo de las ciencias naturales, pensando que el método de tales ciencias será el único posible para tener acceso al conocimiento científico de la sociedad; otros pugnarán por una metodología adecuada a las peculiaridades del objeto de estudio de las nacientes ciencias sociales. Los primeros están agrupados dentro de la corriente del positivismo y los segundos en la corriente que en este fascículo llamaremos antipositivista.
En el contexto histórico del siglo XIX, el hombre enfrenta la necesidad de dar un giro en
la explicación de su realidad social. Este giro parte de dos posiciones, una que
considera a la ciencia como una concepción teleológica y la otra, como una concepción
causalista.
En el siguiente cuadro mencionamos las características de los tipos de conocimiento:
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