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Filosofía 1 – Quinto Semestre

GLOSARIO.

Absoluto. Es una manera con la que la Metafísica designa al Principio necesario y que propicia que un ser contingente exista.

Abstracción. Proceso lógico mediante el cual separamos conceptualmente las notas esenciales de las particulares, haciendo una representación general de los objetos de una misma clase, especie o género.

Accidente. Desde el punto de vista de la Ontología o de la Metafísica, es aquello que existe en otro y no puede existir en sí mismo porque sería una sustancia.

Actitud indagadora. Disposición del hombre que nace del asombro ante los problemas, dudas, anomalías, o de la propia ignorancia ante los acontecimientos de la realidad.

Afán. Es aplicarse literalmente a un trabajo, con anhelo.

Antítesis. Oposición, contrario, parte que se opone a una tesis.

Atributo. Propiedades o cualidad que se asigna a un ser, lo que se dice de él; en el lenguaje es el predicado, esto es lo que se dice del sujeto.

Concepción. Forma de “dar a luz”, de elaborar una idea o representación de algo. En otros sentidos se emplea concepción como una visión totalizadora del mundo y de la vida.

Concreto. Se utiliza para identificar lo que es real, los objetos reales; se opone a lo abstracto.

Contingente. La Metafísica lo designa como aquel ser que no existe por sí mismo, sino que necesita una causa o principio para poder existir; esa causa sería un ser necesario.

Cosmología. Disciplina filosófica que aborda el problema del origen, estructura y finalidad del Universo; intenta descubrir el fundamento que dé razón del ser material. Se relaciona con la Física y la Astronomía ocupándose de problemas similares, aunque la manera de tratarlos es diferente.

Crítica. Disciplina filosófica que reflexiona sobre la validez objetiva de nuestros conocimientos y los alcances y límites de nuestras facultades.

Devenir. Significa estrictamente llegar a ser. Se usa en varios sentidos: cambio, mutación, movimiento; el más común de sus significados es el de ser en procesos.

Eidético. Significa literalmente imagen, pero en el lenguaje filosófico es la idea primaria

o esencia.

Empirismo. Corriente filosófica y ante el problema de conocer postula la experiencia y los sentidos como única fuente del conocimiento.

Ente. Proviene de la palabra latina ens, entis, con la que los escolásticos designaron al verbo esse que significa ser. Se dedica a todo lo que es, existe o puede existir.

Esencia. Conjunto elementos indispensables que constituyen la naturaleza de un objeto; es lo que hace que un ser sea lo que es y no otra cosa.

Fenomenología. Busca describir los datos significativos (como se presentan o son datos) de los fenómenos a la conciencia. De ahí que se legitime la intuición de la conciencia como fuente legítima de conocimiento.

Filosofema. Es la pensando en el juicio de los filósofos; en el nivel del lenguaje son las proposiciones filosóficas.

Forma. Desde la perspectiva de la lógica, son las ideas o pensamientos.

Inferencia lógica. Proceso del pensamiento en el cual se utilizan juicios que sirven de medios para alcanzar conclusiones.

Inmanente. Lo que permanece en la existencia o en la conciencia de un ser.

Intersubjetivo. Conjunto de opiniones de diversos sujetos relacionados entre sí respecto de algún asunto o problema, ya sea para reconocerlo o para tratar de fundar su validez.

Interlocutor. Sujeto que es interpelado por otro en un diálogo.

Intuición. Proceso mental mediante el cual conozco o comprendo de forma inmediata, directa y completa la realidad o una verdad, sin que medie ningún tipo de discurso o razonamiento.

Ironía. Recurso con el cual el filósofo da a entender lo contrario de lo que se dice, en forma disimulada, fina y burlona.

Lenguaje simbólico. También conocido como lenguaje artificial en contraste con el lenguaje natural. Se utilizan en la lógica moderna para ampliar, agilizar y permitir el cálculo simplificado de muchas operaciones en el proceso del razonamiento.

Mayéutica. Es una palabra que significa parir o dar a luz. Fue utilizada por Sócrates para designar su método filosófico que consistía en hacer preguntas a sus interlocutores, de tal manera que, al dar éstos sus respuestas, se viera la inconsistencia o contradicciones en ella, para que así cayeran en cuenta de sus propios errores y dieran las respuestas correctas.

