1.3.2 EL MATERIALISMO HISTÓRICO-DIALÉCTICO
El materialismo histórico-dialéctico, también conocido como teoría materialista de la historia o marxismo, es una de las corrientes de las ciencias sociales que, al contrario del positivismo, ve el estudio de la sociedad como algo distinto del estudio de la naturaleza. Se considera una corriente revolucionaria porque no sólo pretende explicar la realidad social, sino que básicamente trata de transformarla. Para transformar la sociedad debe criticarla. No se puede quedar sólo con lo que se observa, como el positivismo, sino que debe atender a la realidad social que se está viviendo, comprender su presente para proyectar el futuro.
El marxismo es la corriente teórica que surge en el contexto histórico propiciado por la Revolución Industrial, que genera la gran desigualdad entre las clases sociales del siglo XIX. El marxismo se nutre de las teorías de los socialistas utópicos como Claude-Henri de Saint-Simon, Carlos Fourier y Roberto Owen, que propusieron diversas medidas para disminuir o erradicar la pobreza y la explotación a que se encontraban sometidas grandes masas de la población. También tiene relación intelectual con los economistas clásicos Adam Smith y David Ricardo, que estudiaron la teoría del valor, la división del trabajo y el origen de la riqueza.
Otra relación intelectual del marxismo la encontramos en la filosofía idealista alemana de Hegel y en la filosofía materialista de Feuerbach. Mientras el idealismo hace de la realidad una idea, el materialismo considera a la idea como reflejo de la realidad; el idealismo considera la realidad como concepto, como una abstracción. El materialismo atiende a la concreción de la realidad. El idealismo considera al hombre concreto, histórico, como una idea, como una abstracción que sólo existe en la conciencia. Para el materialismo el hombre en general no existe, no es real, sólo existe el hombre histórico. Marx y Engels, los fundadores de la teoría marxista toman de Hegel la dialéctica, de Feuerbach, la concreción de lo real.
La dialéctica concibe al universo en constante movimiento, en permanente cambio producido por las contradicciones internas. El conflicto, la antítesis entre ser y no ser producen el cambio constante. El marxismo hace uso de la dialéctica para explicar la sociedad y por ello atiende a los conflictos internos de la misma. Ve a la sociedad actual como producto del cambio generado por sus contradicciones. Por ejemplo: al desarrollarse el feudalismo surge la clase social que lo destruiría, la burguesía. El capitalismo, a su vez, creó al proletariado que, según Marx, destruirá a la burguesía.
El marxismo, en contraposición al positivismo, ve a la sociedad en su aspecto dinámico e histórico. Considera que toda teoría, que toda explicación de la sociedad, está marcada por el contexto social y económico en que se produce. Para el marxismo no existe neutralidad científica, pues desde la elección del objeto de estudio el investigador ya es parcial. La objetividad científica no consiste en acercarse al objeto de estudio sin presupuestos y sin juicios de valor, como afirma el positivismo, sino en hacer explícitos esos presupuestos y juicios.
Como ya se mencionó, el positivismo y el marxismo recuperan la discusión en torno de la ciencia, apegándose el positivismo a la concepción causalista o galileana y el marxismo a la concepción aristotélica o teleológica.
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La posibilidad de comprender los fenómenos sociales se halla en la situación peculiar del hombre, pues él mismo es parte del mundo social, histórico, cultural y económico que pretende explicar, produciéndose una unidad entre el sujeto y el objeto de conocimiento.
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