Metafísica. Es una disciplina filosófica que trata de llegar a la entraña misma de todo cuanto existe, por ser el núcleo de la Filosofía estudia las causas supremas de todo entre.

Necesario. Aquel ser que no necesita una causa para poder existir, sino que existe en sí mismo o es en sí.

Objetividad. Deriva de objetivo (a), adjetivo que designa lo relativo al objeto en sí; a partir de Kant empezó a emplearse como lo que tiene existencia fuera del sujeto, esto es, la realidad independiente de todo conocimiento o idea.

Ontología. Es una disciplina filosófica que trata del problema del ente.

Ostentar. Acción de hacer manifiesto algo.

Percepción. Es la función que desarrollan los sentidos al captar o aprehender la realidad que nos rodea. Lo percibido es captado como totalidad y lleva aparejada nuestra forma de percibir las cosas.

Racionalismo. Corriente filosófica que ante el problema del conocer, postula a la razón y a sus funciones como el único órgano adecuado para ello

Realidad. Lo real es lo que existe independientemente del sujeto, como se notará, nos referimos a ello con el lenguaje.

Significado. Es definir lo que se quiere decir, en ocasiones se toma también con el sentido de lo que se dice.

Síntesis. Es un método que procede de lo simple a lo compuesto, es también definido en ocasión al análisis, que es lo contrario.

Subjetivo. Es la representación mental que hace el sujeto de la realidad; es decir, la condición interior del sujeto que conoce, o cognoscente. También significa, en su sentido peyorativo, algo que no está fundado o que es relativo.

Tecnología natural o Teodicea. Es una disciplina filosófica que trata sobre el problema de Dios, intentando resolver preguntas respecto al absoluto y utilizando para ello la razón.

Teología revelada. Es una “ciencia” religiosa que trata el tema de Dios. Resuelve preguntas similares a las de la Teodicea, aunque no hay que confundirlas, pues una utiliza la razón para su estudio y la otra se vale en la revelación (Libros Sagrados, Biblia) para tratar a Dios.

Tesis. Lo que se pone o establece, se refiere a los raciocinios y es una afirmación o negación.

Trascendencia. Puede entenderse como lo que está más allá en la conciencia o la existencia, que las rebasa. Es lo opuesto a lo inmanente. En sentido teológico la trascendencia es el problema de Dios, o del absoluto.

Trascendente. Es lo que sobrepasa algo. Se utiliza para designar lo que sobrepasa lo natural o físico, de ahí que sea preocupación de la Metafísica.

Valores. Desde el punto de vista de la Ética, son parámetros que nos ayudan a formular juicios morales.

1.1 PENSAMIENTO MÍTICO

A continuación te presentaremos algunos casos concretos de pensamiento mítico pertenecientes a diferentes momentos históricos y a diferentes culturas. La intención es que ofrezcas sobre idea aproximada de las notas que definen a este tipo de pensamiento:

El Babilonia, el poema de la creación, Enuma elish, relata que “cortándolo en dos, como se hace con un pez seco, el dios Marduk sujeto una de las mitades de Tia´mat (mostruo marino) para hacer la bóveda celeste. Con la otra creó la Tierra. Después, Ea (madre de Marduk) empuñó a uno de los secuaces de Tia´mat, le cortó las venas y de su sangre creó la humanidad”. (Historia de la filosofía, vol. I, p.34.)

En la península malaya “los mantra de Johor, incluso los que están cristianizados, creen que un tigre a la mitad del camino no puede ser más que un ser humano que, habiéndose llegado al espíritu maligno, toma mediante embrujo la forma de esta bestia, para saciar su venganza o su maldad. Afirman que, regularmente justo en el instante anterior al encuentro con el tigre, se ha visto o se ha podido ver a un hombre que desaparece enla dirección de donde saltaba el animal”. (Lévy- Bruhl: El alma primitiva, p.27.)

“Los sencis del Perú disparaban flechas encendidas al Sol durante los eclipses, para ahuyentar una bestia salvaje con quien estaba luchando, según ellos creían. A la inversa, algunas tribus del Orinoco, durante un eclipse de Luna, ponían bajo tierra ramas encendidas, pues según ellos, si la Luna se extinguiera, todos los fuegos de la Tierra se apagarían con ella, excepto los que estuvieron ocultos a su mirada”. (Frazer: La rama dorada, p.107.)

“En Australia encontramos un ejemplo de una catástrofe acuática provocada por la Luna. Ésta, habiendo pedido un día a un hombre unas pieles de zarigüeya para cubrirse porque era de noche y hacía frío, recibió una negativa; para vengarse hizo caer una lluvia torrencial y sumergió a toda la región”. (Eliade: tratado de historia de las religiones, p.156.)

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1. Intenta relatar algún mito conocido. Después, y a partir de los ejemplos anteriores, determina cuáles podrían ser las características esenciales del pensamiento mítico. Haz también una breve referencia al sentido que en nuestra habla cotidiana le damos al término “mito”.

Es significado que inmediatamente le atribuimos a la palabra “mito”, en el contexto de nuestro lenguaje ordinario, es básicamente el de “mentira”, “falsedad”, “irrealidad” o “ficción”: algo que no ha ocurrido ni podrá ocurrir de una manera real y objetiva. De una manera menos definitiva, afirmamos que algo o alguien es un “mito”, en el sentido de que si bien contiene algunos elementos de realidad, termina mostrando más bien elementos de una realidad exagerada. Pero en sentido estricto y en el ámbito de la antropología e historia de las religiones, que es donde se inscribe este fenómeno, un mito es un relato ejemplar que nos habla de algún suceso ocurrido al inicio de los tiempos, un suceso que funda o un cierto orden y significado en el acontecer natural y social del tiempo histórico.

El ejemplo que dimos el poema babilónico de la creación es un relato típico de un mito cosmogónico que nos narra el origen del cosmos en términos divinos. La idea de “creación cósmica” es la que fundamentalmente se encuentra en el sentido estricto, etiológico (etiología = discurso acerca de las causas) de lo que es mito; y en este sentido, el mito funciona también como modelo, arquetipo y justificación de todas las cosas. El mito, entonces, es algo más que la acepción homérica de mythos, en el sentido de “palabra”, “discurso” o “fábula”. El mito supone una acción sagrada, un gesto significativo, un acontecimiento primordial. Las acciones humanas, por tanto, pero en repetir lo que los dioses hicieron en los comienzos; pertenece a la esencia del mito en el que se le relata, se le represente ritualmente, que se le diga siempre de nuevo, que se le repita, en la medida en que invoca siempre un suceso poderoso y le da forma a ese mismo suceder.

“El mito afirma, crea, forma a la realidad. Éste es el verdadero sentido de los mitos etiológicos: no deben aclarar la causa de un fenómeno con motivos racionales, sino que ellos forman, crean el fenómeno. El mito que da cuenta de la situación y forma característica de una roca en el mar, al relatar, por ejemplo, que un antepasado la lanzó allí, refuerza y garantiza, renueva y, por así decirlo, fija la existencia de ese objeto sólo por el hecho del relato”. (Van de Leeuw: Fenomenología de la religión, p. 340.) De esta forma el mito reintegra al hombre a una época atemporal, más acá o más allá de la historia.

Ahora bien, y por extensión, acelera el nombre de “pensamiento mito” (pensamiento salvaje o pensamiento mágico) a la totalidad de representaciones y acciones del hombre primitivo o de cualquier otro grupo humano de indígenas con nativos que conserven este tipo de mentalidad.

Si retomamos nuestros planteamientos iniciales, recordaremos que en la base de cualquier tipo de pensamiento se encuentra un sujeto, en relación activa con su entorno muestra una tendencia natural por conocer. Este afán de conocimiento, esta necesidad primera de explicarse el porqué y cómo de las cosas existió, naturalmente, en el hombreprimitivo. Éste se preguntaba, siguiendo alguno de los ejemplos anteriores, cómo fue creado el universo o de dónde provenía la humanidad. En tanto que el ser humano supone de manera constitutiva –si bien condicionada histórico-socialmente- una capacidad de expresión racional por lo que toca a la conjunción de sus facultades de conciencia, lenguaje, acción, etc., es capaz de intentar dar razón de todo aquello que le rodea y de sí mismo; y si aparte de este hecho hacemos la consideración -desde un punto de vista ontológico- de que la realidad misma posee una estructura racional, en el sentido de que conforma una totalidad ordenada, en la que todo tiene una causa o razón de ser, surgiendo, relacionándose y dependiendo unas cosas de otras, se completa la explicación de que todo tipo de pensamiento y conocimiento implican, aunque sea de manera elemental, un cierto aspecto de racionalidad; o dicho en otros términos, el pensamiento y conocimiento humanos son de carácter discursivo, en el sentido de pensamiento y conocimiento causales: dar razón de algo es averiguar su causa.

Sin embargo, y ésta es una de las formas principales en que se puede caracterizar al pensamiento mítico, “no es la del mito una razón crítica que se vigile a sí misma además de examinar la realidad”. (Nicol: Los principios de la ciencia, p.43.) Con esta modalidad de pensamiento el hombre primitivo intentaba dar razón de algún fenómeno, procuraba explicarlo a partir de sus causas, pero lo que no hacía era explicar la forma en que lo intentaba: no explicaba su propia manera de explicar. La razón mítica -digamos- no es todavía las razón lógica de la ciencia, puesto que así algo define a la Ciencia y a la Filosofía es su capacidad de autoexplicación.

Y es que el hombre primitivo -como el niño- es realista sin reservas, es decir, le otorga realidad objetiva a todo cuanto ve, oye, siente, presiente, piensa, imagina o sueña: una piedra puede ser la casa de Dios; un árbol puede ser el protector de los niños recién nacidos; un trabajo agrícola puede repetir acciones de alguna divinidad; vocales y consonantes pueden transformarse en pulseras de sol y anillos de la Luna; la sexualidad puede estar absolutamente ligada a las cosechas; el hombre pudo haber nacido de un huevo; un toro puede ser el dios de la tormenta, etc. Hay, entonces, una cierta incapacidad del hombre primitivo para quedarse sin respuesta a sus preguntas. Las respuestas, sencillamente, las inventaba; por eso era infalibles, por eso vivía en un mundo que le resultaba transparente, sin lugar a dudas: inventaba el porqué de las cosas esquivando el cómo. Pero “cuanto menos se conoce el mundo, más fácilmente se le explica, no padeciendo el principio explicativo mismo ninguna necesidad de explicación. Por ello es que la mentalidad primitiva es esencialmente precrítica, designando aquí la palabra crítica como la entraba en juego del instrumento juzgante, que hace aparecer una función nueva, una edad diferente de inteligencia”. (Brunschvic: Las edades de la inteligencia, pp.29 y 37.)

Otro ejemplo sencillo ilustrará el carácter precriticó de la mentalidad arcaicas. Si queremos localizar las fuentes del río Nilo, será preciso que lo remontemos para “ir a ver”; pero si como los antiguos egipcios creemos que el agua del río proviene del llanto de una diosa, entonces todos se resuelve por sí mismo. Tal estilo de creencia no se plantea la necesidad de un procedimiento crítico de verificación de hipótesis en la experiencia concreta de las cosas.

Si nos concentramos ahora en el fenómeno del lenguaje, entendiendo que la relación de conocimiento que el hombre guarda con la realidad supone siempre una mediación lingüística, es decir, el empleo de todo un sistema convencional de signos mediante el cual representamos y estructuramos la realidad en forma significativa, localizamos otro ángulo de explicación del pensamiento mítico: para el hombre primitivo, el signo o símbolo lingüístico no representa la cosa, sino que es la cosa misma. Un ejemplo de esto lo encontramos en los antiguos jeroglíficos egipcios, que eran concebidos como seres mágicos, o en el poder de la palabra mágica para provocar o detener algún fenómeno de la naturaleza. En la medida en que este tipo de pensamiento, también llamado pensamiento mágico -y en forma similar a como opera el pensamiento infantil-, confunde o mal distingue entre el factor cosa y el factor significado, así también difícilmente distingue entre el yo y el mundo, la apariencia y la realidad, el sueño y la vigilia y hasta entre la vida y la muerte.

Ahora bien, gustó esta indistinción entre apariencia y realidad, entre el símbolo y la cosa simbolizada, comienza a ser disuelta en la siguiente etapa de la conciencia humana: el pensamiento religioso, cuyas características esenciales expondremos a continuación.

1.2 SER Y RAZÓN

Las matemáticas que surgieron en Babilonia y Egipto por necesidades prácticas de medición y contabilidad, fueron concebidas por Pitágoras de Samos (548 a.C.) en un uno teórico y especulativo. Según señala Aristóteles (op. cit.), los pitagóricos hicieron progresar a las matemáticas y creyeron que sus principio serán los principios de todas las cosas. En este sentido, el fuego, la tierra, el agua y el aire, no constituyen el origen de las cosas. Estas están formadas en semejanza con los números y estos son anteriores a todas las cosas.

Pitágoras

Representó los números como principio y raíz de todas las cosas, identificandolos con puntos especiales que forman figuras geométricas cuya unidad es el diez. En la tradición pitagórica, el 10 constituye el número perfecto en cuanto es el resultado al sumar los primeros cuatro enteros: 1, 2, 3, 4. Los pitagóricos fueron los primeros en utilizar la palabra “cosmos” para hacer referencia a la belleza y armonía que se manifiesta en nuestro mundo. Al proponer al número como la realidad o última de lo existente, postula aunque los cambios y movimientos percibidos en la naturaleza, la sociedad y el hombre mismo, no son meras casualidades, sino que son regidos por una ley que los ordena. Estos cambios obedecen a la relación equilibrada de los opuestos mismos que se encuentran clasificados en diez:

  1. limitado -ilimitado
  2. par -impar
  3. uno -múltiple
  4. derecho -izquierdo
  5. masculino -femenino
  6. quietud -movimiento
  7. recto -curvo
  8. luz -oscuridad
  9. bueno -malo
  10. cuadrado -oblongo

Las aportaciones más relevantes de los pitagóricos a la Filosofía, se podrían resumir en los siguientes aspectos:

  1. Señalaron como principio de todas las cosas, o arjé, a un elemento no material: el número.
  2. Las matemáticas se convirtieron en un instrumento útil y necesario para la comprensión sistemática de la realidad.
  3. Los cambios y modificaciones de lo existente eran explicados a partir de una relación armoniosa de los supuestos (ver cuadro anterior).

Pitágoras, al proponer como origen (arjé) de todas las cosas a los números, en cuanto configuran a lo existente en una armonización de opuestos, estimuló el surgimiento de dos doctrinas diferentes que serían representadas por Heráclito y Parménides.

Heráclito

Originario de la ciudad de Efeso, (provincia jónica, 504 a.C.), fue el primer pensador que se alejó del problema de la (physis). No obstante, hay en su filosofía una teoría que explica a la misma. Con Heráclito, surgió un nuevo concepto filosófico: “el logos”. Terminó que adquiere, fundamentalmente, tres significados: discurso, razón, ratio (proporción, medida, relación). Puede ser entendido como el análisis correcto del pensamiento humano, al grado de comprender la ley universal que dirige a la naturaleza incluyendo a Dios y al Hombre. Dicha ley universal, que no es una ley histórica o ley que la evolución, no tiene principio ni fin, así como no lo tiene el mundo en el cual se manifiesta. Está más allá de una ley natural, en tanto incorporar lo sobrenatural o lo divino. Incluso pensamos que se identifica con lo divino por ser una abstracción inmaterial. Representa lo general y absoluto en el universo, como opuesto a todo lo que es particular y relativo. En este sentido, Heráclito nos dice que todas las cosas son una: si observamos a nuestro alrededor, encontraremos una gran cantidad de seres y cosas que aparentemente no tienen relación entre sí pero que, si hacemos uso adecuado de la razón, concluiremos que dependen unos de otros para existir. Es más, la identidad particular que tienen es transitoria; se hallan en proceso de ser sustituidos por sus opuestos: lo único permanente es el conflicto de los opuestos, la ley del cambio perpetuo.

De esta forma, Heráclito rechazó la doctrina pitagórica que demandaba la unidad equilibrada de los opuestos. Si el mundo se mantiene en unidad no es por la armonía de los opuestos, sino por su lucha necesaria para producir el cambio si el devenir: “Lo contrario se pone de acuerdo; y de los diversos la más hermosa armonía, pues todas las cosas se originan en la discordia”. (Heráclito: fragmentos, p. 104).

Además, sostuvo que la guerra (polemos) era el padre de todas las cosas, enseñandonos así el enfrentamiento constante de fuerzas contrarias, tanto simultáneas (al mismo tiempo), como sucesivas (una después de otra). La sabiduría a la que el filósofos debía aspirar, según Heráclito, consiste en reconocerlo unidad de todas las cosas al margen de una engañosa diversidad: “Los hombres ignoran que los divergente está de acuerdo consigo mismo. Es una armonía de tenciones opuestas como la del arco y la lira” (op. cit., p. 125). Al explicar el origen de las cosas, Heráclito postuló como principio, el fuego, considerando así por su comportamiento y no tanto por su materialidad: “Este mundo, que es el mismo para todos, no lo hizo ningún dios o ningún hombre; sino que fue siempre, es ahora y será fuego siempre viviente, que se prende y apaga medidamente” (op. cit., p. 30).

El fuego simboliza el movimiento y el cambio a que está sometido lo existente: “La experiencia sensible nos enseña que el fuego vive alimentándose de una materia heterogénea a la que consume y transforma en si. Brota, por así decirlo, de multitud de objetos, que va transformando en si, y sin esta provisión de materia se muere, deja de arder. La existencia misma del fuego depende de esta ‘lucha’, de esta ‘ tensión'” (Copleston, Frederick: Historia de la filosofía. 1980, p. 54).

El proceso del fuego presenta dos vías, una ascendente y gotera descendente que en su movilidad, tal lugar al cosmos. Por la vía descendente, el fuego, al condensarse, se humedece y, al comprimirse, se convierte en agua; al congelarse, se transforma en tierra. En la vía ascendente, la tierra se licúa y de ella sale el agua y, del agua, todo lo demás. La filosofía de Heráclito no sólo es una indagación en torno a la estructura del universo, pretende también ofrecer un conocimiento del hombre mismo e influir en su comportamiento moral, para que se afane más por el logro de la sabiduría que por la acumulación de bienes materiales: “prefiere, pues, los mejores, una cosa única en vez de todas las demás, gloria eterna antes que cosas mortales; la mayoría, el cambio quiere atiborrarse como ganado” (Mondolfo, R.: Heráclito, 1986).

Heráclito dividió a los hombres en tres categorías, de acuerdo a su relación con el logos: los que han oído y entendido la palabra (logos); los que la han oído por primera vez, as pero todavía no la han entendido; y aquellos que jamás la han oído.

Para concluir, destacaremos los aspectos más relevantes de su filosofía:

  1. Aparición del concepto filosófico logos.
  2. Distinción entre un conocimiento sensible y un conocimiento racional.
  3. Unidad antagónica de los supuestos, como característica esencial de la realidad.
  4. El devenir de todas las cosas, gracias al conflicto interminable de los contrarios.
Parménides

Parménides, de la ciudad de Elea, ha sido el primer filósofo que enfrentó el problema del “principio común de todas las cosas” (arjé) de modo distinto a sus antecesores: colocó a la razón como base de explicación de todas las cosas y desprecio el papel de los sentidos. A Parménides se le relaciona con el pitagorismo y con Jenófanes (fundador de la escuela eleática), de quien heredó la práctica de exponer el pensamiento filosófico en forma poética. Al parecer, Parménides nació a finales del siglo VI a.C., puesto que, hacia los años 451-449, cuando tenía ya unos 65 años de edad, conversó en Atenas con el joven Sócrates. Se dice que redactó las leyes para su ciudad natal. Su obra, escrita en verso, aplazado nosotros en fragmentos extensos. En la opinión de Werner Jaeger, el estilo poético-épico, el que se vale Parménides para presentar su filosofía, tiene un marcado paralelismo con la obra del poeta Hesíodo, Teogonía en donde el poeta se vale de elementos divinos para explicar el origen del mundo. Parménides va más lejos: ocupa el estilo épico-didáctico para proclamar la verdad (aletheía), verdad que aprendió por boca de la diosa misma de la necesidad y que queda expresada a lo largo del poema.

Éste último consta de una introducción y dos partes: vía de la verdad y vía de la apariencia. En la introducción se narra el encuentro de la razón con el saber. Aquí se presenta el poeta que, subido en un carro, es conducido por las cifras del sol hasta la encrucijada en donde se divide los caminos de la noche ni del día y, en donde, se abre la puerta que da acceso a la diosa de la sabiduría, a la cual llega el hombre dotado esencia, guiado a través de todas las cosas. La puerta se abre custodiada por la justicia (dike), a la que permite al poeta pasar y será recibido por la diosa misma, quien le revela la existencia de dos vías o caminos y a necesidad de una elección para alcanzar la verdad. Los caminos revelados son: camino de la verdad: él se es, el no ser no es; y, camino de la apariencia: el no ser, es.

En las dos partes que siguen al introducción, Parménides esta cuenta de estas revelaciones. La primera parte en recoger sus célebres discurso sobre él se coma donde tratar de deducir cierto número tributos esenciales del ser — partiendo del mismo ser -tales como: eterno, incorruptible, estático y único. El verdadero ser no puede tener una de común con el no sé y tampoco puede ser múltiple. Tiene que se unos oro; he puesto lo múltiple está sujeto el cambio y al movimiento. Para lo sentidos el 01 — sin cambio -no es comprensible, pues ellos reciben cambios, modificaciones de las cosas. Se prevé el testimonio de los sentidos es durar equivocadamente, pues ellos nos conducen a engaños: nos conducen a tiene que aceptar que el mundo existe y no existe al mismo tiempo, a aceptar el cambio, lo que resulta absurdo ya que, a firmar el cambio, es asegurar que el ser proviene de algo y si proviene con más tendría que hacerlo del ser o del no ser. Provenir del ser, es no provenir, puesto que ya hace es. Surgir de algunos ser, es no surgir, pues de la narra el no hay cosa que se y entre un produzca: el cambio es ficticio y que este modo se aclara el error al que conducen los sentidos.

Al ser – expresó Parménides- es posible pensarlo. A la nada, no. Del ser se puede decir que es eterno (sin principio, ni fin); inengendrado e imperecedero (no ha sido creado, no puede ser destruido); indivisible (no sé separar es compacto, homogéneo); completo y único (no hay muchos seres, sólo uno y el mismo); y que es estático (carente de movimiento). De la nada no se puede hablar; hablar del ser es hablar de algo, de lo que es. Hablar de la nada, es no hablar. Pensar en el ser, es pensar en algo; pensar en la nada, el no pensar; de lo que se sigue que el ser es idéntico al pensar: “Lo mismo es poder ser pensado que poder ser”. Con esto se concluye que el ser es, y el no ser, no es.

En la segunda parte del poema, Parménides retoma parte del simbolismo inicial y expone la naturaleza del mundo de la apariencia en términos de un dualismo: la luz y la noche. La luz, el camino de la verdad, es el único que existe; el otro es una simple ilusión de los sentidos.

Según Jaeger, Parménides trató explicar los errores de aquellos hombres que, como Heráclito y los Pitagóricos, propusieron la dualidad en un lugar de lo uno como sustancia primigenia y el movimiento en lugar de lo que persiste sin cambio, provocando con ello confusión. Para Parménides lo real fue, como absoluto, el ser carente de movimiento.

La filosofía del Parménides podría quedar resumida así:

  1. Aceptó a la razón como vía de explicación verdadera del mundo sin dar valor alguno a los sentidos.
  2. Rechazó el cambio por considerarlo ilusorio y no sustentado por la razón.
  3. Negó la existencia de los supuestos: tanto en su armonía (Pitágoras) como en su unidad (Heráclito), para anteponer el uno, el ser. Las tesis del ser son:

a) El ser es eterno: sin principio ni fin.

b) El ser es continuo: es y seguirá siendo el mismo.

c) El ser es único: no hay muchos seres, sólo uno.

d) El ser es estático: inmóvil, sin cambio, sin alteración.

e) El ser es absoluto: total y único.

4 Presentó la existencia de dos mundos: el del ser, de la verdad: mundo intelectual; y el del no ser, de la apariencia: mundo de lo sensible.